JUEVES Ť 31 Ť MAYO Ť 2001
Ana María Aragonés
Cadena de responsables
Las muertes de 14 mexicanos que buscaban traspasar la frontera para cambiar sus condiciones de vida trabajando en Estados Unidos son una tragedia inaceptable y todos aquellos que favorecen tal situación son responsables.
Estados Unidos es responsable, porque al hacer efectivas las leyes antinmigrantes no sólo los esá obligando a buscar pasos fronterizos cada vez más peligrosos, sino que está negándose a aceptar que gracias a los migrantes tienen comida barata en sus mesas, servicios eficientes en hoteles y restaurantes, frutas y verduras de extraordinario sabor debido a que no son las máquinas las que entran en su producción, sino las manos de los migrantes mexicanos que cuidan la tierra. Además, los migrantes y sus hijos serán los que aporten los fondos necesarios a través de sus impuestos, cuando la población del baby boom se retire, que será dentro de muy poco, por cierto. Un estudio presentado por CNN afirma que si antes había 14 trabajadores por cada jubilado, ahora hay tres por jubilado. Por lo tanto los necesitan y deben actuar en consecuencia y con justicia.
El gobierno de México es responsable porque debe enfrentar de una vez por todas el hecho de que son los problemas económicos y la mala distribución del ingreso los que favorecen los flujos migratorios. Si el gobierno del presidente Fox continúa con las políticas de contención del salario y de regresión del ingreso, la migración estará presente exactamente igual o peor, porque las necesidades de ambos lados serán cada vez mayores, uno expulsando y el otro atrayendo. Y los migrantes respondiendo a tales factores y sin la más mínima protección.
Es responsable el Congreso, que no hace nada ante tal tragedia.
Son responsables los polleros, delincuentes que han proliferado a consecuencia de una política que los prohíja. Castigar a los polleros es urgente, pero seguirán multiplicándose si las condiciones para los migrantes se mantienen.
Deben acordarse nuevos tratados paralelos en materia migratoria como parte del TLC, en tanto que éste, firmado y pensado para los ricos de los tres países, sea revisado y reorientado para que sea la sociedad en su conjunto la que se beneficie.
Si de regionalizarse se trata, Estados Unidos y Canadá, como países de altísimo poder económico, deben disponer un fondo para apoyar el desarrollo económico de México y superar la gravísima disparidad entre los tres socios, como lo hizo en su momento Felipe González con el entonces Mercado Común Europeo. La regionalización producto de la globalización puede tener sentido sólo si responde democráticamente a las aspiraciones de las mayorías incorporando agendas sociales y escuchando las voces y propuestas disidentes.
Revertir la tendencia debe ser el objetivo central de la política migratoria del nuevo gobierno, pero sin duda tomará tiempo, aun suponiendo que cada parte responsable del problema cumpliera con sus obligaciones. Pero lo que sí se puede terminar ahora es con la indefensión que sufren nuestros trabajadores, que los hace portadores de tanta tragedia y tan triste realidad, negociando seriamente con Estados Unidos la eliminación de la presión en la frontera para que estos flujos se encaminen hacia sus destinos, pues la gran mayoría de estos migrantes ya tiene el trabajo asegurado.
Finalmente, habría que trabajar en torno a una antigua propuesta que, si mal no recuerdo, provenía de Carlota Botey y que no prosperó porque, desde mi punto de vista, no se había alcanzado el grado de articulación de los diferentes grupos sociales que ahora sí han empezado a tomar forma, como lo han demostrado a lo largo y ancho del planeta: una semana de brazos caídos de todos los migrantes del mundo. Eso sí sería realmente efectivo.