Espejo en Estados Unidos
México, D.F. martes 17 de julio de 2001
Búsquedas en La Jornada
Números Anteriores
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico

 

Editorial

CHINA Y RUSIA ENFRENTAN A EU

SOLLos presidentes ruso, Vladimir Putin, y chino, Jiang Zemin, firmaron ayer en Moscú un Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación que difícilmente podría ser considerado protocolario; constituye, de hecho, una respuesta estratégica a la pretensión del nuevo gobierno estadunidense de resucitar la vieja Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) del reaganismo bajo la forma de un sistema de defensa contra misiles balísticos (NMD, por sus siglas en inglés). Es significativo que el acuerdo entre Moscú y Pekín se firme un día después de la prueba exitosa que el Pentágono ejecutó el domingo pasado, en el océano Pacífico, de la tecnología requerida por el NMD.

Tanto Putin como Jiang subrayaron que el pacto signado en Moscú no tiene el carácter de alianza militar, pero resulta revelador que el documento establezca la práctica de acciones conjuntas "en caso de situaciones extraordinarias o amenazas contra la seguridad" de los Estados firmantes.

Una de esas situaciones extraordinarias puede ser la determinación del gobierno de George W. Bush de violar deliberadamente el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) establecido en 1972 por Estados Unidos y la Unión Soviética con el propósito de instauar la disuasión nuclear e impedir una nueva carrera armamentista. Ese acuerdo consagraba el principio de la "destrucción mutua asegurada" como forma de evitar una confrontación atómica entre las superpotencias e instituyó un equilibrio basado en la imposibilidad de cualquiera de ellas de defenderse de un ataque nuclear masivo de la contraparte. En ese marco, la única perspectiva sensata era la de un desarme progresivo y gradual que, de hecho, se desarrolló en las décadas siguientes con los acuerdos SALT y SALT II entre Washington y Moscú.

Estados Unidos intentó, sin éxito, apartarse de esa lógica en la era de Ronald Reagan, cuya administración promovió la idea de un sistema de protección contra misiles balísticos al que denominó Iniciativa de Defensa Estratégica. La idea, hace tres lustros, se reveló tecnológica y financieramente irrealizable; el proyecto, bautizado por el sarcasmo popular como "guerra de las galaxias", fue abandonado no sólo porque no se contaba con la tecnología y con los fondos, sino porque la guerra fría llegó a un brusco fin con el colapso de la Unión Soviética.

El empecinamiento de Bush hijo por resucitar la iniciativa, ahora con el pretexto de prevenir supuestos --e improbables-- ataques misilísticos de países como Irán, Irak y Corea del Norte, ha significado un retorno a lógicas de confrontación que parecían superadas, ha suscitado el deslinde de los aliados europeos de Washington --con excepción de Gran Bretaña-- y ha propiciado un insólito estrechamiento de lazos entre China y Rusia, países que han interpretado el NMD como un intento estadunidense por reforzar su hegemonía estratégica mundial y por situarse muy por encima de las otras potencias nucleares. En consecuencia, Moscú y Pekín se comprometieron ayer a colaborar en la construcción de un equilibrio multipolar que contrarreste los empeños de Washington. 

A la vista de esos resultados, puede decirse ya que, en tanto acción de defensa y de seguridad nacional, el NMD es una de las medidas más contraproducentes de la historia, y una de las más torpes.
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54