DOMINGO Ť 15 Ť JULIO Ť 2001

SEMANA POLITICA EN ESTADOS UNIDOS

Ť Don dinero sigue siendo el capo de los políticos del país

Ť En los pasados comicios gastaron 3 mil millones de dólares
 

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 14 de julio. Los políticos electos federales y estatales de este país gastaron 3 mil millones de dólares, un monto sin precedente, en sus batallas electorales, y las encuestas de opinión sugieren que una mayoría de los ciudadanos estadunidenses creen que los individuos y empresas -fuentes de este financiamiento- ahora gozan de demasiada in-fluencia en la política nacional.

CAMPAIGN_FINANCE_REFORMPero estos hechos, al parecer, no fueron suficientemente convincentes para el liderazgo del Partido Republicano, que esta semana utilizó maniobras para rechazar, una vez más, un proyecto legislativo en la Cámara de Representantes que buscaba imponer límites en la recaudación de fondos electorales y prohibir cierto tipo de propaganda política, durante los 60 días previos a una elección presidencial.

Ese proyecto de ley para limitar contribuciones políticas ya había sido aprobado por el Senado, y hubiera sido la reforma más significativa del sistema de financiamiento de campañas electorales desde las reformas impuestas a fines de los años 70, en respuesta al escándalo Watergate.

El problema con el sistema existente es que sólo un grupo reducido de la población -menos del 2 por ciento según algunos cálculos- otorga la gran mayoría de los fondos que los políticos recaudan para financiar sus campañas electorales.

El resultado poco sorprendente es que ese 2 por ciento de la población acaba concentrando una enorme influencia para definir quién y cómo participará en el juego político electoral en este país, poniendo así en duda la esencia de la formula democrática electoral del país: que una mayoría de la población decide quién los representará en su gobierno y cómo.

Evidencias de este juego incluyen las reuniones "de cafecito" que se organizaban entre contribuyentes y el presidente Bill Clinton en la Casa Blanca: los invitados tenían que haber otorgado un mínimo de 100 mil dólares al Partido Demócrata. Ambos partidos principales también organizan constantemente cenas especiales, cocteles, bailes y otros eventos para sus contribuyentes más importantes. A cambio, este tipo de eventos y reuniones ofrece un acceso extraordinario para los contribuyentes a los políticos, legisladores, y hasta al presidente y su equipo.

De hecho, aunque fueron los republicanos quienes derrotaron esta semana este nuevo intento de reformar este sistema de financiamiento electoral, el Partido Demócrata se ha beneficiado del mismo juego.

Nadie se sorprendió aquí cuando el Congreso -con el apoyo de legisladores de ambos partidos políticos-aprobó reformas en el sistema bancario estadunidense que beneficiaron al Citibank y a varias empresas financieras más, después de que éstas habían otorgado contribuciones políticas sustanciales. En otro caso destacado, la empresa petrolera Occidental Petroleum Company ganó el derecho de desarrollar reservas petroleras en tierras federales después de años de otorgar contribuciones políticas a las campañas del entonces vicepresidente Al Gore.

Intentos para reformar este sistema son particularmente difíciles porque este juego beneficia directamente a los políticos veteranos, quienes casi siempre gozan de una ventaja sobre los novatos en cuanto al acceso a fondos (con la excepción de los políticos millonarios). El senador John McCain, campeón del movimiento para reformar el sistema de financiamiento de campañas electorales, señala que en la última elección legislativa federal 98 por ciento de los que buscaron relegirse lo lograron en gran me-dida por este sistema.

Por lo tanto, estos políticos no tienen muchas ganas de apoyar una reforma de ese sistema que los llevó a la cúpula del poder. Sin embargo, la combinación de una creciente presión popular provocada por la impresión de que cada día esto es más un gobierno de los ricos y para los ricos, está generando temores entre la clase política.

Diversos sectores electorales se dan cuenta cada día de que sin mucha lana no hay influencia. Granjeros pequeños en el centro del país no pueden lograr que se aprueben reformas a la política agraria federal, en gran parte porque los grandes in-tereses empresariales agrarios compran in-fluencia política para bloquear estos cambios. El mes pasado el electorado observó cómo sus representantes en Washington aprobaron una reforma fiscal cuyos principales beneficiarios son los que forman parte del uno por ciento más rico del país.

Tres veces durante los últimos tres años, por lo menos una de las dos cámaras ha aprobado proyectos de ley para reformar el sistema de recaudación de fondos electorales, pero en cada ocasión estas medidas han sido derrotadas a través de maniobras parlamentarias o por votos muy cerrados.

Los promotores de estas reformas insisten en que retomarán estas iniciativas este mismo año, aunque el liderazgo republicano de la cámara afirmó esta semana que una reconsideración de las reformas "no está en el calendario". Sin duda los opositores de la reforma sólo endurecerán su posición cada vez que se anuncie un nuevo récord en re-caudación de fondos políticos, como lo hizo esta semana el Partido Republicano al anunciar que los donativos a esa organización durante los últimos seis meses fueron sin precedentes en un año no electoral.