MIERCOLES Ť 18 Ť JULIO Ť 2001
MEXICO S.A.
Carlos Fernández-Vega
A LO LARGO DE muchas, muchísimas décadas, el gobierno, el aparato económico y la sociedad estadunidense en su conjunto han explotado a los millones de trabajadores mexicanos que, año tras año, se ven en la penosa necesidad de resolver un conflicto insalvable: morirse de hambre en su propia tierra o buscar, con todos las agravantes y peligros que ello encierra, un futuro menos drástico.
DIFICIL ES QUE pase un solo día sin que los medios de comunicación -nacionales y extranjeros- difundan información proveniente de Estados Unidos o generada en territorio nacional, referente a la violación de los derechos humanos de los mexicanos indocumentados que trabajan en el vecino país del norte, los mexicanoestadunidenses o, genéricamente, los llamados hispanos, todos ellos víctimas de campañas racistas, violencia física y cultural y explotación laboral.
SI LA INFORMACION no es relativa a una brutal golpiza propinada por alguno de los cuerpos policiacos estadunidenses (en especial la Border Patrol) o el bestial atraco por parte de las autoridades mexicanas (migratorias, aduanales o de "seguridad"), se informará acerca de uno u otro grupo de mojados muertos -debido a golpes, insolación, asfixia, granjeros anglosajones o cualquier otra causa perfectamente evitable- ya sea en los centros de trabajo, la parte posterior de un camión de redilas, un furgón sellado, o en alguna de las áreas desérticas colindantes con la franja fronteriza de 3 mil 200 kilómetros que delimita los territorios de México y Estados Unidos, por citar sólo algunos casos.
AHORA, LO "NOVEDOSO" es que el gobierno del amigou George W. Bush negó, una vez más, la posibilidad de conceder amnistía formal a 3 millones de paisanos indocumentados que laboran en territorio estadunidense. Sin embargo, sí se manifestó a favor de concretar un acuerdo laboral que permita un "flujo ordenado" de trabajadores mexicanos, rememorando aquel "programa braceros", negociado durante el alemanato.
AL IGUAL QUE en la década de los 40, los gringos no quieren, pero sí quieren: no quieren que los greaser regularicen su situación migratoria, pero sí quieren mano de obra calificada y muy barata (para el nivel salarial imperante en Estados Unidos); no quieren a su prole ni a su cultura, pero sí quieren los miles de millones de dólares que se ahorran los patrones, al no cubrir los impuestos ni las cuotas de seguridad social correspondientes a los braceros; no quieren, en fin, verlos caminar por sus calles ni rozarse con su estirpe, pero sí quieren que los beaners mantengan el suculento y multimillonario consumo que realizan dentro de sus fronteras.
Y LOS GOBERNANTES mexicanos, felices, también le han entrado al jueguito: entre otras muchas cosas, la migración de trabajadores indocumentados les ha servido, históricamente, como una eficaz -aunque perversa- válvula de escape de presión social, ante la imposibilidad y la negativa internas de generar condiciones de vida dignas para ellos y sus familias. Además, reciben alrededor de 8 mil millones de dólares anuales, monto que les ha ayudado a equilibrar su deteriorada balanza de pagos.
ESA ES PARTE de la historia. Sin embargo, la presencia y permanencia de los trabajadores mexicanos indocumentados y en general los de origen hispano, tendría que ser catalogada, bajo los parámetros gringos (dólares y solamente dólares) como una especie de regalo divino: mano de obra barata y consumo, mucho consumo.
DE ACUERDO CON información del Departamento de Comercio y de la Oficina del Censo del gobierno estadunidense, en 1998 los inmigrantes de origen hispano en Estados Unidos consumieron productos, sólo en esa economía, por un total cercano a los 300 mil millones de dólares, igual a 6 por ciento del gasto estadunidense en consumo y equivalente a tres cuartas partes del producto interno bruto mexicano de ese año. Para el año 2010 se espera que dicho consumo represente 9 por ciento del total en Estados Unidos.
LAS PROYECCIONES DE la Oficina del Censo de Estados Unidos señalan que la población de origen hispano sumó cerca de 30 millones de personas en el año referido, con una tasa proyectada de crecimiento de 3 por ciento anual hasta el año 2010, cuando la proporción tendería a disminuir a 2.5 por ciento anual. En la segunda década del presente siglo, la población de origen hispano representaría el 14 por ciento de los habitantes en Estados Unidos.
LAS ESTADISTICAS OFICIALES revelan que las familias de origen hispano -de manera destacada las mexicanas-, gastan más, en promedio, que las anglosajonas, europeas o asiáticas que viven en Estados Unidos, y ese consumo se concentra en productos como alimentos, ropa infantil, calzado, transporte público, servicios telefónicos y servicios de lavado y planchado de ropa. El consumo de las familias de origen hispano creció a una tasa anual de 5.4 por ciento en términos constantes durante la década de los 90.
ASIMISMO, EL GASTO destinado a la compra de alimentos para ser consumidos en hogares hispanos sumó, en 1998, alrededor de 36 mil 500 millones de dólares, una cantidad que representó 8.7 por ciento del gasto total en este renglón en Estados Unidos, cuyo monto ascendió a casi 400 mil millones de dólares. Los principales alimentos comprados por las familias hispanas para ser consumidos en el hogar fueron: cereales, productos de panadería, carnes de res, cerdo y ave, pescados y mariscos, huevos, leche y derivados, frutas frescas y vegetales, aceites, bebidas no alcohólicas, azúcar y dulces.
OTROS RENGLONES IMPORTANTES del gasto familiar hispano en Estados Unidos son:
12 mil 576.2 millones de dólares en alimentos en restaurantes. Esta cifra representó 6.3 por ciento del gasto total en este sector en Estados Unidos.
4 mil 768.7 millones de dólares en bebidas alcohólicas compradas en supermercados, 6 por ciento del gasto total en esos productos.
23 mil 88 millones de dólares en prendas de vestir y calzado, monto equivalente a 7.5 por ciento del gasto total en Estados Unidos en ese renglón.
31 mil 120.6 millones de dólares en transportación, de los cuales 3 mil 446.9 millones de dólares fueron destinados a pagar transporte público.
LAS ESTADISTICAS ELABORADAS por el gobierno estadunidense revelan que en California, el consumo de las familias hispanas (que en su gran mayoría son de origen mexicano) sumó, en 1998, alrededor de 94 mil millones de dólares (monto superior a la deuda pública del gobierno mexicano), es decir el 17.5 por ciento de los 537 mil 766 millones que se erogaron en ese año y en ese estado por concepto de consumo.
OTRAS ENTIDADES estadunidenses con fuerte presencia de familias hispanas registraron el siguiente valor en consumo (entre paréntesis se anota la cifra del total en el vecino del norte): Texas, 44 mil 386.1 millones de dólares (290 mil 526 millones); Nueva York, 26 mil 669.2 (352 mil 898); Florida, 23 mil 757.2 (240 mil 727); Illinois, 11 mil 096.7 (212 mil 745); Nueva Jersey, 10 mil 955.4 (159 mil 792); Arizona, 7 mil 994.2 (62 mil 330); Nuevo México, 6 mil 492.6 (23 mil 378); Colorado, 5 mil 639.7 (64 mil 175); Massachusetts, 3 mil 372.6 (116 mil 703).
Las rebanadas del pastel:
PARA NO DEJAR el tema: en 1998 el 24 por ciento de los hogares estadunidenses tenía un ingreso menor a 15 mil dólares al año; 47.9 por ciento, de 15 mil a 50 mil dólares, y 28.5 por ciento, mayor a 50 mil dólares... Por lo que toca a los hispanos, 34 por ciento tenía un ingreso anual menor a 15 mil dólares; 52 por ciento, de 15 mil a 50 mil dólares, y 14 por ciento, mayor a 50 mil dólares.
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