JUEVES Ť 30 Ť MAYO Ť 2001
COSAS DE FUTBOL
Josetxo Zaldúa
De sombra: Triste, casi bochornoso, el espectáculo dado por el Tri en su cotejo ante Australia. La selección, con Enrique Meza al frente, ha tocado fondo. Falta de todo en la oncena nacional: disposición, mística, orden táctico, técnica de conjunto, ambición, en fin, dan ganas de llorar cada vez que toman el balón y no saben qué hacer con él.
De sol: Cruz Azul fue la antítesis del Tricolor. Bien colocados sobre la cancha, con las instrucciones de su técnico José Luis Trejo cumplidas cabalmente, los cruzazulinos se merendaron a los millonarios del River Plate en el primer tiempo y administraron su ventaja con singular maestría en el segundo.
Cara y cruz del futbol nacional. La selección nacional pierde su prestigio ante una oncena, la australiana, novicia en esto de las patadas futboleras. Ellos eran los expertos y los nuestros parecían los novatos.
Horas después, Cruz Azul restañó a medias el maltrecho orgullo nacional (y hablamos de futbol) y se clasificó para las semifinales de la Copa Libertadores, donde disputará una plaza para la final con otro conjunto argentino, Rosario Central, inferior sobre el papel al River Plate.
Cierto es que quienes ganan o pierden los partidos son los jugadores. El entrenador no mete goles, no gambetea, no se para de arquero, o en la media cancha para distribuir la bola. Pero Meza tiene una gran e ineludible responsabilidad en el actual estado de cosas.
El establece la estrategia, el orden, y algo esencial, la motivación. Esos factores están ausentes en la selección nacional. Tenemos un equipo para, con justeza, andar por casa y contra equipos centroamericanos y caribeños que son severamente afectados por la altura de la ciudad de México y por el pánico escénico que para ellos significa jugar en el Azteca.
Carencias al descubierto
Australia desnudó, con fortaleza y sentido común, las carencias de nuestros seleccionados, que ahora deberán encarar a los incansables coreanos en condiciones poco propicias. Desmoralizados de entrada, los seleccionados tienen ante sí, sin embargo, la oportunidad de romper los pronósticos que ya apuntan a una nueva derrota.
Y de pronto hay que preguntarse si no será más saludable que vuelvan a perder para que la crisis estalle con fuerza y se abra así la posibilidad de abordar en fondo y forma la problemática que aqueja al Tri.
Tendemos en demasía a aplicar paños calientes a la mínima provocación. Ganar a Corea del Sur, a lo peor, no hace sino prolongar el estado agónico del conglomerado que rodea a la selección, y hablamos obviamente de los señores de pantalón largo.
Salir apaleados, o casi, de la Copa Confederaciones importa, claro está, pero importa más clasificar al Mundial del año próximo. Y hay que actuar rápido porque lo que se necesita aprender no es poca cosa. Sería muy saludable que de una vez por todas se asuma que nuestro futbol, cuando menos a nivel de selección, ya vivió sus mejores tiempos.
Que la FIFA coloque al Tri entre las primeras 20 selecciones mueve a risa. Mejor es aterrizar y reconocer las limitaciones propias de un futbol permanentemente ensuciado por sus directivos.