MIERCOLES Ť 18 Ť JULIO Ť 2001
Ť Padres, escuelas y medios, principales motivadores del problema, advierte experta
Crece el número de niños y adolescentes obesos
Ť Infantes de prescolar con sobrepeso sienten rechazo hacia su cuerpo: Instituto Salvador Zubirán
CAROLINA GOMEZ MENA
Reducir la obesidad de niños y adolescentes mexicanos es uno de los principales retos en materia de salud pública para la actual administración sanitaria, por lo que es uno de los objetivos signados en el Programa Nacional de Salud (PNS) 2001-2006.
Durante la última década, tan sólo en los menores de seis años la incidencia de este mal crónico pasó de 5 a poco más de 10 por ciento, mientras que en el rango de 6 a 14 años se triplicó, ya que el aumento fue de 8 a 24 por ciento, reveló el doctor Guillermo Fanghänel Salmón, jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital General de México.
En entrevista con este diario, el especialista detalló que entre las principales causas de esta notoria ganancia de peso entre la población infantil nacional se encuentran el aumento en el consumo de carbohidratos refinados, particularmente en forma de pasteles, refrescos, golosinas y frituras envasadas, así como el avance del sedentarismo en este grupo y la influencia de los medios electrónicos como la televisión, la cual, dijo, "además de fomentar la nula actividad física, promueve la ingesta de multitud de comida chatarra".
Durante su participación en el decimoprimer curso en torno a esta enfermedad, denominado Obesidad, reto a vencer en el siglo XXI, organizado por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) de la Secretaría de Salud, el galeno subrayó que el azúcar industrializada o refinada que contienen la infinidad de "alimentos chatarra" es mucho más perjudicial que los azúcares de los alimentos naturales como las frutas, puesto que además de que "proporciona más calorías por volumen, se metaboliza de manera más lenta".
Asimismo, agregó que aunque el exceso de grasa corporal en los niños no genera comorbilidades (enfermedades asociadas) inmediatas, como ocurre en los adultos, sí es factor para desarrollar hipertensión, diabetes y males cardiacos a "más temprana edad", y destacó que es la antesala para experimentar excesiva obesidad durante la edad adulta.
Al respecto, Juan Carlos López Alvarenga, médico adscrito e investigador de la Clínica de Obesidad del Departamento de Endocrinología y Metabolismo del INCMNSZ, dio a conocer que un niño que en sus primeros tres años de vida sufre de sobrepeso tiene 30 por ciento de posibilidades de ser obeso durante su adultez, mientras que en otro que "llega a los 10 años con el mismo problema, el porcentaje aumenta a 87 por ciento".
Daño a la autoestima
Pero no sólo a nivel físico los infantes experimentan las consecuencias de tener modelos de alimentación erróneos, sino también en el aspecto emocional y sicológico, indicó Fanghänel Salmón, quien dijo que con base en su experiencia, en este aspecto es más vulnerable el menor que el adulto, ya que el daño va directo a la autoestima. "El niño gordito es objeto recurrente de burlas en la escuela, es reprimido y sufre discriminación y rechazo, en cambio, el adulto gordo es más bien el chistosito".
En torno a ello, la sicóloga Verónica Vázquez Velásquez, de la Clínica de Obesidad del INCMNSZ, comentó que en la generalidad de los casos padecer gordura no es algo voluntario, sino principalmente la consecuencia de "factores genéticos" nacionales y familiares -estudios han demostrado que los hijos de padres obesos tienen tres veces más posibilidades de ser gordos que los niños que no tienen progenitores excedidos de peso- que se conjuntan con malos hábitos alimenticios y de actividad física, y refirió que especialmente en el caso de los menores gordos, son éstos los que menos culpa tienen de ser como son.
Derivado de lo anterior, indicó que los principales motivadores y sostenedores del problema son los padres, a veces las escuelas y también los medios que incitan al consumo de productos engordadores.
Conductas bulímicas y anoréxicas en menores
La especialista, quien colabora en un estudio piloto realizado por el INCMNSZ en escuelas primarias de la capital, dijo que derivado del paradójico mensaje de los medios que impulsa a comer alimentos altamente calóricos, y que por otro lado refuerza la idolatría a la esbeltez, no sólo está provocando desórdenes alimenticios en la población adolescente, sino también en los niños.
Reveló que en algunos de estos espacios escolares públicos y privados incluidos en el análisis de campo se han encontrado niñas de entre seis y 12 años con "conductas anoréxicas y bulímicas", las que se manifiestan, en el primer caso, en la negativa a comer por miedo a ganar peso, separar los alimentos en el plato (rechazar los altamente calóricos) y distorsión de la imagen corporal; y en el segundo, con provocación de vómitos luego de la ingesta y esconder la comida, entre otros.
En opinión de la sicóloga, el daño que se inflige a los menores al hacer caso omiso de su obesidad, aunado a las críticas que de familiares y congéneres recibe el afectado, están provocando que incluso infantes de prescolar (entre cuatro y cinco años) sientan "rechazo hacia su cuerpo" y su persona, lo que se evidencia en baja autoestima. Esto se manifiesta en "aislamiento -aproximadamente 60 por ciento de los menores obesos dicen no tener amigos-, negativa a que se les vea (en ropa interior o sin ella), a comprarse ropa e incluso a salir a jugar".