VIERNES Ť 27 Ť JULIO Ť 2001

Mauricio Schoijet

Bikini: a cincuenta años del show más peligroso del mundo

Un atolón es un arrecife de coral que encierra una laguna. El de Bikini pertenece a las Islas Marshall, ubicadas en el occidente del Océano Pacífico y arrebatadas por Estados Unidos a Japón en 1947.

Los 167 habitantes polinesios de Bikini fueron evacuados por la fuerza para permitir el gran show de los dos primeros ensayos nu-cleares en la atmósfera realizados al terminar la Segunda Guerra Mundial, y que tuvo lugar entre el 30 de junio y el 25 de julio de 1946.

En éste participaron 42 mil soldados y marinos estadunidenses que llegaron en 150 barcos y 250 aviones, miles de científicos, periodistas y diplomáticos. Fue un caso único en que se combinó una espantosa intimidación con un gran ejercicio de relaciones públicas.

Las explosiones arrojaron un millón de toneladas de espray radiactivo a la atmósfera, dejando "áreas calientes", o sea grandes áreas contaminadas con plutonio, elemento radiactivo de larga vida y el segundo más tóxico que se conoce, que los equipos radiológicos utilizados en los ensayos ni siquiera estaban preparados para medir.

Casi todos los barcos de la flota estadunidense del Pacífico quedaron contaminados, incluyendo el agua que usaban para lavar los alimentos, cocinar y bañarse. La fértil laguna de Bikini quedó cubierta de barro radioactivo, los recursos pesqueros quedaron contaminados en un área de 150 kilómetros a la redonda y la nube radioactiva que se formó, de más de 20 mil kilómetros cuadrados, expuso a la población de las Islas Marshall a altas dosis de radioactividad.

En 1964, año en que comenzaron a aparecer tumores en la tiroides entre adolescentes evacuados, el gobierno de Estados Unidos permitió regresar a los habitantes, después de aplicar medidas de descontaminación como la remoción de la capa superficial del suelo y la plantación de 50 mil cocoteros. Sin embargo, la práctica probó que los responsables de la operación habían sido demasiado optimistas. Resultó que no sólo los cangrejos que consumían los isleños seguían contaminados, sino hasta los cocos. Los retornados tuvieron que ser nuevamente evacuados en 1978.

Los ensayos de Bikini abrieron el camino para centenares de ensayos nucleares en la atmósfera llevados a cabo en las islas del Pacífico, en Nevada y Utah por Estados Unidos, y en Asia Central y áreas cercanas al Artico por la Unión Soviética, que probablemente causaron un número indeterminado de casos de cáncer, quizá del orden de centenares de miles, no sólo en esos países, sino en otros alcanzados por el polvo o la lluvia radiactiva, y que seguramente incluyeron a un número indeterminado de mexicanos, hasta que ambas superpotencias acordaron terminar con esta práctica en 1963, después de que el entonces presidente estadunidense Lyndon B. Johnson revirtió la línea oficial, admitiendo que representaban un serio peligro.

En 1954, los habitantes de las Islas Marshall enviaron una protesta a Naciones Unidas, que fue ignorada gracias a la dominación estadunidense de esta organización. En Estados Unidos, a partir de 1953, centenares de miles de soldados fueron expuestos a dosis peligrosas de radiación en maniobras en que se les colocaba a corta distancia de armas nucleares que hacían explosión, supuestamente para que se familiarizaran con situaciones reales de combate que podrían ocurrir en la Tercera Guerra Mundial.

Muchos de los participantes enfermaron de cáncer. Apenas en 1990 se aprobó la legislación que les permitía recibir indemnizaciones. Se hicieron experimentos de inyección de plutonio con seres humanos, que sólo fueron conocidos hacia 1993. También se dieron muchos casos de cáncer entre los 600 mil trabajadores de entonces y actuales involucrados en la producción de armas atómicas.

Se sabe que también fueron afectados trabajadores de los astilleros en que se construyeron submarinos nucleares. La creciente conciencia acerca del problema se reflejó en más de 600 artículos periodísticos publicados el año pasado en ese país, lo que contribuyó a la aprobación de una ley que prevé indemnizaciones para las víctimas, puesta en vigencia este mismo año por el presidente Clinton.

El desarrollo de una conciencia ambiental ha incluido la percepción de los peligros de la radiactividad y de la mendacidad de los gobiernos que en forma pertinaz negaron primero los peligros de la radiación emitida en los ensayos de las armas nucleares, y después los de la energía nuclear.

En el clima político actual ya no es posible un evento similar al de Bikini, pero algunos gobiernos, como el de Francia, han seguido con la práctica de ensayos nucleares, o potencias nucleares emergentes tales como India y Pakistán, y otros países como Irak, cuya persistencia en este terreno sirve para alimentar el armamentismo estadunidense. Seguir mo- vilizando a la opinión pública contra la proliferación de armas nucleares y por la prescripción de armas, nucleares y convencionales, sigue siendo una tarea ineludible.