A los 95 años y del brazo de José Martí, Henestrosa cumplió su sueño: conocer Cuba
Ť Adquirió Los versos sencillos en una librería de viejo del DF, en 1928, por 15 centavos
CLAUDIA GOMEZ HARO ESPECIAL PARA LA JORNADA
Durante un paseo por la entonces señorial calle de Donceles, en 1928, Andrés Henestrosa visitaba las librerías de viejo y logró adquirir un pequeño ejemplar que sería para él una de sus más preciadas joyas entre una rica y vasta biblioteca de más de 30 mil volúmenes: Los versos sencillos de José Martí en una edición ''príncipe", libro dedicado, de puño y letra, al escritor mexicano Manuel Gutiérrez Nájera. La dedicatoria dice así:
Marfil en el verso,
en la prosa seda,
en el alma oro...
Nadie hubiera podido prever que las contingencias de la vida llevarían el pequeño texto editado en 1892 a una librería de viejo, en la ciudad de México, donde fue adquirido por Henestrosa en 15 centavos. Durante 73 años el escritor oaxaqueño había vivido con tan preciado ejemplar en una especie de romance, dada su formación martiana y su admiración por la obra y la figura del prócer cubano.
En un artículo recientemente publicado en el periódico Unomásuno, don Andrés expresaba su tristeza de no haber podido conocer Cuba, dada su admiración por la isla y su alma martiana y que debido a su edad lo más seguro es que ya no la visitaría. Recuerda con nostalgia cómo, en 1995, se vio obligado a cancelar el viaje a causa del fallecimiento de Alfa, su mujer. Sin embargo, el gobierno cubano lo invitó a visitar la isla y le rindió un homenaje en el contexto de múltiples actos martianos.
A sus 95 años, por fin se hizo realidad el sueño de Henestrosa: conocer Cuba (del 30 de junio al 7 de julio) y donar el valioso libro de Martí a la Biblioteca Nacional de ese país. Don Andrés dijo: ''Ahora que lo entrego siento que se desprende de mi corazón un pedazo de mi vida. Doy esta joya a Cuba, que es para mí una segunda patria, y en correspondencia a Martí, quien tuvo en México una de sus patrias".
El homenaje y la donación se efectuaron en el teatro de la Biblioteca Nacional. Allí se le otorgaron a Henestrosa la medalla de la institución, el carné de miembro honorario, una carta de reconocimiento y varias publicaciones editadas en ese recinto.
Volver a La Habana, otro sueño
Armando Hart, director de la Oficina del Programa Martiano, dijo que para Cuba la cesión del ejemplar de ese libro de José Martí simboliza los vínculos históricos entre México y la isla.
''Una realidad que supera un sueño, eso fue para mí venir a Cuba. Si otro sueño se me ha de cumplir será el de volver", expresó Henestrosa, quien interrogado por la prensa acerca del valor monetario de Los versos sencillos, contestó: ''Una vez me ofrecieron más de 2 mil 500 dólares y dije que no, que era para Cuba y llegó ese momento".
Con prodigiosa memoria, Henestrosa recordó el memorable artículo ''Maestros ambulantes", publicado en Nueva York en 1884, donde el apóstol de la independencia de Cuba sentenció: ''Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre", y añadía más adelante: ''La mayor parte de los hombres ha pasado dormida sobre la tierra. Comieron y bebieron; pero no supieron de sí. La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza y para darles con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que favorece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo".
Acompañé a don Andrés durante esa semana en La Habana, en representación de la recién instituida Fundación Amigos de la Academia Mexicana de la Lengua, cuya labor es apoyar y difundir la lengua española y el trabajo de sus miembros.
Las calles de La Habana vieja nos dieron una lección de historia, de arquitectura y del arte de la restauración. Don Andrés visitó, emocionado, la casa de José Martí en la calle de Leonor Pérez y recorrió la historia del apóstol de Cuba en un interminable diálogo que sorprendía a los especialistas que, más que explicarle a través de las fotografías y textos la historia del cubano, recibían un caudal de anécdotas y precisiones de nuestro escritor zapoteca.
Visitamos también la Fragua Martiana y el Memorial de José Martí. Henestrosa no vacilaba en recordar versos martianos definitorios de toda su vida como:
Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte echar
El arroyo de la sierra
Me complace más que el mar.
Con la precisión sistemática de un cronista, recordaba el desembarco de Martí en Cuba para encabezar la guerra ''necesaria, humanitaria y breve" que había organizado y convocado, así como sus vivencias durante los 38 días que duró el recorrido, desde el desembarco en Playitas hasta la caída en combate en Dos Ríos.
Las emociones desbordaban al escritor zapoteca cuando, frente a la carta, calificada de testamentaria, a la amada niña María Mantilla, escrita en Cabo Haitiano poco antes de emprender la lucha en Cuba, en abril de 1895, hizo hincapié en un párrafo que ?dijo? pudiera considerarse un manifiesto estético:
''Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia, en la vida del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con su familia de estrellas, y en la unidad del Universo que encierra tantas cosas diferentes y es todo uno."
Y comentó que él había sido, quizás, el primero en atribuir a Martí la paternidad de la niña y la autoría del Mantilla II.
Los niños, esperanza del mundo
En el Centro de Estudios Martianos, Henestrosa se reunió con el poeta Cintio Vitier y su esposa Fina García Marruz, a quienes conoció en México y, con un grupo de investigadores, expuso con lucidez las ideas que, en su opinión, constituyen el núcleo de ese diálogo profuso de Martí con América. Habló de lo que México representó para Martí y cómo, en nuestro país, se habían cristalizado sus conceptos sobre ''lo propio". Recordó a Martí en su duro y dilatado exilio como profesor quien, además de su febril actividad por la independencia de Cuba, editó en Nueva York, La Edad de Oro, revista dedicada a los niños de América:
''Sepan cómo se vivía antes y se vive hoy en América y en las demás tierras: (...) para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por que tiene colores la piedra, y qué quiere decir cada color (...) y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del mar y de la tierra (...) porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo."
El último día, Henestrosa se reunió en el Instituto Internacional de Periodismo con los principales periodistas de Cuba y recibió un reconocimiento por su relevante labor periodística. Se habló del poeta, escritor, miembro de la academia, pero, sobre todo, del periodista con más de 18 mil cuartillas dispersas en periódicos y revistas desde 1924. Don Andrés, a su vez, se refirió a la obra periodística de Martí y lo identificó con su muy particular definición de héroe: ''Es la capacidad de poner en práctica las sentencias de la historia, los mandatos del honor y las normas del espíritu, con el sacrificio de la vida, si es necesario". Prosiguió: ''había sido el héroe nacional, José Martí, el mejor pasaporte para viajar a Cuba. Ahondó como aquél en las raíces de la cultura de América y en su identificación con la obra del autor de la Revolución cubana, quien midió a los hombres más por sus sueños que por su realización.