Ť La sed, nuevo libro de la escritora jalisciense publicado por Colibrí
Adriana Díaz Enciso: la presencia vampírica, pretexto para responder interrogantes comunes
Ť Traducciones, docencia y corrección de estilo son actividades mal pagadas, señala
Ť El dolor humano será el tema de su próxima novela, anuncia la narradora
CESAR GÜEMES
El nuevo libro de la jalisciense Adriana Díaz Enciso, la novela titulada La sed y que aparece bajo el sello de Colibrí, se convertirá en un texto de culto. A su pesar, tal vez, porque si bien la temática central es sobre vampiros, lo cierto es que los nocturnos personajes en palabras de Díaz Enciso se hacen preguntas terrenas, contemporáneas, naturales. Letrista del grupo Santa Sabina, autora de libros de poesía, en su momento becaria del Centro Mexicano de Escritores y del International Writers' Colony en Nueva York, reside y trabaja ahora en Londres. De paso por México a fin de acompañar la salida de su nuevo libro, define y defiende una novela de género que en realidad no lo es tanto.
-Lejos de ser un trabajo introspectivo, en La sed hay viajes y constantes cambios de país, además de un tiempo interno muy amplio. ¿A que necesidad responde esa movilidad?
-A la utilidad que les representa el tránsito a los personajes. Para ello hice varias investigaciones, sobre todo geográficas porque algunas de las ciudades que menciono no las conocía cuando tuve que situar ahí a los personajes. Y, como a veces sucede, muchas de las indagaciones no entraron finalmente en la novela, pero fue muy agradable realizarlas.
-Has recibido becas importantes, nacionales e internacionales, ¿te eran indispensables?
-Son apoyos que los creadores en general agradecen, pero en particular los escritores porque la sobrevivencia es muy compleja. Sabemos que hay muy poco apoyo a la cultura en general, así que cuando no se puede obtener un apoyo a la creación es necesario buscar trabajo en áreas afines pero que finalmente no hacen crecer tu producción. Después de todo aquellas labores que podemos desempeñar los escritores, como las traducciones, las clases o la corrección de estilo son muy mal pagadas. Luego, si bien pienso que es correcta la existencia de esos apoyos, también es terrible que los artistas y los escritores se vean tan necesitados en México de una beca. Es necesario que podamos ganarnos la vida sin esos apoyos, pero no hay un sustrato en el cual apoyarse.
-Antes de la entrevista decías que trabajas ya en un nuevo libro, ¿la continuación de La sed, quizá?
-No. El tema de esa nueva novela es el dolor humano, que suena ambicioso pero es una buena forma de definirlo. En el censo de personajes hay alquimistas, por ejemplo. Pero lo esencial es preguntarme sobre el dolor humano a partir de varias investigaciones, como una que he venido haciendo en torno a la poesía de William Blake.
La ruptura entre alma y psique
-Así como para esa novela futura te preguntaste sobre el dolor, ¿cuáles fueron las inquietudes para escribir La sed?
-Esta obra nació más bien de una imagen, la que aparece descrita en el primer capítulo de la segunda parte. A partir de ahí nacen el resto de los personajes y vienen entonces sí los temas que se formulan en la literatura de vampiros: la eternidad, el miedo a la muerte, la realización del amor, la manera de relacionarse con las personas que se encuentran alrededor de uno.
-Esas preguntas no parecen de personajes vampiros sino las que se puede formular cualquier persona.
-Puede ser, y finalmente en La sed el vampiro es un símbolo, como lo es la sangre, un elemento misterioso que al mismo tiempo representa la vida en su forma más sencilla pero a la vista representa una señal de alarma. Por otro lado tiene un color y una textura muy hermosa. En cuanto a los personajes vampiros, ya en la novela, no es difícil que a través de ellos nos preguntemos en qué momento se rompe la relación entre alma y cuerpo o alma y psique, como se quiera ver. Creo que, en efecto, todos tenemos más o menos conscientes esas preguntas, ¿qué va a pasar cuando terminemos con esta vida?, ¿de verdad se acaba todo? En fin, que la presencia vampírica es un buen pretexto para responderme a mí y a los posibles lectores ese tipo de interrogantes comunes.
-¿Aceptarías que es una novela de género aunque ello la encasillara?
-Tendría que aceptarlo, pero como el género ha caído en decadencia si digo que mi novela es de vampiros lo que provoco en el mejor de los casos es risa, y eso no es agradable. Dentro de mi formación, como de la de muchos escritores y escritoras mexicanas, está la literatura de terror, donde se incluyen los fantasmas y los vampiros. El caso es que cuando un libro está bien escrito, tiene una trama interesante y personajes verosímiles al interior de la historia, el género desaparece, ya no es un libro ''de vampiros'', sino una novela como cualquier otra, quiere acercar al lector a experiencias que quizá no tendría si no hubiera decidido acudir al libro.
-En último de los casos, ¿puede ser una obra de terror contemporáneo?
-No fue mi intención espantar a nadie al escribirla, pero me complacería mucho que alguien sintiera miedo al leerla.