MARTES Ť 29 Ť MAYO Ť 2001
Ť Ugo Pipitone
Comercio mundial y otros detalles
La Organización Mundial del Comercio (OMC) acaba de publicar su informe anual 2001 que contiene los datos del comercio internacional del año pasado. Registremos las tendencias sobresalientes.
1. 2000 fue el año de mayor crecimiento de la década del comercio y del producto interno bruto mundiales. Mientras el primero registra un incremento real de 12 por ciento, el PIB crece a una tasa de 4 por ciento.
2. El comportamiento del 2000 confirma una tendencia prevaleciente en toda la década: el comercio mundial crece tres veces más rápidamente que la riqueza mundial. En el promedio de los noventa: 6.8 contra 2.3 por ciento.
3. Los precios de los productos manufacturados objeto de comercio internacional siguen bajando y se encuentran hoy por debajo del nivel de 1990. La reducción de la inflación y la competencia en productos electrónicos y de telecomunicaciones han hecho el milagro.
4. Entre los 30 principales exportadores del mundo, los dos países que registran en los años noventa el mayor crecimiento medio de sus exportaciones son China y México: 15 por ciento cada uno. Seguidos por Corea del sur, Singapur, Malasia, Irlanda y Tailandia.
Dejemos hasta aquí la síntesis de los datos sobresalientes del informe de la OMC. Comentemos de entrada que la tendencia del comercio a ser el componente más dinámico de la creación de riqueza, no viene de los años noventa sino que es legítimo hablar, a este propósito, de la acentuación de una tendencia secular. Veamos. En el siglo anterior a la Primera Guerra Mundial las exportaciones crecieron dos veces más que el PIB mundial. En la primera mitad del siglo XX, entre guerras y bloqueo del comercio internacional, el PIB registró su peor desempeño. En la segunda mitad del siglo el comercio vuelve a ser un factor dinámico determinante con un crecimiento considerablemente superior al del PIB mundial. Es obvio que cualquier país que en este último periodo hubiera quedado fuera de las grandes redes del comercio mundial de manufacturas, habría perdido un elemento central para el impulso de su propia economía. Si miramos a los años noventa, los países cuyas exportaciones crecen más rápidamente son los que registran un mayor incremento del PIB.
A este propósito, la diferencia más significativa está entre China y México: los exportadores más dinámicos de la última década del siglo pasado. Volvamos a los números. En China las exportaciones crecen a un ritmo de 15 por ciento anual, mientras el PIB lo hace alrededor de 10 por ciento. En México, frente al mismo crecimiento de las exportaciones, el PIB sólo crece a un ritmo medio anual cercano a 3 por ciento. ƑPor qué? ƑPor qué en China un aumento unitario de las exportaciones arrastra un crecimiento del PIB de 0.67 puntos, mientras en México ese poder de arrastre se limita a 0.2 puntos? La respuesta es (casi) obvia: el mercado interno. En China el dinamismo del mercado interno (o sea, el aumento del empleo y de los salarios) hace posible que el país alcance altos niveles de ahorro y de crecimiento con recursos propios. En México, no obstante los recientes avances en la generación de empleos, los salarios siguen bajos aunque la productividad registre importantes aumentos. Resultado: una tasa de ahorro que apenas alcanza la mitad de la China. No es que ahí (en empleo y salarios) esté toda la diferencia, pero está gran parte de ella. Lo que obliga a México a depender más que China del aporte constante de financiamiento externo.
El presidente Mao decía que había que caminar con las dos piernas (él pensaba en industria y agricultura y, por cierto, tenía razón); hoy China lo confirma a través del crecimiento simultáneo de mercado interno y vínculos internacionales. Una operación en que México no alcanza aún un grado comparable de éxito. Una clave central está probablemente en que China inaugura los años ochenta con una profunda transformación de la agricultura, en tanto México sigue entrampado en un problema rural (generador inacabable de pobreza, gigantismo urbano y bajos salarios) para el cual no acierta aún soluciones reales de mediano plazo.