SABADO Ť 21 Ť JULIO Ť 2001
Carlos Montemayor
Francisco Núñez
El pasado junio, durante la ceremonia del 53 aniversario del diario La Voz de Michoacán, se otorgaron las preseas José Tocaven. La del mérito literario la recibió el escritor en lengua purépecha Joel Torres Sánchez, con quien he trabajado a lo largo de varios años en la sierra de Anganguan, en Zirahuén y en Morelia. Damián Alcázar recibió la presea al mérito escénico y el Crefal (Centro de Corporación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe) la del mérito docente.
Pero estas líneas vienen a cuento por el compositor a quien se otorgó la presea al mérito artístico: Francisco Núñez. Lo conocí en 1979, cuando dirigió con la orquesta de Cámara de Bellas Artes la ópera de Daniel Catán Encuentro en el ocaso, cuyo libreto escribí. Después Francisco Núñez y yo nos propusimos impulsar la publicación de partituras de nuevos compositores mexicanos en Estados Unidos y en México. Por él conocí más tarde a uno de los grandes artistas de todos los tiempos, el barítono Roberto Bañuelas, maestro fundamental en el canto. La actividad musical incesante y amplísima de Francisco Núñez se desplegaba ya en la enseñanza, la investigación, la composición y la promoción cultural. Tenía la impronta del creador renacentista: el interés por la pintura, la danza, la literatura, la investigación acústica, formando una sola urdimbre con su pasión por el canto, el piano y la música. En 1994, cuando preparé los dos volúmenes de rezos sacerdotales tradicionales en lengua maya para la Colección de Letras Mayas Contemporáneas, él realizó la transcripción musical de los rezos y el análisis tonal de esas muestras de composición pentafónica.
La presea que recibió el mes pasado es, en México, un reconocimiento mínimo, y además inicial, a su importante trayectoria como maestro o como creador. Ha obtenido distintos reconocimientos en Italia por la organización cultural Corale Giuseppe Verdi de Parma, y como miembro de los Concursos Internacionales Giuseppe Verdi y Vincenzo Bellini de Caltanissetta, Sicilia (organizó, por cierto, el primer Concurso Internacional Vincenzo Bellini en México, hace dos años) y es miembro de la asociación ítalo japonesa Arte Senza Confini desde 1999. Como virtuoso del piano, tiene buen cuidado de citar con tino a Robert Schumann: ''Aquel buen pianista que sólo es un buen pianista es un mal pianista...''
Comenzó su labor de enseñanza en el Conservatorio Nacional de Música a los 22 años. Impartió una variedad de asignaturas que caracterizan su amplia formación y disciplina: composición, canto, dirección de orquesta, armonía, análisis, contrapunto, historia de la música, del arte y de la cultura, pedagogía musical infantil, teoría y solfeo, acústica, filosofía de la música, piano...
La música de cámara y la música contemporánea han sido una parte de sus especialidades. Ha ofrecido recitales en los festivales más importantes del país y en los concursos internacionales de canto en Italia, España, México y Canadá. Con Ernst Róemer se especializó en lied y opereta. Sus alumnos de canto han obtenido recientemente altos reconocimientos en Italia y Canadá.
La noche que recibió la presea José Tocaven, estrenó al piano, mundialmente, la obra Variaciones sobre una pirekua. Diez años atrás había ya incursionado en esa música y ritmo sincopado en dos obras estupendas para orquesta: Pirecua y Danza purépecha. Ahora intenta componer una serie de canciones con poesía en lenguas indígenas para participar también, claro, en el rescate, preservación y difusión de la poesía y música tradicionales de estos viejos pueblos.
De modo breve, y profundo, una de sus cartas contiene una descripción de los creadores y de los maestros que puede corresponder cabalmente a su trayectoria. Comentaba que los creadores en música tienen ''una visión integral del todo con las partes en virtud de que requerimos de la participación de todos y cada uno de los elementos y factores que hacen posible el arte y en particular la música. Esta no es posible sin el auxilio especializado de la orquesta, los coros, los solistas virtuosos, los musicólogos e investigadores en general, y toda suerte de músicos. Necesitamos también de los espacios y escenarios, acústicamente funcionales, de los medios y responsables de la difusión y de la promoción del arte en todas sus consideraciones y, desde luego, de otra de sus esencias para mí vitales: el docente especializado, como transmisor y facilitador del conocimiento que es a la vez un creador de conciencias estéticas y modelador de sensibilidades''.