Ť Es un estímulo y un desafío para la institución, dice su coordinador académico
Confieren a El Colegio de México el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales
Ť Comparte el galardón con el jurista Juan Iglesias Santos
Ť ''Fue y es un foco de irradiación de la cultura española''
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 23 de mayo. El Colegio de México fue distinguido hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2001, galardón compartido con el jurista español especializado en derecho romano, Juan Iglesias Santos. El jurado elogió la labor de esa institución en favor de los miles de exiliados de la Guerra Civil española (1936-1939) y la posterior dictadura militar de cuatro décadas, así como su labor mediadora en los años en que no existían relaciones diplomáticas entre México y España.
El premio Príncipe de Asturias, en su vigesimoprimera versión, reconoce en El Colegio de México a uno ''de las más prestigiosos centros académicos de toda Iberomérica'', al contar con un debate intelectual y académico fértil que trasciende las fronteras del país y que es de notoria relevancia en América Latina.
La institución mexicana compitió con otras 28 candidaturas de Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Reino Unido, Venezuela y España. La propuesta de conceder el galardón al que en su fundación se llamó La Casa de España, en los años del gobierno de Lázaro Cárdenas, fue del embajador de España en México, José Ignacio Carbajal Gárate, y del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente.
El jurado, presidido por el ex ministro franquista y presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, señaló en el acta que El Colegio de México, fundado en 1938, ''acogió, en difíciles circunstancias políticas y personales, a muchos intelectuales españoles, permitiendo así la continuidad de su obra creadora en los más diversos campos de las ciencias y de las artes''. Entre los investigadores e intelectuales que emigraron luego del triunfo de Francisco Franco, destacan León Felipe, Luis Recaséns Siches, José Moreno Villa, José Gaos y ''otros muchos se integraron con grandes figuras de las letras y las ciencias mexicanas como Alfonso Reyes, Gustavo Baz y Eduardo Villaseñor, para dar origen al que, desde sus comienzos, habría de ser uno de los más prestigiosos centros académicos de toda Iberomérica" que, además, ''fue y sigue siendo un foco de irradiación de la cultura española que contribuye decisivamente a mantener y fortalecer los lazos de todo orden entre México y España".
El Colegio de México cuenta desde 1997 con la Cátedra Manuel Azaña, el presidente de la Segunda República española que murió en el exilio.
Especialista en derecho romano
El jurista Juan Iglesias Santos, quien expresó su alegría de compartir el galardón con El Colegio de México, es decano honorario de la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito centenares de libros sobre el derecho romano, que a su juicio adquiere plena vigencia en estos años de globalización.
El de Ciencias Sociales es el tercer galardón que ha otorgado la Fundación Príncipe de Asturias para esta versión, al reconocer a George Steiner como Premio de Comunicación y Humanidades y a los científicos que descifraron el mapa del genoma humano, Hamilton Smith, John Sulston, Crair Venter y Jean Weissenbach, que obtuvieron el de Investigacion Científica y Técnica.
El premio está dotado de unos 25 mil dólares, una escultura creada y donada ex profeso por Joan Miró, un diploma y una insignia acreditativa que serán entregados en Oviedo durante una sesión solemne presidida por el príncipe Felipe.
Ť Beneplácito de estudiosos
Ť Libertad de pensamiento
ANGEL VARGAS
Mientras que el medio intelectual y académico
mexicano recibió con beneplácito la concesión del
Premio Príncipe de Asturias a El Colegio de México (Colmex),
esta institución lo considera ''no sólo un gran aliciente
sino también un enorme reto" para emprender nuevos caminos en cuanto
a sus actividades, además de mantener los ya existentes.
Para los historiadores Silvio Zavala y Luis González y González, así como para el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, el galardón representa un merecido reconocimiento a una institución señera en los ámbitos académico y cultural sin la cual sería difícil entender en muchos sentidos la historia contemporánea del país.
Tercero de sus presidentes, de 1963 a 1966, Zavala destaca la procuración del trabajo intelectual como la mayor aportación del Colmex, no sólo al ámbito nacional sino de Iberoamérica: ''Como ejemplo están sus publicaciones y revistas, así como las personalidades que ha acogido, como Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas y Víctor Urquidi".
Ganador también del Príncipe de Asturias en 1993, el eminente historiador pondera la apertura que el colegio ha tenido hacia los países hispanomericanos desde su fundación, así como la labor central que ha desempeñado como punto de reunión del debate y el análisis del pensamiento humanista y de las ciencias sociales.
Acerca de este último punto, González y González subraya: ''En el colegio hubo y ha habido gran libertad de pensamiento. Cada uno de sus miembros, sean historiadores, filósofos o politólogos, tiene su manera de pensar y no pertenece a ninguna de las corrientes que han estado de moda. Es un universo de gente de pensamiento realmente libre".
El especialista destaca la trascendencia del Colmex en el desarrollo cultural del país, a la cual no duda en calificar incluso de revolucionaria: ''En el aspecto cultural es una institución central de esta revolución que ha habido sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX".
Agrega que el exilio de los intelectuales españoles y la creación de la Casa de España en México y su posterior transformación en El Colegio de México fueron determinantes para el medio intelectual y académico de nuestra República: ''Ayudaron en mucho a reanimar los estudios filosóficos, sociológicos, históricos y económicos, entre otros".
De México para Iberoamérica
Adolfo Sánchez Vázquez considera que si bien es menester hacer un reconocimiento a la contribución de intelectuales y académicos españoles para la constitución del Colmex, el desarrollo de éste se debe, sobre todo, a sus congéneres mexicanos.
Destaca el filósofo que la influencia de El Colegio de México rebasa las fronteras del país para instalarse también en Iberoamérica. ¿Por qué?:
''Toda aportación en el terreno intelectual o cultural siempre trasciende a su país de origen y en este caso se confirma con la aportación a la cultura mexicana y por la tanto también universal que ha dado el colegio."
El coordinador general académico del Colmex, José Carlos Roces, tras aclarar que ''el premio es un reconocimiento a la trayectoria y no a una labor específica", señala que la institución lo asume como un estímulo y un desafío para acelerar los cambios que son necesarios en ella.
''También lo asumimos como un reconocimiento a lo que ha sido la labor académica en México en el área de humanidades y ciencias sociales, de manera especial en los últimos 25 años, tiempo durante el cual, considero, este rubro se han desarrollado con mucha intensidad en el país no obstante las condiciones difíciles".
El catedrático resalta el estrecho vínculo del Colmex con España desde su fundación, el cual no se vio interrumpido ni con el franquismo y que a la fecha se traduce en varios convenios y proyectos conjuntos con universidades e instituciones de aquel país, así como en apoyos directos de empresas ibéricas e incluso de su gobierno.
Albergue para el exilio español
Contar la historia de El Colegio de México es contar un capítulo imprescindible en la historia de la cultura en México. Para hacerlo es necesario remitirse a un nombre ''de resonancias casi míticas" en el mundo intelectual mexicano: La Casa de España en México, origen y cuna de la institución hoy galardonada con el Premio Príncipe de Asturias.
Año de 1938. Ante el avance del franquismo y como extensión de la política de asilo a las víctimas de la Guerra Civil y sus secuelas represivas, el presidente Lázaro Cárdenas decidió abrir ''un albergue intelectual para profesionales, académicos y artistas exiliados por la intolerancia y la barbarie". El proyecto tuvo la gestión e impulso decisivo de dos pilares de la cultura mexicana en el siglo XX: Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas. A la postre el primero fue presidente y el segundo secretario de la institución.
De acuerdo con el libro La Casa de España en México (publicado por El Colegio de México en 1988), la fundación del albergue ''se sitúa, toda proporción guardada, en un conjunto de hechos históricos de gran aliento y se codea con la Expropiación Petrolera, la Reforma Agraria, la Educación Socialista, el Instituto Politécnico Nacional".
El acuerdo presidencial para su creación fue expedido en agosto de 1938. Los tres primeros huéspedes, quienes ya residían en México, fueron Luis Recaséns, especialista en filosofía del derecho; el crítico e historiador del arte, José Moreno Villa; y un poeta de entrañable recuerdo, León Felipe Camino.
El filósofo José Gaos fue el primer miembro de la Casa en llegar directamente del extranjero. Con 38 años de edad ya había sido rector de la Universidad de Madrid y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras en esa institución. Su principal proyecto era dar ''cursos sistemáticos acerca de diversos problemas filosóficos". Otro huésped distinguido de la Casa fue el editor Enrique Díez-Canedo, con quien la literatura y la industria editorial mexicana tiene una deuda impagable. La lista de invitados a la Casa y sus aportaciones a la cultura del país es extensa, imposible agotarla aquí.
Muy pronto la institución destacó por la calidad y profesionalismo de los proyectos de toda índole que en ella se desarrollaban.
Ciertas controversias con tintes xenofóbicos motivaron el cambio de nombre, pero también la ampliación de sus objetivos, abriéndose a la participación de intelectuales mexicanos y de otras latitudes. El 18 de septiembre de 1940, el pleno del patronato que para entonces administraba la Casa de España en México acordó cambiar su nombre por el de El Colegio de México.