José Antonio Rojas Nieto
El festín del guardián
El artículo 25 de la Constitución es contundente: "corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral, que fortalezca la soberanía de la nación y su régimen democrático y que, mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta Constitución".
Igualmente contundente es el artículo 87 cuando obliga al Presidente a guardar y hacer guardar la Constitución. ¿Qué significa esto hoy? Algo muy simple, pero muy difícil. El Presidente de la República debe ser -es su responsabilidad que lo sea, pero también nuestra, de todos los mexicanos- el primero que garantice que el desarrollo nacional sea integral, que fortalezca la soberanía de la nación y su régimen democrático. Debe ser el guardián por excelencia.
¿No sería bueno, entonces, que el Congreso -también por mandato constitucional corresponsable del desarrollo nacional- solicite al Presidente una explicación de la algarabía manifestada por la presunta venta de Banamex a Citigroup, que -en opinión de muchos entre los que me cuento-, se traduce en una pérdida de poder social para normar el desarrollo nacional-
¿No sería bueno, asimismo, que se le pregunten las razones de su conformidad con las recomendaciones formuladas por el Banco Mundial, en el sentido de abrir al capital privado nacional y extranjero un sector energético que la mismísima Constitución reserva al control de la Nación? ¿De qué se trata?¿Qué gobierno encabeza Vicente Fox? ¿No debiera, antes de su apresurado festín, someter a debate nacional estos puntos? ¿Eso prometió, no se acuerdan? Hace falta explicar cómo y de qué manera el control de capitales extranjeros de la banca y su participación en el sector energético, como lo recomienda el Banco Mundial, apoya o impulsa el desarrollo integral de la nación.
Explicar, asimismo, cómo este control y esta participación fortalecen la soberanía. En esto no hay retórica, ni medias tintas. Se cumple con la Constitución o no se cumple. Estamos frente a parte del núcleo esencial de nuestras definiciones constitucionales, frente a parte del sustento de nuestra nacionalidad, de nuestro proyecto republicano, de nuestras aspiraciones elementales como nación.
No tiene ninguna gracia ?de veras que no? el inminente control extranjero de la banca en el país. Menos aún la entrega de la renta petrolera por recomendaciones del Banco Mundial al capital nacional y extranjero. Tampoco la entrega del poder social de la nación sobre la industria eléctrica, jamás sustentado por el solo control de la Red Nacional de Transmisión. ¿De qué se trata? Ya ni siquiera se respetan lineamientos y promesas de campaña. ¿Cuántas veces escuchamos que el gobierno de la República impulsaría un proyecto de nación incluyente? ¿A quién o a quiénes quiere este gobierno incluir? Eso no está claro.
Fallo tras fallo y, apenas, seis meses de gobierno. Y nos quedan cinco y medio. ¿Por qué festinar la compra de Banamex, al menos antes ?muchos antes? de discutirlo frente a la nación. ¿Por qué no someter a consideración las razones del festejo? ¿Confianza internacional en México? ¿Bajo riesgo país? Retórica...pura retórica... ¿Dónde están la integralidad del desarrollo, su carácter soberano, la autodeterminación y demás principios constitucionales ¿Dónde? ¿Por qué apresurarse a asegurar que las recomendaciones del Banco Mundial están en línea ?así le escuchamos al Presidente decir? con lo que este país necesita? ¿No se ha dado cuenta de la gran coartada que representa la integración financiera, bancaria, productiva, comercial y, particularmente, energética, para avanzar en el control del proceso de desarrollo nacional?
Integración no es subordinación. Interrelación no es dependencia. ¿No es posible que se piensen un poquito más las cosas? ¿No será oportuno, entonces, que intervenga a fondo el Congreso? Muchas cosas, por no decir que todo, hace pensar que este equipo de gobierno impulsa un esquema de desarrollo con pérdida creciente de soberanía.
¿Se va a ceder el poder social que representa el control nacional de la banca? ¿Se va a ceder el poder social que representa el control nacional del petróleo, del gas natural y de la electricidad? No hay razón -de veras que no- para el festín de nadie. Mucho menos para el festín del guardián.