miercoles Ť 11 Ť julio Ť 2001
José Steinsleger
La caída del Cuervo
Desde la orilla de una isla helada del Atlántico Sur, un hombre atribulado contempla el mar con las manos cruzadas a sus espaldas. El pie de foto asegura que se trata de un "guerrero". Y a veces los guerreros son filósofos, como Marco Aurelio.
Mas el hombre de la foto no es filósofo ni guerrero sino un oficial de la Armada argentina que tras la ocupación de las islas Malvinas, en abril de 1982, fue enviado ahí, a las Georgias del Sur, para defender la soberanía nacional frente al colonialismo inglés.
ƑA qué íntimos resortes respondían las tribulaciones del hombre de la foto? Blaise Pascal (1623-1662) hubiese dicho: "ƑPuede verse algo más chistoso que el que un hombre tenga derecho a matarme porque vive del otro lado del océano y su príncipe ha tenido una disputa con el mío, sin que entre él y yo haya ocurrido nunca nada?"
Y el primer verso de un premonitorio poema de Jorge Luis Borges hubiese cavilado así: "ƑCómo invocarte delicada Inglaterra?..." ("A cierta isla", 1981.)
En la Biblia, el cuervo debe su plumaje a la maldición del patriarca Noé. La leyenda que narra la génesis de Albión cuenta que el rey Arturo se convirtió en cuervo. ƑFueron éste y el Cuervo Alfredo Astiz, el hombre de la foto, el mismo que secuestró bebés, arrojó al mar a personas con vida y violó mujeres embarazadas en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma)?
En 1977, Astiz se infiltró entre las madres de Plaza de Mayo, cuando a viva voz exigían la aparición con vida de los desaparecidos de la dictadura. Se dice que Azucena Villaflor, fundadora del grupo, aconsejó a aquel muchacho con "carita de ángel" que no frecuentara las rondas de ellas en Plaza de Mayo: "Sos muy joven y es muy peligroso", le dijo.
Ese día, en la iglesia de la Santa Cruz, el Cuervo Astiz se despidió dando un beso a cada uno de los doce asistentes a la reunión. Entre ellos estaban Azucena y las monjas francesas Alice Dumont y Leonie Duquet, del Instituto de Misiones Extranjeras de Toulousse. Los doce desaparecieron.
Sin embargo, Astiz niega haber emulado al Iscariote, a quien sólo le bastó besar a uno solo de los comensales. "Yo no las traicioné porque no era una de ellas... Lo que hice fue infiltrarme, y eso es lo que no me perdonan. Cuando me acusan de otras cosas, me enojo. Pero de eso me río", declaró a la revista Noticias (Buenos Aires, 16/06/95).
ƑQué "otras cosas" le pesaban al Cuervo Astiz? La Comisión Rattenbach (1983), constituida por las Fuerzas Armadas para indagar acerca de la conducta de los jefes militares en la guerra, determinó que "corresponderían sanciones al teniente Astiz". En efecto, el 26 de abril de 1982, sin disparar un tiro, Astiz se rindió a los ingleses en Puerto Leith.
Descartando cualquier guerra sucia o "antisubversiva", el informe Rattenbach habló de "la única guerra que la Argentina libró durante el siglo". Por lo que, en el caso Astiz, invocó el artículo 750 del Código de Justicia Militar que contempla la condena a muerte "... al militar que teniendo los medios se rinda ante el enemigo extranjero, sin resistencia alguna".
En 1986, omitiendo el dictamen de sus pares, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas absolvió al Cuervo de su actuación en la guerra, ratificando así el par de condecoraciones recibidas en 1978 y 1982. Luego del fallo, el coronel (R) nacionalista Luis Perlinguer comentó:
"En la Argentina, ser absuelto por un tribunal militar es ser culpable... Frente a los hombres -agregó- Astiz optó por la rendición; frente a las monjas y las madres optó por el secuestro, y frente a la joven sueco-argentina Dagmar Hagelin, de 17 años (a quien confundió con una subversiva), eligió darle un balazo por la espalda y llevársela en calidad de 'desaparecida'."
Astiz se hallaba entonces bajo "prisión rigurosa", pena dictada por la justicia civil (1984). Pero en 1987 el presidente Raúl Alfonsín, paladín de la tercera vía (que en Chile impulsan el presidente Ricardo Lagos y el gobierno de la concertación), dictó la Ley de Obediencia Debida en beneficio de los genocidas. Astiz recuperó la libertad, fue ascendido a capitán de corbeta y premiado con una retroactividad millonaria por concepto de sueldos atrasados.
En 1990, el Cuervo Astiz fue condenado en ausencia a prisión perpetua por un tribunal de Francia que investigó el secuestro y desaparición de las monjas. Dos años después el gobierno de Carlos Menem lo ascendió a capitán de fragata y en 1995 el almirante Enrique Molina Pico, jefe de la Armada (con una cuñada desaparecida por un comando de marinos), declaró que Astiz tenía "todas las condiciones morales para ser oficial activo de la Marina".
La semana pasada, gracias a una solicitud de la justicia italiana, el Cuervo fue detenido por el secuestro y desaparición de tres ciudadanos de esta nacionalidad.
La esperanza de justicia renace una y otra vez. Soldado insignia de las Fuerzas Armadas, los nombres de Astiz, Videla, Massera o Pinochet señalan el camino sin retorno y una ruptura que en Argentina y en América Latina obligan, desde hace muchos años, a una franqueza sin complicidades.