JUEVES Ť 24 Ť MAYO Ť 2001

Ť En entrevista con La Jornada, Walter Gruen narra cómo formó la colección

La despreocupación de Remedios Varo por el dinero duró hasta el día de su muerte

Ť Por el primer cuadro que adquirió, La llamada, pagó 300 mil pesos de entonces

Ť Eva Sulzer heredó varias obras de la pintora a Gruen y su actual esposa

MERRY MAC MASTERS

En entrevista con La Jornada, Walter Gruen narra la génesis y el desarrollo de lo que hoy se conoce como la colección Remedios Varo. No era esa la idea inicial, formar una colección, como explica Gruen:
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''El primer cuadro, La llamada (1961), era de un señor (Jaime) Diadiuk. Un día me habló y me dijo que el cuadro estaba mal, que había unos puntitos blancos. Le dije, 'garantizo la obra de Remedios. Si usted quiere, se lo compro'. Fui con Gerardo Lizárraga (pintor y primer marido de Varo, también refugiado español) para que me asesorara. En efecto, el óleo tenía en el lado derecho inferior manchas blancas que yo decía eran hongos, Gerardo también lo pensaba. Sin embargo, lo compramos así. Pagué 300 mil pesos. Lo llevé a una restauradora quien dijo, 'no son hongos. Es el barniz que está defectuoso'. Lo lavó con un solvente y abajo estaba la pintura incólume. Le puso barniz nuevo y quedó restaurado.''

Al morir Eva Sulzer, la fotógrafa suiza y amiga de la familia, también heredó varias obras a la pareja formada por Walter y Alexandra Gruen.

''Eva Sulzer ?relata el entrevistado? era miembro de una familia suiza muy rica. Cuando Remedios llegó aquí (en 1941), Eva era una mecenas. Ayudó a artistas como Wolfgang Paalen y Alice Rahon, incluso a personas que estaban en París u otros lugares. Todos vivieron de ella. En 1955, cuando Remedios me regaló su primer cuadro (exhibido en la Galería Diana), Eva compró El flautista. Remedios le dijo, 'pero Eva, te lo regalo. Tú me ayudaste tanto'. Eva insistió en comprarlo. Después adquirió otros. Eva tenía algún problema emocional que le provocó una crisis muy fuerte. Remedios ayudó a encaminarla en un grupo esotérico, que estudiaba la filosofía del místico ruso Gurdjieff. Eva se desarrolló y tomó la guía del grupo en México. Ella se sentía en deuda, entonces hizo un testamento en favor de Remedios. Cuando murió la pintora lo revocó y testó a favor de nosotros, primero yo, después Alexandra y finalmente nuestra hija, quien ya murió''.

Amortiguador entre Varo y el mundo

En el óleo Roulotte (1955), expuesto en la primera muestra individual de Varo del mismo año, la pintora hace patente su agradecimiento a Gruen, ''un hombre bondadoso aunque fuerte que creía en Varo ferozmente y se encargó de actuar como un amortiguador entre ella y el mundo'', escribe Janet Kaplan en su libro Remedios Varo. Unexpected journeys. En el cuadro se ve ''un hombre en bicicleta que jala un remolque. Dentro de unas perspectivas inverosímiles hay una mujer que toca el piano. Esta pieza muestra claramente que Remedios pudo tocar el piano o pintar mientras yo jalaba todo esto'', explica Gruen.

Como una muestra más de la despreocupación de Varo por el dinero, Gruen cuenta un detalle del ''día fatídico'', es decir,  aquel en que falleció la artista: ''Venía a comer con nosotros Roger Díaz de Cossío, entonces subsecretario de Educación Pública. Su mujer estaba hospitalizada y él le había comprado uno de los últimos cuadros a Remedios, Los amantes. Ya estaba pagado, pero le dijo a ella que le había costado 4 mil pesos. Remedios dijo, no, que era demasiado y que le devolviera mil pesos. Le hice un cheque y le devolví los mil pesos''.