lunes Ť 21 Ť mayo Ť 2001
Iván Restrepo
Energéticos a costa del medio
Pese al lenguaje característico del primer gobierno gerencial que tiene México, el presidente Vicente Fox ha dicho que el desarrollo del país no se hará más a costa de los recursos naturales ni de la creación de desigualdades sociales y regionales. El futuro, repite cada vez que la oportunidad lo permite, es crecer sin depredar. Aunque hasta hoy no se observan las líneas de acción para hacer realidad tal postulado, otros hechos se encargan de mostrar el verdadero sello de la actual administración. Por ejemplo, en Petróleos Mexicanos (Pemex), nuestra mayor empresa pública y, sin discusión, la que mayores daños ha causado y sigue causando al medio ambiente.
Al anunciar cambios radicales en Pemex, el presidente Fox prometió que sería en poco tiempo la institución más eficiente del mundo, de la cual todos los mexicanos estaríamos orgullosos y saldríamos beneficiados. Aunque se desconocen los mecanismos para lograr esa asombrosa transformación, se adivina que será con base en criterios de alta gerencia, de procesos eficientes de producción, de cero dispendio y celoso cuidado del medio.
Mientras esto sucede, dentro del discurso modernizante de la paraestatal no existe referencia alguna al tema ambiental, al grado que en las instancias que tomarán las decisiones más importantes de la empresa no fue invitada a participar la secretaría responsable del medio ambiente y los recursos naturales en el país.
Coincidentemente, el presidente Bush acaba de reconocer los peligros que Estados Unidos tiene ante el desabasto energético más grave en 30 años. Para resolverlos pidió a sus conciudadanos reconocer el potencial de energía que tienen México y Canadá y "facilitar" el intercambio a través de las fronteras nacionales de los tres vecinos. Se trata, ni más ni menos, de un vasto plan nacional de seguridad energética que considera, entre otras cosas, la apertura de los hasta ahora intocables refugios naturales, como el de la vida silvestre de Alaska, la exploración y explotación de petróleo, diversificación de fuentes y ampliación sustancial de la capacidad de generación de energía nuclear. Lo anterior se complementaría con máximas facilidades al capital privado para incrementar la capacidad de generación del fluido a partir del carbón.
Aunque el presidente Bush sostiene que un componente clave de su iniciativa descansa en reducir la demanda a través del impulso a la innovación tecnológica y de la conversión del país en "líder mundial" de la conservación, las voces de inconformidad se oyen por doquier. Critican tanto los objetivos y metas del plan como la manera en que se elaboró y anunció. Y es que está ideado para, so pretexto de la crisis, favorecer a las grandes compañías petroleras con las cuales tanto Bush como el vicepresidente Dick Cheney tienen vínculos muy cercanos.
En efecto, la iniciativa se concentra, más que en el uso racional de los hidrocarburos o el cuidado de la ecología, en una nueva perforación y explotación de petróleo a expensas de la conservación del ambiente.
Este último renglón también se verá afectado con la construcción de entre mil 300 y mil 900 nuevas plantas de generación de energía, buena parte de las cuales funcionará a base de carbón, precisamente uno de los mayores culpables de la generación de contaminantes en el vecino país y de gases de invernadero que afectan al mundo.
En cuanto a México, su papel parece claro en la solución de la "crisis" estadunidense: mayor exportación de hidrocarburos al mercado vecino con lo cual el gobierno de Fox recibirá los recursos frescos que necesita para llevar adelante sus programas sociales y económicos. Todo ello requerirá acelerar la exploración y explotación de los campos petroleros.
Está en la memoria el inmenso daño ambiental causado en el sureste cuando éramos tan ricos gracias a nuestros yacimientos que era urgente aprender a administrar la abundancia. No hubo tal, pero por ser de máxima prioridad extraer hidrocarburos a cualquier costo, Pemex actuó como le vino en gana.
La nación lo necesitaba por encima de cualquier otra consideración, como garantizar la existencia de los recursos naturales o el sano crecimiento regional. Así nos fue y nos sigue yendo con ejemplos perdurables en Chiapas, Veracruz, Campeche, Tamaulipas y Tabasco. La ausencia de las instancias ambientales en la toma de decisiones de la empresa que, se nos dice, pertenece a todos los mexicanos, Ƒno será anuncio de los malos tiempos que esperan al medio ambiente por la explotación acelerada de los hidrocarburos que le urgen a nuestro vecino y socio comercial?