jueves Ť 24 Ť mayo Ť 2001

Adolfo Sánchez Rebolledo

Magisterio olvidado

Todos los años, al acercarse el Día del Maestro y durante varias semanas, los maestros llevan a cabo el ritual de la protesta en la ciudad de México. Pueden ser muchos o pocos, pero eso no importa ante la magnitud visible de la injusticia, cuya presencia en marchas o plantones revela y confirma. Cualquiera que sea la eficacia actual de sus procedimientos, la regularidad de sus manifestaciones expresa un profundo malestar que no se atiende como debe ser. Y todos los años se escuchan las mismas palabras de aliento o de rechazo, la misma inevitable pregunta: Ƒpor qué siendo tan previsible el problema no se halla una solución que evite el espectáculo de ver a los mentores viviendo a la intemperie entre capitalinos irritados que ya no quieren saber de sus problemas?

Las protestas se explican como el resultado de la actividad de algunas corrientes descontentas con el liderazgo nacional, las cuales vendrían a constituir una especie de "sindicato revolucionario" dentro del sindicato oficial, pero nadie ve en ello un fenómeno alarmante fuera de las molestias que sus demostraciones causan al tránsito capitalino. Los dirigentes del sindicato, igual que las autoridades estatales y federales, se lavan las manos y culpan a los disidentes (si puede llamarse así a la CNTE, con sus casi veinte años de existencia) de asumir una representación que no tienen para negociar, pero el ciclo se repite una y otra vez confiando en que el desgaste haga su obra sobre los contingentes de la coordinadora. La Presidencia echa cuentas, redondea cifras, reitera el empeño educador del gobierno, pero al final, concluida la negociación con el comité nacional del sindicato, da carpetazo al asunto... hasta el año próximo. Se exige a los maestros que vuelvan a sus lugares de origen para negociar con las autoridades estatales los puntos pendientes, pero se omite ir al origen de los problemas sociales y sindicales, cuya persistencia no es un dato menor, y la situación de los maestros continúa reducida a la sobrevivencia. Así, cada año, aun en esta era "del cambio", los maestros se encargan de ilustrar la magnitud de la crisis institucional que impide producir cambios verdaderos, racionales, sin plegarse a las supremas exigencias de la coyuntura... o el mercado.

Cierto es que la mejoría de las condiciones de vida y de trabajo de los maestros es indispensable para exigir calidad en la enseñanza básica, pero es verdad que tampoco ese requisito vital e inaplazable es suficiente para resolver los problemas que hoy se plantean a la educación en su conjunto. Aunque es responsabilidad principal de las autoridades educativas ofrecer respuestas oportunas a dicha situación, el magisterio también tendría que realizar un ejercicio autónomo para responder a una cuestión que no se resuelve suspirando por un pasado más bien mítico de alianza con el Estado o asumiendo las consignas políticas del momento: Ƒeducación para qué y para quién?

La derecha, por ejemplo, no enfrenta esa pregunta como un problema porque tiene muy claramente establecidos sus objetivos y prioridades y no juega con las palabras cuando reclama libertad de enseñanza en la educación pública, a la vez que impulsa sus propias escuelas privadas confesionales, pero Ƒcuáles son las exigencias del magisterio nacional para no sucumbir a los rigores de la modernización y el cambio? ƑQué valores y principios sostiene para no sucumbir al "laicismo" promovido desde el poder? ƑCuál es, en definitiva, el lugar que el sindicato atribuye al maestro en la realidad empobrecida y polarizante del México contemporáneo?

El modelo educativo nacional sigue cabalgando entre los apremios del mercado y la declinante vocación populista o revolucionaria del magisterio, pero carece de un proyecto viable que asegure más y mejor calidad de la enseñanza. El SNTE es un sindicato rico con afiliados pobres, cuyo potencial renovador se dilapida a cambio de cotos de influencia, pero es incapaz de enarbolar una propuesta viable para la reforma educativa que incluya, desde luego, la reforma sindical. El sindicato más grande de México y Latinoamérica no da una respuesta convincente a estas preguntas porque él mismo es parte del problema, no de la solución. Tampoco la CNTE afronta en serio esa perspectiva y no se sale del guión establecido ni un milímetro. ƑY los partidos que tienen la representación nacional? Ellos tampoco quieren problemas.