LUNES Ť 28 Ť MAYO Ť 2001

Ť El Senado canceló la posibilidad de frenar el ecocidio en la Lacandonia: jesuita

Si no fuera por tanta desigualdad, Chiapas sería un pedazo de cielo, asegura Arizmendi

Ť El estado para unos ha sido la gloria; para otros, el infierno

JOSE ANTONIO ROMAN

Con todos los elementos de la naturaleza para ser un "pedazo de cielo", Chiapas sería efectivamente un paraíso "si no fuera por tanta desigualdad" existente. "Unos han encontrado aquí su gloria, pues se han enriquecido; otros viven un infierno, por las condiciones miserables de su existencia", afirmó el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, ante miles de feligreses de las tres diócesis chiapanecas, en su peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe.

"Los campesinos y los indígenas no gozan ciertamente de un cielo por el atraso en que se encuentran y por el menosprecio que sufren. Duele hasta el alma ver a las mujeres y a los niños con grandes cargas de leña o de café en la espalda", dijo el prelado en su homilía, en la que insistió en que la esperanza en el cielo no exime a los católicos de la lucha por construir el reino de Dios "desde aquí y desde ahora".

En su homilía, el obispo abordó también el tema de la reciente aprobación de la ley indígena por parte del Congreso, que es revisada en las legislaturas locales. Señaló que "se esperaban pasos más audaces, que abonaran el proceso de paz en Chiapas; sin embargo, somos realistas y sabemos que fueron los únicos puntos en que hubo consenso entre los legisladores actuales".

aguirre-arizmendi3Expresó su confianza de que la sociedad avance en la aceptación de las raíces y de las culturas indígenas que conforman la nacionalidad mexicana. No podemos seguir excluyendo, agregó, a quienes son tan mexicanos como cualquiera, pero diversos en sus expresiones culturales, no sólo folclóricas, sino sociales, políticas, económicas.

"Debemos esforzarnos por que llegue el tiempo en que veamos a los indígenas no como un lastre, del cual hay que deshacerse, sino como una riqueza que se debe conocer, valorar y cultivar", señaló el obispo, quien pidió a la Virgen de Guadalupe "ayuda" para que en el pueblo de México "se abran las mentes y los corazones" hacia los hermanos indígenas.

"Ayúdanos para que llegue el día en que tus hijos de Chiapas y de México formemos  una sola familia. Que nadie se sienta con derecho a menospreciar a los de una cultura diferente, sino que nos veamos todos como hijos de Dios".

La celebración religiosa, a la que asistieron miles de peregrinos de las tres diócesis chiapanecas, fue concelebrada por el obispo Arizmendi; Felipe Aguirre Franco, arzobispo de Acapulco y administrador apostólico de Tuxtla Gutiérrez, y por monseñor Carlos Lomelí, administrador de la diócesis de Tapachula. Cada año, estas tres diócesis -que abarcan todo Chiapas- hacen su peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe en forma colectiva.

Señaló que para que Chiapas sea el paraíso y el cielo que Dios quiere es necesario que las propuestas que se hacen para el desarrollo del estado no sirvan sólo para enriquecer a unos cuantos privilegiados, dueños de grandes capitales, ni para devastar más los recursos naturales en beneficio de intereses pocos claros, sino que alienten caminos de desarrollo integral, que generen condiciones de vida digna para campesinos e indígenas, y así se ataquen las causas que dieron origen al conflicto armado.

Sólo el trabajo bien remunerado y condiciones laborales adecuadas, con leyes que protejan la cultura y la ecología, pueden traer la paz, advirtió. Anunció que la pastoral social de las tres diócesis, a pesar de no contar con grandes recursos, hace un serio esfuerzo por impulsar proyectos que hagan menos difícil la vida de los más marginados.

Pero criticó elementos adversos que contribuyen al deterioro del nivel de vida de los campesinos e indígenas, aun cuando se esfuerzan y trabajan en el campo para salir adelante. En este caso, sólo por mencionar un ejemplo, citó el escaso valor que tiene el café en el mercado internacional, mientras que lo que lo que consumen cada día cuesta más caro.

Es injusto, añadió, que el precio del café dependa de los especuladores en la Bolsa de Nueva York, que nunca en su vida han ensuciado sus manos con el cultivo tan pesado del aromático. La globalización económica, sin sustento ético de justicia y de solidaridad, se convierte en un fenómeno opresor y excluyente de grandes masas de población.



Ť La ley indígena, un bofetón

ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL

San Cristobal de Las Casas, 27 de mayo. Con 37 años de trabajo pastoral en las más remotas comunidades de Ocosingo, Palenque, Chilón y otros municipios de Chiapas, el sacerdote jesuita Mardonio Morales asegura que al aprobar la Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas, los senadores de la República "cancelaron la única vía que se había encontrado para poner freno al despojo y la destrucción" en la selva Lacandona.

"La limosna que dicen darnos con lo que aprobaron suena a un bofetón", afirma y agrega: "Los que hemos sido testigos de esta organizada y planeada implementación del trabajo del petróleo, de la infraestructura necesaria para la búsqueda del uranio y producción de electricidad" en la selva "no podemos aceptar la 'ingenuidad' de los senadores".

Al fin, indica, "se le ha dado nombre (Plan Puebla-Panamá) al proyecto que (en la selva chiapaneca) se viene implementado desde hace muchas décadas: Es el neoliberalismo galopante".

Conocedor de la problemática en las Cañadas y testigo de la "destrucción irreversible de la selva y de la biodiversidad", el sacerdote aceptó dar su opinión acerca del Plan Puebla-Panamá (PPP). No acostumbrado a dar entrevistas grabadas, su condición fue que lo haría por escrito, y preparó cuatro cuartillas manuscritas.

"Después de la experiencia de varias décadas (en la selva) queda uno pasmado ante la expresión de los senadores que afirman con desplante que el inocente y prometedor PPP es un simple proyecto por implementar", dice, y añade que "la única vía que se había encontrado para poner fin a este despojo y destrucción eran los acuerdos de San Andrés".

Pero expresa su temor de que sea demasiado tarde para frenar este plan neoliberal, pues, "estamos en la línea de aplicar en sus últimas etapas de ejecución de este proyecto que dicen desconocer nuestros senadores. La limosna que dicen darnos con lo que aprobaron (la ley indígena) suena a un bofetón".

El sacerdote jesuita que desde 1969 comenzó a visitar pastoralmente la región de la selva, dedicándole 25 días de cada mes al área rural y el resto a la sede de su parroquia ubicada en Bachajón, municipio de Chilón, se remonta al principio de su llegada a la zona. Desde entonces "he sido testigo del desarrollo de la infraestructura necesaria para la explotación del petróleo; de la destrucción sistemática de la selva y de la implementación de programas que han llevado al control de la población cada vez más numerosa", puntualiza.

En un principio, recuerda, "cuando no había ninguna carretera y que solamente existía la brecha que venía de Tenosique (Tabasco) y llevaba al aserradero de Chancalá ?de donde partía un camino que se adentraba en la selva para explotar la madera fina: caoba, cedro, chicle, etcétera?, al ir bajando por la veredas, me fui encontrando las mediciones señaladas con piedras y troncos de árboles que iban haciendo ingenieros de Pemex. Me señalaron los habitantes de la región una placa de bronce asegurada en un bloque de cemento, con esta inscripción: Pemex 1961".