Celso Piña presentó Barrio bravo, disco homenaje a sus seguidores
ARTURO CRUZ BARCENAS
Con un costal de 20 años de vallenatero llegó al Distrito Federal, el pasado miércoles, el músico regiomontano Celso Piña. Muchos no conocen al impulsor de la subcultura colombiana cerrera que como una diáspora se ha difuminado hacia abajo, al centro de Monterrey. Por su habla de barrio bravo hasta lo desvaloran, pero el Rebelde del Acordeón, como se le conoce desde 1981, deslinda: "esta música -el vallenato- no es de aquí, pero es música, y música es música".
En conferencia de prensa organizada en un oscuro salón de un hotel de la colonia Roma, acompañado de su representante, Rubén Mojica, con quien ha batallado para que se abran las puertas al ritmo colombiano, Celso presentó su disco Barrio bravo, título con el que se rinde homenaje a los seguidores del artista, cuya mayoría vive, o sobrevive, en las colonias populares de Monterrey. Miles son los chavos banda de allá, que son, por la brutal economía ancestral, la carne de cañón para las maquilas, los protobraceros, los talacheros.
La mayor parte de los temas incluidos en el cidí fueron éxitos hace años, pero vienen algunos inéditos.
Todos querían participar
La variedad de los músicos que intervinieron refleja la importancia de Celso, su labor de picar piedra.
La música de Celso tiene raíces profundas, por eso no depende de modas. Tanto es lo anterior que en su disco participaron Toy Hernández y Pato, de Control Machete; Quique y Cosme Anónimo Ñrü, de Café Tacuba; Poncho, de Santa Sabina; El Queso, de Resorte; Blanquito Man (King Changó), El Gran Silencio, Lupe Esparza y La firma. Y varios quedaron afuera, y se quedaron con las ganas de tocar y cantar con Celso.
El tema de arranque es Cumbia sobre el río (Suena), un pegajoso vallenato con el poder de Control Machete y el ritmazo de Blanquito Man de King Changó.
Ya se encuentra en los primeros lugares en las estaciones de radio más diversas, tanto de México como de San Diego y Los Angeles, California. La canción se ubica en estaciones de rock y vallenateras porque es una fusión de cumbia y hip hop.
El video respectivo traspasa fronteras musicales y lo mismo se ve en MTV Latino y Tele Hit que en Ritmo Son Latino, Banda Max, Tele Ritmo y Video Rola.
"Yo nada más toco, sólo toco", dice Celso. Le piden los reporteros que toque con su acordeón, que él llama acordeona, por chamorruda. Tan sólo unos segundos y una explosión de autenticidad sonidera invade. El cosquilleo obliga a bailar al más tullido. Se para sobre avenida Cuauhtémoc, mirando al horizonte, ese que le falta por dominar con su música.
Ahora sus vales de Monterrey, que antes le reclamaron por trabajar con "esa bola de greñudos locos; no los necesitas", le reconocen que su disco quedó "de poca madre, Celso, está de mare".
''Nadie me tenía fe, ni mi familia''
La alquimia que es Barrio bravo a Celso le pareció, en principio, un disparate. El resultado es uno de los discos más auténticos y vanguardistas de los últimos años. "Se mantiene la base del vallenato: el acordeón, la caja y la guacharaca, que son los tres instrumentos esenciales para tocar la cumbia y el vallenato.
"Este folclor no es mío, pero lo siento como si fuera mío, y no iba a dejar que se tergiversara. Nadie me tenía fe, ni mi familia, pero me dije: Celso, si tú te tienes fe, tú solo, pues tente fe, y tú solo la vas a hacer. No dentro de tres o cuatro años. Tardó 20 años.
''La música es una pasión. He estado con los mejores del vallenato, como Alfredo Gutiérrez, Los Diablitos, Lizandro Meza, Policarpo Calle. Hago lo que siento. Los chavos bailan mi música como la sienten, nada que ver con como lo hacen en Colombia; eso es una cultura diferente. Acá se avientan, brincan, hacen el paso del chemo. Nada que ver. Así la sienten, así la bailan."