LUNES Ť 28 Ť MAYO Ť 2001

Ť Tesis de Raffaele Simone en un libro de reciente aparición

La imagen, ''tercera fase'' del conocimiento humano

Ť Las dos primeras fueron lectura y escritura, plantea el lingüista

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

La forma en que el ser humano produce y transmite conocimientos ha transitado por dos "grandes fases" históricas: la invención de la escritura y la invención de la imprenta. El rasgo común de ambas fue influir de manera decisiva en las dos caras de una misma operación: leer y escribir. Pero en los últimos 15 o 20 años, como consecuencia del vertiginoso desarrollo de los medios audiovisuales, la humanidad ha ingresado a una "tercera fase", en la cual la imagen está supliendo a la palabra como vehículo transmisor de información y conocimiento.

El lingüista italiano Raffaele Simone hace este planteamiento y explora sus posibles consecuencias el libro La tercera fase (Taurus), de reciente publicación en México.

Siguiendo la argumentación de Simone, la primera fase -marcada por el nacimiento de la escritura- "permitió fijar con signos escritos las informaciones en un soporte estable, librando a la memoria individual y colectiva del peso de una enorme cantidad de datos que hasta entonces tenían que ser registrados en la mente".

La segunda fase empezó 20 siglos después, con la invención de la imprenta, lo que -cita Simone-- se ha llamado "la revolución inadvertida", la cual hizo que del libro, "hasta entonces carísimo e irreproducible, un bien de bajo precio y casi popular".

A partir de entonces, el libro adquirió una "importancia revolucionaria" y "ha sido durante muchos siglos y sigue siéndolo, una especie de símbolo del conocimiento y la cultura"

Simone recuerda que en otros tiempos existió una preocupación "que hoy nosotros ya no sentimos: los conocimientos son un patrimonio frágil, delicado, siempre expuesto al riesgo de perderse (...)".Aunque las conquistas alcanzadas por el invento de la imprenta nos hayan parecido siempre permanentes e inmutables -sostiene el autor de La tercera fase-- en un determinado momento algo ha sucedido: "De momento se ha producido un drástico cambio cuantitativo: hoy día, la cantidad de cosas que sabemos porque las hemos leído en alguna parte es mucho menor que hace 30 años. Sabemos muchísimas cosas que en realidad nunca hemos leído en ninguna parte, y mucho menos en los libros: las hemos podido simplemente ver o quizá las hayamos leído con una forma especial de lectura en la pantalla de un ordenador. (...) También las hemos podido escuchar y no de viva voz, de nadie, sino en una radio, o más probablemente a través de un amplificador".

Como consecuencia de ello, "en la actualidad el sentido mismo de la palabra leer es mucho más amplio que hace 20 años: ya no se leen sólo cosas escritas. Es más, la lectura de cosas escritas en el sentido usual del término no es ni el único ni el principal canal que utilizamos para adquirir conocimientos e información. (...)Algunos han observado, por ejemplo, que la escritura nos permite expresar un saber más articulado, más refinado, más complejo -quizá porque activa una forma específica de funcionamiento de la inteligencia--. Hasta es posible que dicha complejidad y sutileza haya sido precisamente creada por la escritura, por una especie de extraordinario círculo virtuoso. El último efecto, el más profundo, se ha producido en las operaciones de la mente, que no permanece insensible a los cambios de contexto tecnológico".

En la Tercera Fase -escribe el también autor de Fundamentos de lingüística-- los tipos de conocimiento que circulan "están menos articulados y son menos sutiles, y es más, hasta pueden prescindir de su apoyo en formulaciones verbales. Este hecho ha llevado a algunos a mantener que, en el paso del siglo XX al XXI, se ha producido una degradación cualitativa del saber general, mientras que quizá sólo haya cambiado su naturaleza".

Simone no comparte la "actitud tan negativa" sobre la perdida de la afición por la lectura y el dominio de la imagen sobre la palabra escrita, expresada por Giovanni Sartori en el libro Homo videns. En ese sentido, puntualiza que no es la televisión la que ha relevado al libro en la formación de conocimientos, sino algo más radical: "una modalidad perceptiva que he llamado visión no-alfabética, la cual se aplica, entre otras cosas, al hecho de mirar la televisión y en general en todo aquello que emite el video".

No obstante, el autor de La tercera fase acepta que "las observaciones de Sartori contienen más de una pista interesante, en cuanto que aluden no solamente a un cambio de costumbres, sino sobre todo a una profunda transformación del estilo cognoscitivo".

En una de las tesis más provocadoras de su libro, el autor establece la premisa de que la lectura está ligada a una determinada forma de inteligencia y que, por tanto, si la lectura está en declive, también lo estará su inteligencia específica. Después de lo cual propone una "tesis todavía más global: el declive internacional no sólo del consumo de lectura, sino también e la capacidad de leer marca el paso de un medio de adquisición de conocimiento a otro: en fin, no se trata de un accidente ocasional, sino de una de esas transiciones profundas sobre las que este libro quiere llamar la atención".

La occidental, cultura proposicional

El lingüista afirma que nos encontramos en una transición entre dos culturas: una cultura "proposicional" (que privilegia las acciones de decir, analizar, distinguir, jerarquizar) hacia una cultura "no proposicional" (el decir que no tiene en cuenta las máximas de la cultura proposicional).

"No cabe duda de que la que llamamos globalmente cultura occidental es de tipo proposicional". Pero el lenguaje de las nuevas generaciones -resalta Simone--"manifiesta una fuerte tendencia hacia lo no proposicional", de lo cual se deriva que se prefiere "la alusión, la evocación indirecta o genérica de experiencias compartidas a la verbalidad; la idea de que no es relevante dar nombre a las cosas y traducir las experiencias a palabras y discursos".

Antes que preguntarnos si esto es bueno o malo, Simone nos exhorta a hacernos preguntas más inquietantes y provocadoras: "ƑEstamos seguros, por ejemplo, de que el espíritu analítico en el que se ha basado nuestra cultura durante siglos no ha traspasado el límite?" "ƑEstamos seguros de que estas señales que nos llegan del mundo de los jóvenes (de sus gustos,d e sus lecturas, su cultura, en muchos aspectos ya más globalizada que la economía) no son indicios de un nuevo estándar, y de que nos hace falta hoy día realizar un esfuerzo para reflexionar sobre este estándar y quizá incorporarlo a nuestras instituciones?"