DOMINGO Ť 27 Ť MAYO Ť 2001
Carlos Bonfil
Llévame contigo
El Festival de Cine Canadiense, en exhibición actualmente en la Cineteca Nacional, y a partir del ocho de junio en Cinemex Masaryk, reúne diez de los títulos de producción reciente que representaron a Canadá en el Festival Internacional de Cine de Toronto. De todas estas cintas, la más esperada es sin duda EXistenZ (Cronenberg, 1999), un estupendo thriller futurista que explora la proliferación y perversión de los juegos de realidad virtual, con Jude Law y Jennifer Jasón Leigh en los protagónicos. En una vena similar de exploración fantástica, el dramaturgo y realizador Robert Lepage propone en Mundos posibles un acercamiento a un tipo de desdoblamiento existencial, a la simultaneidad de experiencias vitales en una sola persona; no un caso de personalidad múltiple, sino una variedad de vidas posibles en un mismo nivel de tiempo y espacio, con tráfico de cerebros humanos y el subsiguiente desarrollo en laboratorio de inteligencias artificiales. Feroz (Ginger snaps), de John Fawcett, y Maelstrom, del franco-canadiense Denis Villeneuve, insisten también, a su manera, en el relato fantástico y en la exploración de los temas de la redención y de la culpa. En esta última cinta, una joven atropella accidentalmente a un obrero y su vida se transforma violentamente al conocer y enamorarse del hijo de su víctima. Otro realizador quebequense, Dennis Arcand (La decadencia del imperio americano, Jesús de Montreal, Amor y restos humanos) explora a su vez en Stardom (Estrellato) el mundo de la moda como variante semi fantástica de la vanidad y del escarnio profesional, un asunto tratado previamente por Robert Altman en Pret a porter (Caprichos de la moda) y por Bob Fosse en Star 80, donde Hollywood remplaza a Rodeo Drive como arena de los sacrificios humanos. El fotógrafo de Stardom, Georges Dufaux, ofrece igualmente en Del arte y la manera en Dennis Arcand, un documental sobre el rodaje de la cinta -un interesante complemento de programa. Otros títulos, aún no vistos, incluyen 2000 y ninguno, de Arto Paragamian, Waydowntown, de Gary Burns, y Profundamente, de Sheri Elwood. Pero la mejor sorpresa es, hasta el momento, Llévame contigo (Emporte-moi), una cinta quebequense de Léa Pool, cineasta suiza radicada en Canadá, cuya filmografía, prácticamente desconocida en México, incluye Anne Triester, La mujer del hotel, y La mujer salvaje, cinta que en ocasiones exhibe Cablevisión.
Léa Pool rompe vigorosamente con los lenguajes en curso del cine comercial canadiense, tanto de habla inglesa como francesa. Llévame contigo es una experiencia fuera de serie, ambientada en 1963, un relato de iniciación afectiva, una confidencia a la vez desenfadada y grave. La heroína es Hanna (Karine Banasse), joven de 13 años, educada muy precariamente en un hogar disfuncional, con una madre depresiva, un padre escritor fracasado, un hermano cómplice de juegos y fantasías, y una maestra atenta a sus altibajos emocionales. Hanna aprende por sí sola los valores de la responsabilidad y de la autodeterminación, y lo hace a partir del cine, y de modo especial, de una película fetiche, Vivir su vida, de Jean Luc Godard. El tono de Llévame contigo es intimista, y apostaríamos, autobiográfico. Una educación sentimental con una película de la Nueva Ola francesa, con música de Marie Laforet (Emporte-moi), y del rock de los sesenta. Anna Karina, la protagonista de Vivir su vida, es el modelo absoluto de Hanna adolescente. Anna/Naná, prostituta por elección propia, celosa sin embargo de la pureza de su alma. Hanna imita a su vez su forma de fumar, de besar, de trotar las calles, y a la menor provocación exclama de modo existencialista, "Yo soy responsable". En una escena formidable repite el baile de la Naná godardiana en torno de una mesa de billar; en otro momento llora frente a la pantalla viendo a Naná, así como Anna Karina lloraba viendo a la Renée Falconetti de La pasión de Juana de Arco, de Dreyer. La propia escena en que se castiga a Hanna cortándole el cabello remite a la cinta danesa. Una educación particular, con juegos fantasiosos e inocentes abandonos lésbicos. Como en el diario de la escritora Janet Frame (Un ángel en mi mesa, de Jane Campion), una sensibilidad heterodoxa se enfrenta a la racionalidad obstinada de los adultos, a la suficiencia de su pretendida madurez. La fantasía liberadora es aquí el cine. Poco después Hanna empuñará ella misma una cámara, y con un sentido nuevo de la responsabilidad, se abocará a la faena de registrar todo un mundo. Una película estupenda.
Llévame contigo se exhibe únicamente hoy en la Cineteca Nacional.