JUEVES Ť 24 Ť MAYO Ť 2001
Ť Es para "protegerlos" de la policía religiosa, se justifica Kabul
Repulsa mundial contra orden talibán de que hindúes afganos usen distintivos amarillos
Ť La medida, que recuerda a la Alemania nazi, "no tiene cabida" en el mundo actual: India
REUTERS, DPA, AFP Y AP
K abul, 23 mayo. El régimen talibán de Afganistán confirmó hoy oficialmente que dispuso que los afganos hindúes lleven un distintivo amarillo para diferenciarlos de sus compatriotas musulmanes, a fin de que cuenten con "protección" ante la policía religiosa que impone normas a los musulmanes.
La decisión fue condenada por la comunidad internacional, e India sostuvo que medidas de esta naturaleza "no tienen cabida en sociedades civilizadas".
La medida anunciada el martes evocó pa-ra muchos memorias de los judíos, a quienes se les obligó a identificarse con estrellas durante el régimen nazi en Alemania.
El movimiento de "línea dura" talibán (estudiantes de teología) intentó defender el miércoles su medida para hacer respetar su propia interpretación del islamismo, como forma de "proteger" a los hindúes y otras minorías frente a la policía religiosa que impone las normas muy estrictas sobre los musulmanes afganos.
Sin embargo, India denunció el decreto, el cual va dirigido a los aproximadamente mil 700 sijs e hindúes que aún viven en Afganistán, como una medida racista y pidió a la comunidad internacional presionar a los talibanes.
"Tales edictos no tienen cabida en sociedades civilizadas y han sido correctamente deplorados por la comunidad internacional", dijo en Nueva Delhi el portavoz de la cancillería Raminder Singh Jassal.
Aparte de la hindú, la sij es la única otra comunidad no musulmana en Afganistán. A los sijs ya se les reconoce por su barbas sin recortar, sus brazaletes de acero y turbantes, obligatorios por su religión. Viven en Afganistán desde 1830, cuando el maharajá sij Ranjeet Singh conquistó Kabul.
Según analistas, la comunidad de hindúes y sijs en Afganistán se ha reducido a 30 mil de los 50 mil que se estimaba residían en las grandes ciudades, antes de que el país se sumergiera en 21 años de guerra.
La medida, una "demanda"
Mullah Himat, funcionario del Ministerio de Información, trató de presentar la orden de manera favorable, cuando dijo que fue en respuesta a las exigencias de los hin-dúes residentes en Afganistán.
"Esta orden fue emitida a demanda de los hindúes, quienes estaban preocupados porque el Ministerio para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio les pedía que se dejaran crecer la barba o elevaran sus plegarias en una mezquita", subrayó.
La policía religiosa de Afganistán está encargada de que los musulmanes cumplan con el código islámico que, según el régimen talibán exige que los hombres lleven barba y que las mujeres usen "burka", una túnica que las cubre por completo desde la cabeza hasta los pies; las mujeres además tienen prohibido en Afganistán trabajar o acudir a escuelas.
La orden para que la población no musulmana vista telas amarilla fue rechazada por la comunidad internacional.
En Nueva York, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, se mostró "consternado", porque "tal orden constituye una grave violación de los derechos hu-manos y recuerda los peores actos de discriminación de la historia".
Por su parte, la Federación Internacional de Derechos Humanos, la UNESCO y el Alto Comisionado para los Derechos Hu-manos condenaron por separado la decisión y señalaron que "en el pasado prácticas de este tipo, desde la Alemania nazi a Ruanda, originaron los crímenes más horribles".
Por su parte, Washington, también expresó su condena, cuando el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher, de-claró que "queremos dejar en claro que obligar a grupos sociales a usar un distintivo en su ropa o amuletos, provoca que sean estigmatizados y aislados, por tal motivo instamos al régimen talibán a seguir las normas de conducta con base en los derechos humanos".
Esta medida adoptada por el régimen talibán no es la primera que causa consternación a nivel mundial, ya que en marzo pasado ordenó la destrucción de todos los monumentos no islámicos, entre ellos dos estatuas ancestrales de Buda en Bamiyán, consideradas las más grandes del mundo, porque el "Islam prohíbe la adoración de otros dioses".