Angeles González Gamio
Las novedades de Gante
Una de las calles con más encanto del Centro Histórico de la ciudad de México es la llamada popularmente Gante, a secas; pocos recuerdan que se le bautizó así en memoria de fray Pedro de Gante, culto varón de origen noble, quien rechazó ascensos y honores dentro de la jerarquía eclesiástica para fungir como humilde lego franciscano. Con ese carácter llegó a México en 1523 y de inmediato estableció escuelas para indios, en las que además de que se les impartieron las primeras letras se les enseñaron artes y oficios. La más famosa de estas instituciones fue el convento de San Francisco, que, se dice, estuvo precisamente en el sitio en donde ahora está la vía que lleva su nombre, la que se abrió -parcialmente- tras la aplicación de las Leyes de Exclaustración, con el fin de mutilar la enorme construcción franciscana; una escultura en bronce recuerda al notable fraile.
Arteria de generosa amplitud, ha sobrevivido exclusivamente peatonal desde hace varios años y ya luce lindos árboles de buen tamaño, que le brindan sombra y frescura. Esto propicia el paseo y la apertura de sitios para comer o tomar un café, así como comercios novedosos. Aquí se encuentra, en el número 15, el edificio Edison, que construyó en 1925 el afamado arquitecto José Luis Cuevas. De ladrillo rojo y elegante cantera gris, es una buena muestra de la arquitectura racionalista. Aquí se pretende instalar la Universidad de la Ciudad de México, lo que ha causado grandes polémicas. Por cierto que el mismo arquitecto proyectó la apertura de este tramo de la calle de Gante, al igual que un edificio bellísimo, justo enfrente, que nos traslada al París de principios de siglo, parte del plan de la nueva ruta.
Originalmente pensado para hotel, se dedicó sin embargo a oficinas de la Compañía de Luz hasta 1966, cuando se adaptó para banco. La primera empresa fue la que bautizó al Salón Luz, esa cantina de tradición que aún sobrevive, con parte de las recetas del alemán que lo fundó, para atender principalmente a los empleados de ambos edificios. En los dos quedarían estupendamente unos departamentos, donde viviríamos al estilo de los abuelos, citándonos en las tardes en el Sanborn's de los Azulejos a comentar los asuntos del día y después irnos a Bellas Artes, a escuchar un buen concierto y rematar en el Café de Tacuba, con una merienda de chocolate y buñuelos -no pierdo la esperanza.
Continuando el paseo por la breve vía, que consta de dos tramos, encontramos en el que va de Madero a 16 de Septiembre La Parrilla Argentina, El Rey del Pavo, el Bar Gante, Sushi-Ito, la Taberna del Lobo Estepario, El Pasaje, con excelente café, un par de antojerías, un restaurante chino de comida rápida y una cevichería que se añadió hace unos meses. La Bodeguita del Centro, simpático lugar con un generoso bufet de comida cubana: potaje de frijol, picadillo habanero, tostones al mojo, pierna de cerdo, moros con cristianos, vaca frita, pescado Varadero, plátanos con crema y flan de coco, entre otros. Todo acompañado de la sabrosa música de la isla, que interpretan en vivo Los Soneritos, y que alegra el corazón y despierta el apetito.
Desde las mesas del exterior se puede apreciar, en el lado opuesto, el soberbio edificio conocido como High Life, que diseñó en 1922 ni más ni menos que el arquitecto italiano Silvio Contri, autor del Palacio de Comunicaciones, que hoy aloja al Museo Nacional de Arte, recientemente remozado. Aquí se encuentra ocupando el local de la esquina la tienda de ropa masculina que da nombre a la construcción, y a un lado acaba de abrirse Global Book, especializada en libros técnicos y científicos.
En un vasto y luminoso espacio están colocados de manera muy atractiva ejemplares, básicamente en inglés, sobre anatomía, cálculo, biología, arquitectura, electricidad, química analítica, negocios, ingeniería, contabilidad, ciencia natural, hidrología, computación, genética, geología, matemáticas, ingeniería nuclear y cuanta materia se le ocurra a ese tipo de mentes tan misteriosas para los que no manejamos esos temas, pero que con seguridad tienen la fascinación que para otros tienen la literatura, el arte, la filosofía, la historia y demás asuntos humanísticos. Aunque estos últimos sean su profesión, afición o pasión, vale la pena darse una vuelta por esta librería, para ver la otra cara del mundo.