El deterioro del lago ocasiona caída del turismo y pérdida de empleos
ANGELICA ENCISO ENVIADA
Chapala, Jal., 16 de julio. Sentada en un banco del malecón del lago de Chapala, la pequeña Viridiana escucha a su mamá: "hace 15 años, cuando iba a la prepa me venía 'de pinta' con mis amigos. Desde lejos oíamos cómo las olas chocaban contra el dique y veíamos que el agua salpicaba los carros. Luego nos peleábamos con los turistas para subirnos a las lanchas". La niña ve que en el horizonte apenas se distingue un manchón de agua y trata de encontrar la imagen lejana del recuerdo de su madre, quien se pregunta si a sus nietos alguien les contará que en ese lugar alguna vez existió un lago con aguas cristalinas.
A un kilómetro y medio del malecón, después de 20 minutos de camino, están las carpas amarillas con sillas y mesas que dan albergue a los escasos turistas que se aventuran a caminar del muelle hasta la lodosa orilla del cuerpo de agua. Unas cuantas lanchas ocupan la ribera del que hasta hace una década fuera el lago más grande del país y que ahora apenas cubre 15 por ciento de su superficie original.
Como Viridiana, de siete años, y su madre Angélica, la mayor parte de los visitantes, sorprendidos, se quedan en el muelle, al que ya no llega el agua, para observar que los pescadores, las lanchas flotando y la brisa del lago han sido desplazados por canchas de futbol, vacas que pastorean, caminos de terracería... las casas de descanso ubicadas donde antes era la ribera han extendido sus alambrados para ampliar los jardines.
Hoy este muelle es el "malecón de los lamentos", comenta Rogelio Ochoa, propietario de un restaurante. "La gente baja de su auto y todo son puros recuerdos. Todos comienzan con el consabido: 'En aquellos tiempos...' La realidad es dura. Esto ya sólo es un charco y se han perdido especies animales y vegetales". Antes, evoca, se capturaba pez blanco, carpa, bagre, charal, mojarra, sardina, anguila, cangrejo, camarón y había almejas. Ahora, según la temporada, sólo son tres o cuatro variedades las que se pescan.
Desaparece la grandeza
En Chapala, la gente que creció acostumbrada a ver cada día el lago, sabe la dimensión del problema y se pregunta por qué en la última década desapareció su grandeza. Cada uno de los habitantes tiene su diagnóstico sobre la situación del embalse y da su propia solución. La voz popular advierte que se trata de un desastre ambiental.
Este fue el cuerpo de agua más grande del país, con una capacidad de almacenamiento de 9 mil 170 millones de metros cúbicos sobre mil 150 kilómetros cuadrados, mientras su capacidad más baja es la actual, de mil 200 millones de metros cúbicos. El lago es parte de la cuenca Lerma Santiago Pacífico, de la cual se extrae líquido para el Distrito Federal y Guadalajara, además de que es la región donde se ubica 19 por ciento de la población nacional.
El lago, que en algún momento fue lugar de descanso de las familias "pudientes" de Jalisco y uno de los más famosos atractivos turísticos del país, también ha sido la fuente de ingresos de miles de personas. Ante su paulatina desecación, ahora pescadores, lancheros, agricultores y trabajadores de servicios se enfrentan al desempleo.
"Tengo 32 años como lanchero y nunca nos habíamos encontrado en una situación tan crítica como desde hace siete años. Primero el lago fue invadido por lirio y no podíamos navegar. Esta situación la preví en escritos que envié a las autoridades, pero nunca se hizo nada", explica Miguel García Juárez, presidente del Consejo de Administración de la Cooperativa de Lancheros de Chapala.
En medio de los recuerdos y la realidad, comenta: "antes éramos como 250 lancheros, ahora sólo somos 50. Antes, los domingos cada uno hacía dos o tres viajes con los turistas para que recorrieran el lago, ahora entre todos sólo hacemos cinco travesías y entre semana ninguna". Se vuelve a ver a sus compañeros que, aburridos, están sentados en unas bancas del malecón, a un lado del letrero que anuncia Viaje por el lago: 200 pesos.
Los lancheros que han dejado la actividad ahora se dedican a lavar carros, a barrer en el ayuntamiento, limpiar arroyos o drenajes. "A los demás el presidente municipal nos prometió poner un camión para trasladar al turista al lago, es un kilómetro y medio de distancia, y a veces el visitante no quiere caminar hasta allá. Pero ya se olvidó de su promesa".
Miguel relata que en su familia los hombres siempre se han dedicado al turismo, a pasear en sus lanchas a los visitantes. "Es un oficio de toda la vida, no se puede ser lanchero o marino de la noche a la mañana. Somos varias generaciones en este trabajo. Desde mis abuelos, mis papás, mis hijos. Todos han estado aquí. Además, a esta edad, con 50 años, no vamos a conseguir trabajo en otra cosa."
En Chapala, más de 50 por ciento de la población depende del turismo, directa o indirectamente ?dice sin dejar de mirar a lo lejos el cuerpo de agua?, "por eso es tan preocupante encontrarnos con un lago contaminado, bueno más bien ya es laguna, estanque o charco". Porque eso, señala a la distancia con su dedo índice, ya no tiene vida propia.
El hombre, quemado por el sol durante las largas jornadas que ha vivido en este lugar, asegura que el embalse debería tener entrada y salida de agua, pero está completamente azolvado y ya no tiene movimiento; las olas hace mucho que desaparecieron. "Si el lago tuviera su fuerza, podría recuperarse. Pero todo viene desde el río Lerma, que está contaminado y además abastece a cinco estados. Ese afluente ya no es suficiente. Así, Chapala no se podrá rescatar", lamenta.
También Antonio López vive esta crisis. A sus 39 años de edad, 24 de ellos como pescador y con cuatro hijos, dice que continúa en esto porque no sabe hacer otra cosa. Aunque piensa seguir el ejemplo de dos de sus hermanos y uno de sus cuñados, también pescadores, que hace unos días se fueron para el otro lado "porque aquí es duro conseguir para la comida", comenta minutos antes de salir a pescar en su lancha bautizada como Mi Carmelita.
Antonio explica que gran parte del lago tiene una profundidad de apenas metro y medio, por lo que es difícil encontrar peces, "si acaso carpa y algo de charal". Pero lo que captura, que pueden ser de 5 a 10 kilos al día, no alcanza para "dar de comer" ni para pagar permisos y combustible.
Esta situación se presenta en toda la ribera del lago, tanto del lado de Jalisco como de Michoacán. En Ajijic, cercana a Chapala, donde reside población extranjera que encontró este lugar como zona de descanso ideal por el clima, ya es difícil ver a los pescadores. Ahora, de 150 que había, sólo quedan aproximadamente 24.
A las 4 de la mañana sale a pescar Juan Carlos Oliva. "Temprano, porque al regreso tengo que ir a trabajar en la construcción". En los buenos días de captura "llego a sacar 20 kilos, pero antes eran hasta 70 kilos, y lo único que ahora agarro es carpa". Lo bueno, dice, es que tengo comprador seguro, y señala con la mirada a José, que en un banco de madera instalado en el cruce de las calles Oriente y Colón corta el pescado en rebanadas para venderlo.
Aquí, agrega Juan Carlos, la gente no tiene desconfianza de comer el pescado, porque hay el rumor de que como el lago está contaminado, también los peces lo están; "luego andan diciendo que están llenos de gusanos, pero no es cierto". A causa de esto es que cuando tiene excedentes y debe vender en Guadalajara, le pagan su producción a precios muy bajos.
Gran parte de las casas ubicadas a la orilla de lo que era la ribera del cuerpo de agua ya ampliaron sus jardines entre 100 y 200 metros con alambrado, sin importar que se trata de zona federal.
Viridiana y Angélica, cubiertas con una sombrilla, deciden bajar las escalinatas del malecón, no para subir a alguna lancha, sino para caminar por los pastizales del lugar conocido como lago de Chapala.
Centro turístico
Centro turístico desde la segunda mitad del siglo XIX, lugar de descanso de Porfirio Díaz y más adelante de familias ricas de Guadalajara, además de centro vacacional de visitantes estadunidenses, el lago de Chapala en su mejor época llegó a contener 8 mil 148 millones de metros cúbicos de agua, pero actualmente se encuentra a 15 por ciento de su capacidad, con mil 200 millones de metros cúbicos.
Sin embargo, ese lago ha vivido otros periodos demasiado críticos. En 1955 contaba con 850 millones de metros cúbicos, alrededor de 60 por ciento de lo que ahora tiene, pero hay datos históricos de que su situación más difícil fue en 1897, cuando el agua descendió a 600 millones de metros cúbicos. Durante décadas el embalse se abasteció en 50 por ciento del líquido del río Lerma, pero éste actualmente sólo aporta 10 por ciento.
Su clima, los deportes acuáticos, la pesca deportiva, la tranquilidad de la zona y los bajos costos de los servicios y las propiedades fueron algunos de los atractivos para mexicanos y extranjeros, que establecieron casas de descanso alrededor de la ribera en los municipios Jamay, Ocotlán, Poncintlán, Chapala, Jocotepec, Tuxcueca y Tizapán, del lado de Jalisco, así como Cojumatlán de Regules y Venustiano Carranza, en Michoacán.
FUENTE: SEMARNAT
Daños ambientales
El Lago de Chapala está al borde del colapso por la evaporación, la disminución de la precipitación pluvial, el azolve, la reducción de los aportes del Lerma, la extracción de agua y su contaminación.
Se calcula que anualmente ingresan 930 mil toneladas de residuos sólidos al cuerpo de agua, cifra que va en aumento, y de no modificarse esta tendencia el lago llegará a su azolve total.
Además, el río Lerma arrastra descargas de los parques industriales de Santiago Tianguistenco, Lerma-Toluca, Atlacomulco, Querétaro, Celaya, Irapuato y Salamanca, a lo cual se suman las descargas municipales.
Los contaminantes más comunes son materia orgánica, grasas, aceites y detergentes, mezclados con aguas industriales que contienen metales pesados y sales orgánicas sintéticas.
Estos desperdicios provocan modificaciones físicas y químicas en el cuerpo de agua, con cambios en el grado de acidez o alcalinidad, la temperatura y el potencial de hidrógeno.
La presencia de contaminantes es un factor que pueden causar daños inmediatos o intoxicación gradual en los organismos que viven en el cuerpo de agua, lo cual redunda en la pérdida de biodiversidad y el florecimiento de malezas acuáticas.
A pesar del grado de contaminación, en los poblados de la ribera norte la gente consume este líquido ante la falta de otras fuentes de abasto de agua potable, por lo que las enfermedades gastrointestinales son frecuentes. La zona más contaminada va de la desembocadura del río Lerma hasta Jamay, y el área inmediata a la zona turística de Chapala, Ajijic, San Juan Cosalá y Jocotepec.
Otro problema es el lirio acuático, traído hace 100 años de Africa con fines decorativos, porque cubre el lago por los afluentes, consume altas cantidades del líquido e inhibe el crecimiento de algas, con lo que afecta el desarrollo adecuado de las poblaciones de peces.
FUENTE: SEMARNAT Y CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS EXACTAS E INGENIERIA DE LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA