DOMINGO Ť 27 Ť MAYO Ť 2001

Ť Más días de descanso

Con humor y astucia enfrentan brasileños la crisis energética

AFP

Río de Janeiro, 26 de mayo. La escasez de electricidad agudizó el ingenio y sentido del humor de los brasileños: desde el presidente hasta el ama de casa buscan la forma de ahorrar energía, pero sobre todo los ciudadanos decidieron encontrar el lado positivo de esta repentina oscuridad.

El ministro jefe del gabinete civil de la Presidencia, Pedro Parente, quien preside la Cámara de Administración de la Crisis de Energía Eléctrica, dijo que se estudia la posibilidad de decretar feriado todos los lunes, a fin de ahorrar energía.

El objetivo gubernamental de economizar 20 por ciento de la electricidad que consume el país, usando para ello multas e impuestos cayó como una pesada carga sobre la población. Al igual que el presidente Fernando Henrique Cardoso, que desde hace una semana no conecta el aire acondicionado de su despacho y disminuyó la iluminación de su residencia en la árida Brasilia, todos los ciudadanos echaron mano a la imaginación para reducir el consumo y alejar el temido apagón.

El plan de austeridad ya ha comenzado y en la calle, los ascensores, los supermercados y las oficinas no se habla de otra cosa. Las ciudades están peor iluminadas, los edificios en la penumbra, en los almacenes se buscan electrodomésticos que necesiten poca energía y se agotan las bombillas fluorescentes que consumen poca electricidad y que Brasil no fabrica y debe importar.

Desaceleración económica

Indirectamente, el racionamiento comenzó a provocar despidos y el gobierno ya admite una desaceleración del crecimiento económico y hasta contempla declarar festivos todos los lunes para ahorrar energía.

La vida diaria de los brasileños se transformó: en los hogares se reduce el uso del agua caliente en la ducha, se cambian las bombillas, se calienta la comida en cocina de gas en lugar de microondas o se abre con menos frecuencia el refrigerador.

En la calle, las estaciones de servicio cerrarán por la noche, los baños públicos desmontables que funcionan con red eléctrica sólo operarán durante el día, las luces de los anuncios deberán apagarse.

El negocio del momento es vender linternas baratas, los bomberos se entrenan para rescatar a personas de ascensores y lidiar con crisis de pánico, se enseña a los ciudadanos a comportarse en caso de un apagón y los ciegos se convirtieron en maestros en el arte de moverse a oscuras.

De Río de Janeiro sólo parece salvarse el Cristo redentor, que por ahora permanecerá iluminado por la noche bendiciendo el caos que se vive 700 metros más abajo, se ha reducido el consumo del tradicional "cafezinho", mientras las estaciones de gasolina cierran al anochecer y muchos organismos empiezan a cerrar sus puertas a las 14 horas.

Pero en Brasil, definitivamente, quien no se consuela es porque no quiere: los románticos aseguran que en las ciudades peor iluminadas las estrellas se ven mejor, los delincuentes se frotan las manos porque la oscuridad facilitará los asaltos y los más astutos hasta idearon planes para alterar los contadores de la luz y estafar al Estado. Por último, esta forzada penumbra hace prever un efecto inesperado en la sociedad brasileña: un considerable aumento de la natalidad dentro de nueve meses.