DOMINGO Ť 15 Ť JULIO Ť 2001

Ť Carlos Bonfil

Yo, tú, ellos

Una de las estrategias indispensables del cine latinoamericano consiste en romper la insularidad a la que con frecuencia se ha visto condenado. A menudo los premios internacionales consiguen garantizar la distribución exitosa de las películas (Estación central, Amores perros) y despertar el interés de hacer viajar las cintas de Sudamérica al norte y viceversa; el prestigio de un director, la solidez de su trayectoria, es igualmente un factor decisivo (Arturo Ripstein, más valorado en el extranjero que en su país).

En el caso de la comedia Yo, tú, ellos, del joven realizador brasileño Andrucha Waddington, el interés de compañías fuertes, Sony Classics y Columbia TriStar fue determinante. La película tuvo como primera recomendación la originalidad del guión de Elena Soarez, premiado ya en 1998 en un concurso del Ministerio de Cultura brasileño, y un atractivo más, la música (Amor de casa) que Gilberto Gil creó especialmente para la historia. Otra sorpresa: la revelación fílmica de Regina Casé, presencia imponente, cuyo personaje de Darlene Linhares resume la atmósfera y picardía de un relato que pone totalmente de cabeza a la cultura popular machista del noreste de Brasil.

El argumento se inspira en una historia real. En 1995, Waddington lee un reportaje sobre una mujer que durante años tuvo, simultáneamente, tres maridos bajo el mismo techo, y decide realizar una película con ese tema en una comunidad cercana a Bahía. La ambientación será muy opuesta a las atmósferas de encierro de su cinta anterior, Las gemelas, según un relato de Nélson Rodrígues.

La nueva historia sigue muy de cerca la anécdota que la prensa populariza en su momento: una mujer seducida y abandonada decide, en un estado de gravidez avanzado, reorganizar su existencia. Toma un marido maduro, incorregiblemente perezoso, y pronto añade la chispa que faltaba en el hogar recién formado introduciendo un galán nuevo, primo del anterior, así como un nuevo embarazo. A la seguridad que representa el primer esposo, al cálido desenfado que encarna el segundo, Darlene añade un nuevo refuerzo masculino que cierra el círculo en tanto emblema de erotismo. Osías, Zezihno y Ciro, los tres galanes de esta picaresca del sertón bahiano, sugieren cada uno una reformulación rural de aquellos goces oníricos y transgresores de Doña Flor y sus dos maridos (Bruno Barreto, 1976).

En las últimas dos décadas, la moral familiar y el culto a la monogamia han conocido en el cine tantas sátiras y demoliciones, que muy poco podría hoy añadir Waddington en materia de asaltos a la moral en turno. El interés y placer de Yo, tú, ellos está en otra parte y de modo muy notable en la frescura de su narrativa y en el aprovechamiento óptimo de sus actores. A la comedia brasileña se le asocia preferentemente en México con propuestas urbanas, donde la clase media, de preferencia carioca, ocasionalmente paulista, propone el desparpajo de las conductas como una forma de costumbrismo inofensivo y amable, ya sea en El diccionario del amor, en Bossa Nova o más recientemente en Copacabana. Lo que en México se conoce del noreste brasileño son por lo general relatos dramáticos o evocaciones nostálgicas, Paisajes de la memoria (Historias del sertón) o Estación central, desprendimientos fílmicos de una gran tradición novelística.

Por ello sorprende el redescubrimiento que hace Waddington de un territorio que en los años setenta era espacio privilegiado de la comedia, sorprende también su asimilación inteligente de la sensualidad bahiana de los relatos de Jorge Amado, y su modo elegante, a la vez contundente, de construir el personaje de Darlene y los satélites de incontinencia hormonal que la rodean.

Yo, tú, ellos se exhibe esta semana en el cine Lumiere Reforma.