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México, D.F. domingo 20 de mayo de 2001 
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Editorial
 
 RESBALON EN VIVO 

SOL El programa radiofónico Fox en vivo, Fox contigo dedicó su edición de este sábado al deporte. En un momento de la charla con sus invitados, el presidente Vicente Fox dijo que se levanta todos los días a hacer ejercicio; acto seguido, enfatizó: "¡qué bien se siente uno a través del día; aguanta uno vara, aguanta; se vuelve uno tolerante, la crítica le resbala a uno"(sic). 

Si bien el programa de radio del Presidente se ha caracterizado por el tono desenfadado y chacotero de su conductor --burlas a diputados y al jefe de gobierno capitalino, imitaciones a Ponchito...--, los comentarios de ayer sobre los efectos que le provoca el ejercicio diario rebasan la simple ocurrencia o el desliz recurrente de un programa en vivo. Es decir, el Presidente reveló que el ejercicio que practica es una suerte de terapia para ser tolerante y olvidarse de la crítica, aunque la razón indique que aprender a escuchar y asumir las críticas es en sí un ejercicio de tolerancia. Evidentemente hay una contradicción entre el ser tolerante y no saber escuchar. 

La inmediatez e improvisación de un programa de radio en vivo, no pueden ser pretextos para que el presidente diga lo primero que le venga en mente sin medir las consecuencias de sus palabras. No es la primera vez que le pasa, e incluso integrantes de su gabinete como Jorge Castañeda y Carlos Abascal están siguiendo el ejemplo de hablar sin pensar; de soltar, por ejemplo, la primera reacción ante una pregunta o situación incómoda. 

El presidente Fox tiene toda la libertad de decir lo que piensa o se le ocurra en el momento, es parte de su personalidad y posiblemente no lo puede evitar. Lo que llama la atención es que en sus matices dialécticos lo traicione el inconsciente. Fox es reacio a la crítica, que también tiene toda la libertad de opinar y analizar hasta el mínimo error de concordancia en las improvisadas declaraciones del presidente.  

Presidentes deportistas hemos tenido muchos, pero ¿cuántos han sabido escuchar y aprender de la crítica? 
 


 
EL MIEDO DE GOLIAT, LA FUERZA DE DAVID 

Parecería una nota de color si no fuese más bien material para sociólogos y politólogos sobre la fuerza de los movimientos sociales y de los símbolos en la política, dado que somos animales parlantes (y vociferantes) y, por consiguiente, nuestra sociedad tiene una base simbólica.  

El Banco Mundial acaba de suspender su Conferencia Anual sobre Economía y Desarrollo del 2001 en Europa, que habría debido realizarse del 25 al 27 de junio en Barcelona. Los motivos: el temor a revueltas con "posibles riesgos e infortunios", a pesar de que el organismo internacional tiene "plena confianza" en la capacidad de las autoridades españolas.  

Por consiguiente, la discusión se hará por Internet, lo cual es físicamente más seguro y moralmente menos angustiante para los expertos que habrían debido tratar de pasar entre manifestantes formuladores de comentarios poco halagüeños sobre el banco y sus funcionarios. Es notable al respecto, que uno de los máximos órganos de la "gobernancia" (fea palabra que identifica a quienes gobiernan la economía mundial sin ser gobierno) tenga que reunirse a escondidas, en su propia casa, casi debajo de la cama, por miedo a poner las narices fuera de las afelpadas oficinas de los ejecutivos.  

Es revelador de la relación de fuerzas existente en el campo de batalla de la sociedad mundial, que esa poderosa organización se coloque no sólo a la defensiva sino casi en la clandestinidad frente a unos pocos miles de manifestantes que, seguramente, habrían estado a su vez rodeados por millares de policías catalanes y españoles, sin contar los agentes de los servicios de seguridad de otros países.  

Desafiar al poderoso es romper la idea fatalista de que el mismo es omnipotente; equivale a poner al desnudo que las decisiones económicas son políticas, que los poderes de todo tipo dependen esencialmente de la aceptación pasiva por los demás de los valores en los que las mismas se sustentan. Por lo tanto, cuando ese consenso se niega, se abre el camino para otras opciones.  

Ganar la calle es también conquistar lo público y llegar a la opinión pública formando ciudadanía y creando espíritu crítico precisamente cuando el neoliberalismo estimula la invasión de lo público por lo privado, la supresión de lo político y de la política, el desinterés y el individualismo.  

Por eso los débiles, conquistando las calles o hablando de la posibilidad de conquistarla, se convierten en los fuertes. En cambio, los gigantes ?que temen la luz pública? se debilitan en un campo político al que no están acostumbrados, pues ellos funcionan con los funcionarios, presiden a los presidentes, gobiernan a los gobernadores, pero no pueden convencer a las víctimas de sus políticas generadoras de pobreza y de desastre ambiental. Sobre todo cuando tratan de presentar todo eso como desarrollo. 
 

 

 

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