ESPIONAJE: LLEGAR AL FONDO
En
declaraciones a este diario, Alfonso Navarrete Prida, ex subsecretario
de Gobernación y actual subsecretario de Seguridad Pública
del estado de México, realizó importantes revelaciones acerca
de la práctica del espionaje durante los últimos regímenes
priístas. A decir del funcionario, el Ejecutivo federal instó
a los gobiernos de los estados a realizar esta actividad ilícita
a raíz del alzamiento zapatista en Chiapas, en 1994.
Es decir, en algún momento indeterminado entre
los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, el gobierno federal decidió
que "la responsabilidad inicial de conocer qué estaba pasando en
la población y hacia dónde se movían comunidades,
discrepancias o inconformidades sociales le corresponde a los gobernadores
y a los presidentes municipales". Una de esas administraciones, o ambas,
instaron a autoridades estatales y municipales a efectuar prácticas
sistemáticas de espionaje político, y fue en ese contexto
que se desarrolló la organización de intervención
telefónica recientemente detectada en el estado de México,
la cual, según indicios documentales, podría estar integrada,
al menos parcialmente, por empleados públicos adscritos a la Secretaría
General de Gobierno de esa entidad.
Lo que se ha revelado hasta ahora sobre esa red delictiva
hace ineludible la realización de una doble investigación.
Por una parte, es preciso establecer en qué medida y hasta qué
punto los gobiernos de Salinas y Zedillo se involucraron en actividades
de espionaje ilegal contra --Navarrete Prida dixit--"comunidades, discrepancias
o inconformidades", es decir, contra movimientos, grupos, personas u organizaciones
de oposición.
Resulta crucial determinar, en este terreno, las eventuales
responsabilidades políticas y penales en las que pudieron incurrir
los dos ex mandatarios y sus más estrechos colaboradores. No deben
pasarse por alto, a este respecto, las referencias a Emilio Chuayffet Chemor,
bajo cuyo mandato, se dice, comenzó a operar el grupo de espionaje
recién descubierto, y quien en los primeros meses del sexenio anterior
dejó la gubernatura mexiquense para ocupar la Secretaría
de Gobernación, a la que llegó precedido de fama de político
"duro" y del viejo estilo.
En la presente circunstancia, es claro que el testimonio
legal de Chuayffet puede ser de gran importancia para las investigaciones.
Pero las pesquisas no han de centrarse sólo en
el pasado reciente. Resulta imperativo, además, que la Procuraduría
General de la República esclarezca plenamente las crecientes sospechas
sobre el posible involucramiento del actual gobierno del estado de México
en la red de espías y que, en su caso, emprenda las acciones legales
que correspondan contra los cómplices o los patrones de los orejas,
sin importar rango ni cargo.
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