MARTES Ť 22 Ť MAYO Ť 2001
Ana María Aragonés
TLC, ALCA, migración
La experiencia del Tratado de Li-bre Comercio (TLC) pretende extenderse a lo largo y ancho de América Latina a través del ALCA (Area de Libre Comercio para América) en un periodo relativamente corto. Las bondades de dicho acuerdo se enmarcan, según palabras del presidente George W. Bush, en la posibilidad de "consolidar la democracia y la prosperidad en las Américas". El ejemplo estrella es Mé-xico pues, según Bush, "gracias al TLC se logró transitar a la democracia".
Vale la pena recordar que Carlos Salinas de Gortari ideó y firmó el TLC sin mediar ninguna discusión ni debate a nivel nacional, a pesar de la cantidad de voces que se manifestaron en contra. El argumento opositor era sencillo: bajo la apertura comercial sería prácticamente imposible que el sector agrícola se reorganizara y que se desarrollara una sólida industrialización para competir en un mercado global.
Los agricultores estadunidenses también estaban altamente temerosos ante la posible firma del TLC. Pero diversos estudios les mostraron lo infundadas que eran sus preocupaciones, precisamente porque México ya había puesto en marcha, en el gobierno de Miguel de la Madrid y de manera unilateral, una política de libre comercio y los resultados para los agricultores estadunidenses habían sido altamente benéficos.
Veamos algunos datos de esos estudios.
Gracias al libre comercio se incrementaron en Estados Unidos las compras me-xicanas de alimentos y fibra entre 1986-1993 en un 233 por ciento. Y si bien crecieron nuestras ventas al país vecino, este crecimiento fue más bien modesto: 30 por ciento en el mismo periodo. Gracias a la apertura unilateral de México el déficit comercial de 1986 en Estados Unidos, situado en un billón de dólares, se había convertido en un superávit comercial de un billón. (Gary W. Williams.)
Datos del Departamento de Agricultura apuntaban en el mismo sentido al señalar que el capital estadunidense tenía como interés primordial aprovechar el creciente mercado mexicano para vender directamente aquí. Por ello, con algunas excepciones, estas firmas y sus filiales no pretendían ser una plataforma de exportación hacia Estados Unidos, sino satisfacer la demanda interna. Se esperaba además que la población mexicana incrementara su ingreso no sólo para poder comprar los bienes que las inversiones extranjeras estaban produciendo en México, sino para que reorientara su alimentación hacia una de mayor valor alimenticio, como carne y alimentos procesados, que por supuesto serían exportados desde el otro lado.
Dado este panorama, ellos podían estar tranquilos. Los que no podían ni dormir eran los agricultores mexicanos, pues sabían a lo que se enfrentaban y no estaban equivocados. Uno de los más perniciosos efectos ha sido el incremento de la migración, a pesar de que el TLC se vendió en ambos países bajo la peregrina idea de que era la forma idónea para reducir los flujos migratorios.
Los datos son importantes. A nivel nacional el crecimiento de los hispanos en los años noventa fue de 12.9 millones, de los cuales 7.1 millones son de origen mexicano.
Sólo en la región conocida como Delmarva (Delaware, Maryland, Virginia) la población hispana aumentó en 98 por ciento en la última década. Y algunos datos preliminares de mi investigación muestran que la antigüedad máxima de los migrantes mexicanos, que trabajan principalmente en las industrias del pollo en esta región, es de 8-9 años y provienen en su mayoria del sector campesino.
Así,México mantiene disponible la reserva de fuerza de trabajo que Estados Unidos requiere para sus mercados altamente demandantes de esa mano de obra.
Con la firma del TLC no nada más consolidamos la subordinación a Estados Unidos, sino que refrendamos la estrategia de desarrollo equivocada. ƑSeguiremos por el mismo camino y ahora además apoyando el ALCA?