Nanni Moretti obtiene la Palma de Oro en Cannes
Como se predijo aquí desde el día de su exhibición, La stanza del figlio, el sensible drama del realizador italiano Nanni Moretti, ganó una merecida Palma de Oro. Lo que fue imprevisible fue el triple triunfo de la coproducción franco-austriaca La pianiste, ganadora del Grand Prix y de los premios a mejor actor --Benoit Magimel-- y mejor actriz --Isabelle Huppert. Curioso que una película sobre relaciones perversas haya sido tan favorecida por el jurado. El reconocimiento a Huppert es indiscutible y marca la segunda vez que lo gana (la primera fue en 1978 por Violette Noziere). Fuera de esa coproducción, el cine francés se quedó con las manos vacías, a pesar de concursar con cinco títulos, dos de ellos firmados por prestigiados directores como Jean-Luc Godard y Jacques Rivette.
Igualmente sorpresivo fue el premio al mejor director, compartido por dos estadunidenses: Joel Coen (The man who wasn't there) y David Lynch (Mulholland drive). Los Coen son particularmente admirados en Cannes, aún cuando participen con obras flojas; Joel ni se molestó en regresar por su premio, cumpliendo el enunciado del título de su cinta.
El premio a mejor guión fue para el bosnio Danis Tanovic, por el discurso antibélico de No man's land. Mientras que el único otorgado al cine asiático fue el Premio Técnico al sonidista(!) Tu Duu-Chih, por su trabajo en las películas taiwanesas Mambo del milenio y ¿Qué horas son allá?
La opinión común fue que la 54 fue una versión en particular sosa del festival de Cannes. Si bien no faltaron los títulos interesantes --sobre todo en concurso-- no hubo una sola revelación como lo fue el año pasado Amores perros que, a partir de su exhibición en la Semana de la Crítica, pasaría a ser una de las cintas más elogiadas y premiadas del año. Uno sabe que la cosa anda mal cuando esta vez el rumor favoreció a una película de tres horas sobre una leyenda de esquimales, titulada Atanarjuat, the fast runner, producción canadiense dirigida por Zacharias Kunuk, y ganadora de la Cámara de Oro a la mejor ópera prima.
También fue un consenso la necesidad de sangre nueva. La alineación de nombres como Coen, Godard, Imamura, Lynch, Moretti, Oliveira, Olmi, Rivette y Sokurov, entre otros veteranos, da a pensar que el cine no ha progresado mucho en el último par de décadas. Impresión que se confirmó con una proyección fuera de concurso: ninguna otra película en todo el festival se acercó a la audacia, complejidad y delirio de Apocalypse now redux, la versión corregida y aumentada de la ganadora en Cannes de 1979.
En ese sentido, cerrar con la proyección de Les âmes fortes (Las almas fuertes), del chileno afrancesado Raoul Ruiz, fue armonizar con la tónica general, sin romper la tradición de despedirse con algo malo. En este inerte drama de época, Ruiz demuestra que los juegos pretensiosos de su obra previa son un camuflaje para ocultar su impericia narrativa. Después de ese pesado latazo nadie, salvo los ganadores, pudo haber salido de la función de clausura con ánimo para celebrar.