JUEVES Ť 24 Ť MAYO Ť 2001
Ť Revela que compraba la efedrina en la India y sobornaba a agentes aduanales
Se jubiló del narco en 93, dice Jesús Amezcua
CAYETANO FRIAS FRIAS CORRESPONSAL
Guadalajara, Jal., 23 de mayo. José de Jesús Amezcua Contreras, cabecilla del cártel de las metanfetaminas, reclamado por la justicia de Estados Unidos, admitió el 2 de junio de 1998 ante la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO) que había traficado toneladas de efedrina hacia ese país, pero cuando en 1993 fue restringida la venta de esas sustancias "se jubiló de dicha actividad".
En el expediente 161/2000, por medio del cual se le procesa en el juzgado sexto de distrito de esta ciudad, afirma respecto de sus antecedentes que nació el 31 de julio de 1965 en Ciudad Guzmán, Jalisco; que es comerciante, propietario de una gasolinera en Villa de Alvarez, Colima, y que se dedica a la compraventa de avestruces. Refirió tener ingresos por 2 millones 400 mil pesos mensuales y tener domicilio itinerante.
Relató que desde los 13 años se fue de mojado a Estados Unidos, llegó a Los Angeles con su tío Arnoldo Amezcua Díaz, quien era gerente de un teatro. Ahí se desempeñó como intendente y taquillero.
Añadió que a los 17 años empezó a trabajar para el Centro de Atención Legal en Los Angeles, en donde se encargaba de localizar los domicilios de los abogados y reportarlos a esta institución. Posteriormente se unió a su hermano Luis Amezcua Conteras, con quien comerciaba tarjetas de Navidad y realizada otro tipo de actividades, sin especificar de qué tipo.
José de Jesús señaló que en ese tiempo vivía con Nancy Gómez, quien le facilitó 50 mil dólares para instalar un taller mecánico, eléctrico y de transmisiones, actividad en la que estuvo inmerso durante seis años, logrando reunir ganancias por unos 500 millones de viejos pesos.
Luego citó que cuando su hermano Luis se dedicaba al contrabando de personas, conocieron a unos estadunidenses que les propusieron conseguir efedrina en México, porque no estaba prohibida su comercialización en este país. En un viaje a Colima, José de Jesús le encargó a un "licenciado Mendoza" que la consiguiera; éste envió 400 kilogramos hasta Tijuana y de ahí la introducían a Estados Unidos por la garita de San Isidro. Esas actividades las efectuó dos años.
Transcurrido ese tiempo, en 1993, el "licenciado Mendoza" le dijo que ya no era negocio, porque la utilidad era muy poca, por lo cual José de Jesús investigó que en la India la efedrina era muy barata en una empresa del gobierno, a la que compraron a 48 dólares el kilogramo, mientras que en México tenía un costo de 400.
Para amarrar trato, José de Jesús y su cómplice Antonio Osorio -quien purga una condena en Estados Unidos- viajaron a la India, pasando por Tailandia, Taiwán, Corea del Sur y Japón. Por los primeros 200 kilogramos pagaron 9 mil 600 dólares y solamente porque se los liberaran en el aeropuerto de la ciudad de México entregaron a un agente aduanal -del que no recuerdan el nombre- 92 mil dólares.
En vista del éxito, mes y medio después importaron tonelada y media de efedrina, por la que pagaron 72 mil dólares y que luego vendieron en 11 mil 500 dólares por cada tambo que contenía 25 kilogramos. Mes y medio después repitieron la operación, pero ahora trajeron dos toneladas de la sustancia, la cual fue acaparada por el agente aduanal, quien solamente les pagó el costo "para ganarse una utilidad".
En la siguiente transacción pidieron siete toneladas, por las que pagaron 392 mil dólares a la empresa gubernamental de la India en diciembre de 1993, pero la remesa no llegaba. Entonces Antonio Osorio viajó a Tailandia, donde llamó telefónicamente para preguntar cuál era el problema.
La respuesta fue que agentes de la DEA habían llegado a esta productora de efedrina y solicitaron a la empresa "mucha información sobre los compradores". Osorio pidió a los directivos de la empresa que le devolvieran su dinero y cuando el enviado llegó a Tailandia e hizo contacto, la DEA lo aprehendió; estuvo cuatro meses en el país oriental y luego fue trasladado a Los Angeles, donde aún purga una condena.
José de Jesús Amezcua Contreras resume en sus declaraciones: "posteriormente en México se restringió la venta de efedrina, haciéndose una sustancia controlada, por lo que el de la voz se jubiló de dicha actividad de traficar efedrina".