JUEVES Ť 24 Ť MAYO Ť 2001

ANDANZAS

Colombia Moya

Despedida del Ballet Kirov

CON UN MENU balletístico que comprendió una variada gama de fragmentos de los más célebres ballets del repertorio de ésta compañía rusa, así como obras de reciente creación, la noche del lunes 21 de mayo, en el Auditorio Nacional, con un lleno total, terminó sus exitosas presentaciones en la Ciudad de México el Ballet Kirov, herederos de la más pura tradición e impecable técnica, como lo ha sido desde hace dos siglos la Escuela Imperial de San Petesburgo.

DIEZ FUERON LAS obras presentadas, los mejores pas de deux o solos, lo que dio oportunidad al público de asombrarse una vez más, ante las bailarinas y bailarines estelares, tanto como de otros que en éste programa pudieron mostrarnos una escuela tan depurada y efectiva que pareciera que los virtuosos talentos surgidos de ella, se dieran por puños.

ASI, SE EXTENDIO sobre el inmenso escenario del Auditorio Nacional una clara muestra del estado en que los ex soviéticos mantienen el ballet actualmente, conservando las obras tradicionales como Romeo y Julieta, Lago de Císnes, El Corsario, El Císne (la muerte del císne), Don Quijote, Manón, ballet del inglés Keneth MacMillan, y obras como El Hada de las muñecas, en las que la gracia y el virtuosismo empleados por Legat como coreógrafo no lograron rebasar la barrera del tiempo, convirtiendo a la muñeca y a los arlequines en un bombón que ya no convence en éstos tiempos, salvo como una de las joyas de otra época opacada por la mentalidad contemporánea.
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DE NUEVA CUENTA aparecieron los prodigiosos bailarines Svetlana Zakharov Irma Niorazde, Tatiana Amosova, Irina Golub, Dimitri Semionov, Evgueny Invachenko, Maya Dumtchenko e Ilya Juznetzov, como la dulce princesa, y sus arlequines Irina Zhelonkina, Islom Baimuratov y Maxim Khrebtov.

EL ADAGIO DE Albinoni, interpretado por otro extraordinario bailarín, en una coreografía de Boris Eifman revela, como la obra Middle Duet, estrenada en 1998 de Alexei Ratmansky, cuyos nombres no aparecieron en la hojita como programa de mando donde nos pareció reconocer en Albiboni a Farukh Ruzimatov, el inolvidable conde Albrecht de Giselle, la franca búsqueda del Ballet Kirov por correr con los tiempos modernos integrandose a nuevos conceptos y formas que incluyen ya un manejo de torso, brazos y posiciones que nunca se hubieran soñado en la rígida estructura académica del ballet tradicional.

EL BALLET KIROV enfrenta ahora un reto formidable, marchando prácticamente contra reloj, pues demasiado ha evolucionado el propio ballet clásico en manos de nuevos coreógrafos como Jiri Kylian que, sin abandonar una sólida técnica, crea, con imaginación fabulosa, imágenes que más nos hablan de una profunda síntesis emocional y estética que de la perfección y virtuosismo corporal, en un lenguaje contemporáneo donde la fusión de técnicas y elementos propician una integración dancística, que de otra forma obligaría a las compañías tradicionales a permanecer enclaustradas en las obras del repertorio clásico, lo cual es maravilloso, pero implicaría el no aprovechamiento del capital humano como son sus bailarines, y una falta de nuevo enfoque para la nueva sociedad. Una sociedad que sin duda requiere de sensibles coreógrafos de alta calidad que interpreten y ofrezcan al pueblo ruso contemporáneo su propio presente, tanto como lo que aman del pasado.

EN SUMA, KIROV de Leningrado, con un director espléndido como Makharabek Vasiev, indudablemente sabrá conservar, rescatar y asumir el reto de la época, saltar quizás al vacío para encontrar el gran salto cualitativo hacia el siglo XXI que con el material existen, podría tal vez ubicar con el tiempo al ballet ruso, en Elavant Gard de la danza, como hace tiempo lo hicieran los antiguos bailarines Marinsky Karsavina, Ktchesisnkaya, Nijinsky y su Consagración de la primavera, Fokine, Baskt Gotcharova, Sytravinsky, Diaghilew y toda aquella pléyade de artistas que conmovieran al mundo con su temporada en París a principios del siglo XX  .