MARTES Ť 17 Ť JULIO Ť 2001
Ť Autor del libro Días de furia, memorial de la violencia, crimen e intolerancia
Los periodistas nos habituamos a ser personajes virtuales, expresa Lara Klahr
Ť ''Estamos en el lugar de los hechos, pero diferenciados de los que padecen un drama''
Ť No sólo se trató de recopilar mi trabajo, sino de dar un valor agregado al lector, dice
CESAR GÜEMES
Es de los pocos periodistas mexicanos que leyeron los 10 tomos de la enciclopedia Sumario del crimen y eso con seguridad influyó para armar su nuevo libro Días de furia, memorial de violencia, crimen e intolerancia (Plaza & Janés). Marco Lara Klahr, Premio Nacional de Periodismo en el género de reportaje en el 2000, ofrece al lector un ceñido recuento de 20 años de trabajo en los medios, con testimonios que abarcan prácticamente el amplio espectro que menciona el subtítulo del volumen. Mañana a las 19:30 horas, en el Paraninfo del Palacio de Medicina (Brasil 33, Centro), lo presentará con Humberto Musacchio, Carlos Monsiváis y Fernanda Tapia.
-ƑSerá que el título habla más de ti que de los temas que abordas? En el caso de Melecio Galván, por ejemplo, habrá muy poco de furia o enojo civil.
-Fue un título construido pensado en la generalidad de los textos. Lo de Galván no sólo es el asunto del olvido, sino cómo muere, en condiciones terribles. Así que en la mayoría de los textos está la constante de la brutalidad, de formas de intolerancia y momentos de psicosis que genera el tipo de asuntos recogidos en el libro.
-Casi hablaríamos de una especialización justamente en este tipo de variante social.
-Para armar el volumen hice una compilación de un millar y medio de textos. Ahí cabían muchos temas abordados a lo largo de 20 años de reportear. Y lo que ocurrió es que los 30 textos que conforman el libro hablan de la transgresión, uno de los temas que abordo con regularidad además del crimen organizado, las asociaciones religiosas manipuladoras, perfiles criminógenos en las ciudades del país y desde luego la problemática reciente en Chiapas. Es una forma de especializarse aunque ampliada.
-Aunque en la forma hay un tratamiento agradable, narrativo. ƑTe preocupó ese aspecto?
-No. Cuando tuve 100 textos quise verlos en concreto. De esos dejé 50 mediante una selección visceral. De ahí sobrevivieron 40 trabajos y me dediqué a trabajar los 30 que restaron. Nunca los concebí como libro, los textos están básicamente como se publicaron, salvo que en la última transcripción noté que la escritura rápida de las redacciones ofrece en muchas ocasiones poca precisión y casi ninguna plasticidad. Eso es lo que está cambiado en el libro: darle eficacia a episodios y personajes desdibujados.
Cambiar para no morir
-Ahí está la unidad estilística, seguramente.
-Y la responsabilidad. Yo mismo no estaba tan seguro de una recopilación porque podía parecer autohomenaje. Pero como fue una sugerencia y una invitación, quise que no se escapara la posibilidad de dejar algunos textos míos en libro pero que no se convirtieran en mis memorias o mis falacias completas. Busqué un libro que pudiera valer dentro de la historia con minúsculas, de crónica y testimonio periodísticos. No sólo era el lujo de recopilar mi trabajo, que me lo di, sino darle un valor agregado para el lector.
-Después de dos décadas de ser reportero, Ƒte descubres hastiado, repetitivo?
-Para fortuna tengo una personalidad poco complaciente conmigo mismo y eso me impide la repetición. No me repito tanto como cabría. Aunque en mis años en El Financiero empecé a hacerlo y esa fue la razón por la que me salí: ya me sabía la formulita. Claro que cansa físicamente, no tenemos la fortaleza para reportear y correr una parranda a la vez. Pero hay otro aspecto de esto que me preocupa mucho: luego de cubrir tantos asuntos poco amables, ahora me aterra pensar que bien puedo estar del otro lado. Esto es, los periodistas nos habituamos a ser personajes virtuales, estamos en el lugar de los hechos pero diferenciados de la gente que padece un drama o una locura o un proceso eufórico. El problema, entonces, es que nadie enseña a envejecer a los periodistas y que seguramente íbamos a ser parte de lo que analizábamos mediante un texto o una imagen.
-ƑHablas de un retiro temprano?
-Bueno, es un hecho que no le daré la oportunidad a ninguna empresa periodística de despedirme por incapaz. Aunque también quiero diversificarme, tengo muchas ideas en la cabeza. Es por eso que tengo un proyecto de radio en proceso, otro libro sobre la historia de la colonia Buenos Aires y una beca para Estados Unidos a punto de concretarse. Después de todo en el periodismo hay que cambiar para no morir en términos creativos y enfrentarse a las propias crisis. Eso es el periodismo, una patología muy atractiva que nos obliga a cambiar de sitio para seguirlo disfrutando.