MIERCOLES Ť 30 Ť MAYO Ť 2001

Ť Exposición con obra reciente del artista sinaloense en la Galería Estela Shapiro

Plasmar el amor por la vida, afán esencial en el quehacer plástico de Antonio López Sáenz

Ť Nunca permitió que las imágenes de su natal Mazatlán abandonaran sus cuadros

MONICA MATEOS-VEGA

En la obra del pintor sinaloense Antonio López Sáenz (Mazatlán, 1936) no sólo se reflejan los colores de la costa del Pacífico, sino un gusto por vivir, por estar.

Por eso, la mayoría de los personajes que habitan las escenas plácidas salidas de su pincel no tienen rostro, es la actitud de esos seres, impregnada de sosiego, lo que anima al espectador a indagar ya sea en las olas que se arremolinan en el casco de un barco o en las faldas de las mujeres que pasean en el malecón, piezas incluidas en la exposición Antonio López Sáenz. Obra reciente, que exhibe en la Galería Estela Shapiro, ubicada en Víctor Hugo 72, colonia Anzures, y que culminará el 26 de junio.

López Sáenz tuvo que salir de su tierra natal para poder desarrollar su vocación por el arte, pero el creador nunca dejó que las imágenes de Mazatlán abandonaran sus cuadros.

Vivir para el oficio

El artista recuerda cómo hace casi 50 años sus padres decidieron apoyarlo para que estudiara en la Academia de San Carlos de la ciudad de México:

''Fue difícil salir de la casa familiar, pero nací con la vocación por la pintura, la sentía en mi sangre y no la pude detener. Mis padres se dieron cuenta de que eso afloraba en mí, les inquietaba mucho escucharme decir que quería ser pintor y escultor. Entonces, además de dibujar, hacía muñequitos de barro sobre la banqueta, pero bajo el sol inclemente del Pacífico pronto se quebraban."

Al terminar sus estudios en San Carlos, en donde descubrió, a los 18 años, el arte europeo, López Sáenz estudió restauración y en 1963 colaboró en los trabajos que se llevaban a cabo en la zona arqueológica de Teotihuacán.

Su primera exposición la realizó en la Universidad de Sinaloa, institución que recientemente le organizó un homenaje por sus cuatro décadas en la pintura. Asimismo, el premio estatal de pintura de aquella entidad lleva el nombre del artista mazatleco.

''Lo más importante que he aprendido de este oficio es la dedicación y que es un placer pintar todos los días. Soy feliz trabajando, vivo para mi oficio, no hago otra cosa, soy soltero.''

Espontaneidad y madurez

''Fui pintor abstracto, expresionista, tuve muchas influencias, crucé muchos caminos hasta que llegué a lo que soy ahora. Pero es algo muy difícil de explicar porque uno no se da cuenta cuándo ha llegado a la madurez, sucede espontáneamente y así debe ser.

''Es decir, en el curso del trabajo llega un momento en el que los personajes ya no son gordos, ya no son flacos, ya no son cabezones, cambia el color. Y si todo ello no se da de una manera espontánea, todo es falso."

El creador se asume como un artesano que deja a la obra hablar, pedir en algún rincón más color amarillo o rosa. Así surgen también sus esculturas en bronce, en terracota y piezas de cerámica que hablan del mar, de la playa, de los músicos y pescadores que recorren el malecón.

''A mí no me corresponde hablar de tener un estilo, eso se lo dejo a los críticos. Sólo puedo decir que la dedicación es la base de mi pintura, soy muy laborioso y exigente con mi trabajo, elaboro varias obras a la vez para plasmar el amor por la vida, incluso a veces hago tragedias, pero siempre me quedan muy alegres. Eso es en lo que creo."