jueves Ť 24 Ť mayo Ť 2001

Magdalena Gómez

Los pasos de Zedillo

La errática postura del presidente Vicente Fox en torno a la reforma constitucional en materia indígena indica que de manera acelerada se encamina hacia una política similar a la que mantuvo su predecesor frente al EZLN durante cinco de sus seis años de gobierno. En la más reciente de sus polares declaraciones afirmó que la "ley Cocopa (sic) también dignifica porque les da su lugar a los pueblos y comunidades indígenas" (La Jornada, 21 de mayo de 2001). ƑSe referirá al territorio, por aquello de que al Congreso de la Unión le pareció adecuado sustituir tal concepto por el de "lugar que habitan y ocupan"? ƑO se referirá a que les dio su lugar como objetos de asistencia social en el apartado B del texto nuevo propuesto para el artículo segundo? ƑCoincide con la propuesta de que los pueblos están para tutelas antes que autonomías? ƑConoce el Presidente que la contrahecha reforma lejana a la ley Cocopa aún no ha sido aprobada? ƑDa por hecho el voto de las legislaturas estatales a favor del dictamen del Congreso? De ser así, por lo visto ya desechó toda posibilidad de buscar alguna forma de veto, así fuera político o bien dejando dicha reforma sin promulgación.

Muy probablemente el Presidente no comprendió el sentido de la iniciativa Cocopa cuando la presentó al Congreso, porque ahora evidencia que no ha leído con detenimiento lo que éste aprobó. O ya lo hizo y esta vez sus declaraciones sí reflejan la postura oficial porque encuentra afinidad para sustentar sus políticas públicas en torno "al programa de nutrición, vitaminas y de apoyo a todas las madres lactantes y a todos los chiquillos indígenas de todo el país".

Esta posición coincide con las declaraciones de su hombre de confianza Rodolfo Elizondo, en el sentido de que están preparando en Los Pinos una "ley reglamentaria" de una reforma que aún no se formaliza. Según él incluirán todo lo que quedó fuera, ignorando con ello que "lo que Constitución no da, reglamentaria no presta".

Queda claro que está cobrando fuerza una política que deja sin espacio posible la creación de condiciones para la reanudación del diálogo, pues agregó en su entrevista de fin de semana que "el EZLN" es tema terminado, excepto que los siguen "buscando" porque están empeñados "en estar platicando" con esta fuerza política "y con todo aquel que tenga que ver con comunidades indígenas donde podamos impulsar su desarrollo".

La situación es grave. Si el Congreso elaboró un dictamen a la altura de su ideología e intereses, al Ejecutivo correspondía una actitud responsable para dar cuenta de la implicación política y jurídica de tal decisión. En ningún momento mostró tal coherencia. Al contrario, pasó del aplauso inicial a la aceptación de que una de sus funcionarias le sacara las castañas del fuego reiterando las críticas que desde el EZLN, el Congreso Nacional Indígena y la sociedad civil se hicieron al referido dictamen. La victoria de Xóchitl Gálvez para expresar tal posición desde Los Pinos se convirtió en pírrica en el mejor de los casos; habrá que ver si se suma a la estrategia del palo dado que subyace a la decisión de elaborar una ley reglamentaria donde suponen que los actuales legisladores van a incluir lo que dejaron fuera de la Constitución con toda conciencia.

Es evidente la ausencia de una estrategia global frente al proceso de paz. Así lo demuestra la incomprensión sobre el significado profundo de la demanda de los pueblos indígenas, la superficialidad con la que se aborda la situación creada con la contrarreforma por consolidarse, y la incapacidad de leer el mensaje de congruencia que encierra la postura del EZLN, que nuevamente, como hace seis años, se ve impedido de avanzar en una negociación que logre la paz con justicia y dignidad.

Lamentablemente, los tiempos zedillistas del doble discurso se han hecho presentes de manera muy temprana. Falta ver si de nueva cuenta aparecerá algún vocero o vocera para aclarar o neutralizar las declaraciones presidenciales de fin de semana.

A fin de cuentas está gravitando la necesidad del presidente Fox de tener la fiesta en paz con el PRI y el PAN en el Congreso para avanzar en su reforma fiscal: "la que sea", según sus palabras, como "la que sea", que se dio en materia indígena y que pretende legitimar.

La cuestión indígena y las condiciones para el diálogo con el EZLN pueden seguir esperando, mientras se "dignifica" a los pueblos indígenas con la más fiel de las retóricas del régimen priísta. ƑCuál es el cambio, señor Presidente?