Lunes en la Ciencia, 28 de mayo del 2001
Mr. Bush y el ambiente Victoriano Garza Almanza ƑCrees que uno pueda ser realista sin que se le acuse de pesimista?, me preguntó cierta vez un analista del medio ambiente. No recuerdo cuál fue mi respuesta, pero pienso que en el mundo de hoy suele confundirse lo que es la percepción objetiva de los acontecimientos cotidianos con la visión pesimista de las cosas. Basta con que uno encienda la radio o la televisión o lea los encabezados de los periódicos para darnos cuenta, en ese momento, de que hay más caos que orden a nuestro alrededor. De uno a otro día, de una semana a otra, en cualquier ciudad o país los hechos negativos variarán en cantidad, pero no en su pésima calidad. Tomar nota de la prevalencia de la anarquía no es pesimismo en absoluto, aunque a algunos les parezca. Qué nos asusta ahora el hecho de que el presidente de EU, George W. Bush, dé marcha atrás a los compromisos de protección ambiental que su país indujera, desarrollara y hasta adoptara nacional e internacionalmente. Tan sólo en 100 días de gobierno, Mr. Bush ha dado al traste con los esfuerzos de protección ambiental que Estados Unidos realizó desde los años 60. En pocos días, por la fuerza del poder, su gobierno se deshizo de compromisos internacionales -avalados por sus predecesores- tendientes a reducir la producción de agentes contaminantes o eliminar fuentes de polución ambiental. La idea que subyace a esta decisión es que EU no debe frenar su desarrollo por causa de un montón de sustancias que afectan al ambiente. Hacer caso a todas esas reglas de control significa deteriorar el propio crecimiento de la nación. En tal sentido, la máxima que los ambientalistas reconocen como el emblema del nuevo gobierno estadunidense es: "la contaminación es la solución" ("pollution is solution"). Los grupos ambientalistas estadunidenses están alarmados porque, por las actitudes y decisiones que está tomando Mr. Bush en relación al ambiente, temen que desaparezcan regulaciones propias como las actas del Aire Limpio, del Agua Limpia, de las Especies en Peligro de extinción, y otras más. Deb Callahan, de la League of Conservation Voters, afirma que el gobierno del actual presidente de EU "ha devenido en el gobierno ambientalmente más hostil de la historia". Algunas de las decisiones de Mr. Bush que más han llamado la atención son: (1) el retiro de su apoyo al Protocolo de Kyoto, que es un tratado para evitar el continuo y acelerado calentamiento global; y (2) su firme propósito de perforar pozos para extraer petróleo en territorio de Alaska donde se encuentra el Refugio Nacional Artico para la Vida Silvestre, que legalmente, pero débilmente, aún está protegido de esta actividad, pues el impacto de la explotación petrolera en esa zona afectará hasta la extinción a la fauna de la región. Otras acciones ambientalmente nada amigables que en el vecino país se están reconsiderando son los límites de emisión de dióxido de carbono, el anuncio de recortes a los programas de prevención de fuegos forestales, dar marcha atrás en medidas que darían mayor protección en el control del arsénico en agua, la búsquedad de abastecimiento de energía no solamente en Alaska sino en Canadá y México, y la propuesta de recortar a los programas ambientales 2.3 mil millones de dólares para el año fiscal 2002. Ahora poco parece interesar el desarrollo de alternativas energéticas que sustituyan a las fuentes fósiles. De lo que no cabe duda es que en EU se va a calentar el clima no sólo por el fenómeno global, sino por los riesgos políticos que los asuntos ambientales representan para la comunidad estadunidense. En principio, el desinterés por lo ambiental y los recortes que se avecinan provocarán desempleo, primero en los programas de gobierno y después en la iniciativa privada. Lo que estas actitudes muestran al final, es que -negocios e industria de por medio- poco importa la tan manipulada "sustentabilidad", las prioridades son otras. Ya a nadie se le ocurre pensar: "Simplemente ver un horizonte distante a través del aire limpio -la fina línea de una lejana colina o la cumbre azul de una montaña- es suficiente riqueza para una tarde", como lo creyera en el siglo XIX el estadunidense Henry David Thoreau, filósofo de la naturaleza. La visión catastrofista de lo que sobrevendrá en pocas generaciones no es pesimismo, es la pura realidad de como están sucediendo las cosas. El autor es investigador de temas sobre medio ambiente y ecología en Ciudad Juárez |