MARTES Ť 3 Ť JULIO Ť 2001

Ť Después de nueve años de silencio publica el poemario Otoños y otras luces

Angel González: la ''aldea global'' está llena de miserias y horrores

Ť Utilizo el lenguaje coloquial porque me gusta escribir con sencillez, dice a La Jornada

Ť ''La poesía ilumina, explica el mundo y responde a la necesidad de entender la vida''

ARMANO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid. Angel González habla del otoño que no cesa, de la vida que se extingue y del silencio que la creación poética descubre. El poeta asturiano autoexiliado en Nuevo México desde 1972 es un ''viejo rojo empecinado en descubrir los sentimiento agudos'' mediante el lenguaje. Su poesía, irreverente y sencilla, es una travesía con infinitos enigmas por resolver para el propio autor, que se confiesa ''noctámbulo'' y ''nostálgico'' de un ''tiempo terrible'' que vivió: la Guerra Civil española, la posguerra, la dictadura y ahora la democracia en manos de los ''hijos del franquismo''.

Cita a la muerte con las enunciaciones elegiacas que da el otoño, ''ese momento de la vida en el que la vida se extingue''. Desde ese páramo poético y estival, ''la antesala del silencio'', el poeta mira la vida con su mirada inefable y habla de la palabra con su verso irónico y sencillo.

Generación acorralada

Nacido en 1925, el poeta Angel González es uno de los autores vivos más emblemáticos del género, pero también es la enunciación de una generación acorralada entre las convulsiones históricas y artísticas del siglo XX y la oscuridad de una dictadura, la de Francisco Franco, que acabó por condicionar su propia vida y su obra.

En entrevista con La Jornada, el autor de Otoños y otras luces, su reciente libro después de nueve años de silencio, confesó que en este su albor otoñal ve un mundo en el que la llamada aldea global está llena ''miserias y horrores''angelg en el que la palabra, su ''palabra poética'', anhela el ''amor solidario'', la única salida a la barbarie que alimenta la realidad de nuestra civilización.

-En Otoños... hay sólo una faceta de Angel González, quizá la más elegíaca y reflexiva.

-Creo que es nostálgico y elegíaco, son poemas que escribí a lo largo de nueve años, aunque tengo otros más irónicos que también caracterizan parte de mi escritura, pero a la hora de pensar un libro con todos los poemas, el libro no me salía de ninguna manera. Por eso elegí una serie de ellos que sí tienen una cierta coherencia por la nostalgia, la elegía, el paso del tiempo, la vejez.

-Usted dice sobre el otoño: ''Se diría que aquí no pasa nada,/ pero un silencio súbito ilumina el prodigio:/ ha pasado/ un angel/ que se llamaba luz, o fuego, o vida./ Y lo perdimos para siempre''.

-El otoño es un momento muy bello pero es cuando la vida se acaba y ese final produce un doble efecto: primero, un sentimiento elegíaco y segundo, amor a la vida, porque generalmente lo que escasea siempre tiene un valor extraordinario.

Palabra en ebullición

González vive en Alburquerque, Nuevo México, donde además de haber impartido clases de literatura ha inflamado sus recuerdos rodeado de abetos y silencio. Los académicos y críticos explican su obra poética a partir de su propia circunstancia: la censura, la cerrazón de la dictadura franquista y el deseo vehemente de poner tierra de por medio a tan infame situación. El lo hizo por voluntad propia, ya que a pesar de haber colaborado y participado activamente en la lucha clandestina contra la dictadura, desde el Partido Comunista, nunca fue descubierto, pero decidió, en vista de que ese ''horror parecía que nunca iba a terminar'', emigrar con la cabeza gacha y la palabra en ebullición.

-En esta nueva entrega de poemas mantiene firme su preocupación por la utilización de la palabra exacta.

-Siempre soy muy cuidadoso en el uso del lenguaje, utilizo como materia de trabajo el lenguaje coloquial porque me gusta la simplicidad, la claridad, pues es más difícil escribir con claridad que escribir en la oscuridad como hacen otros poetas, que cultivan el hermetismo y ni ellos saben lo que quieren decir ni el lector les encuentra un sentido. Siempre pretendí la sencillez, así al principio no haya sido de manera consciente.

-ƑNunca se separó de esta línea a pesar de la influencia de la proliferación de las vanguardias en el siglo XX?

-Sí, la vanguardia me influyó mucho porque leí a poetas como Gerardo Diego, creacionista o ultraísta, y leí apasionadamente a César Vallejo y eso me dejó alguna huella que se puede advertir en alguno de mis poemas: el gusto por el juego, por lo lírico, pero nunca me contagió la oscuridad de las vanguardias y la racionalidad absoluta, que he tratado de controlarla.

-La ironía también es parte de su canto elegiaco.

-Sí, porque en principio la ironía para los poetas de mi generacion fue un medio de esquivar la censura franquista, pero con el tiempo advertí que la ironía expresa la ambigüedad del mundo, es decir, la ironía te permite decir sí y no al mismo tiempo.

Angel González escribió su primer libro Aspero mundo alejado, por prescripción médica, del estruendo de la ciudad y de la ''contaminación'' de las ''camarillas artísticas''. A mediados de los cincuenta, el poeta enfermó de tuberculosis y estuvo a punto de morir. Se recuperó, pero ese susurro al oído de la muerte próxima le permitió conocer el ''primer otoño'' de su vida a una edad temprana. Después escribió Sin esperanza, con convencimiento (1961) y Palabra sobre palabra (1965), con los que se consolidó como un exponente de la generación del 50, en la que convergen la tradición poética y la realidad social, otra vez marcada por el estigma del poder militar.

Respeto por el exilio

-Su generación también estuvo marcada por la división, por el exilio y, después, por cierta reconciliación.

-Cuando desapareció la dictadura desaparecieron muchos dogmatismos. Tengo mucho respeto al exilio, ellos fueron echados a patadas de un país donde o los mataban o los encarcelaban. Yo no fui exiliado, sino harto de la España de la dictadura, que parecía que no iba a acabar nunca.

-Se mantiene ''rojo'' hasta ahora, pese a los malos tiempos que corren para esta ideología.

-Trato de mantenerme ''rojo'' aunque luego la historia demostró lo que había de utopía y de mentira, hay muchas cosas en las que creíamos con firmeza como el estalinismo, que sin embargo la idea que había detrás era todo mentira. La utopía que había detrás de aquella mentira está en toda mi vida. Nosotros vivimos en el barrio de lujo de la aldea global, pero la aldea global está llena de horrores y de miserias y tratar de ponerle remedio a eso y buscar soluciones es una utopía tan viva como cuando estábamos en plena miseria. He viajado un poco por América Latina y lo que ocurre ahí clama al cielo. La pobreza es dramática y, además, hay una riqueza ostentosa de una minoría insolidaria.

-ƑLa poesía le sirve de arma de guerra y de entendimiento de este mundo tan complejo?

-La poesía ilumina, aclara, explica el mundo y responde a la necesidad de entender la vida. Escribir no es doloroso, la poesía suele nacer de un sentimiento agudo que exige ser formulado, encontrar esas palabras que expresan ese sentimiento íntimo es placentero cuando aparecen las palabras. Cuando no aparecen, entonces no escribes, nadie está obligado a escribir un poema porque si no es necesario para ti cómo va a ser necesario para los demás. Gracias a las palabras surge ese sentimiento un poco oscuro que no se sabe a dónde lleva.