Ť La autoridad tendrá que abrir la frontera, afirma Isaac Finkler
Empresarios turísticos mexicanos se ven orillados a recurrir al crédito y la inversión extranjeros
Ť El capital no tiene nacionalidad; si es para generar empleos, bienvenido, sostiene
HUMBERTO ORTIZ MORENO
En virtud de que un minúsculo grupo tiene el control
de los grandes capitales en México, sin generar bienestar a los
mexicanos, y el financiamiento es francamente inaccesible al aparato productivo,
los empresarios del sector turístico se ven obligados a recurrir
al crédito y la inversión extranjeros y las autoridades tendrán
que abrirles la frontera si desean bienestar para la población,
porque ya no es posible permitir que muchos connacionales emigren a Estados
Unidos al no tener oportunidades de desarrollo en su propio territorio,
aseveró Isaac Finkler, presidente del Consejo Nacional Empresarial
Turístico (CNET).
Se preguntó: "¿Qué es mejor, que
un pequeño grupo de personas tenga el control y siga especulando,
o abrirnos a que haya más oferta y posibilidades de asociarnos?
¿No hacer nada porque no tenemos dinero para invertir o invitar
a que alguien sea nuestro socio, nosotros como operadores y él como
inversionista?"
Y responde: "El capital no tiene nacionalidad ni fronteras." Si viene a generar empleo y bienestar en las localidades donde no llega el gobierno, bienvenido.
Sin embargo, Finkler quiere precisar que si bien no se trata de transferir a extranjeros el patrimonio turístico del país, la idea es aprovechar los litorales, playas, centros culturales y arqueológicos mexicanos para atraer turistas "de altura", porque actualmente los que vienen son de muy bajo gasto, o sea 500 dólares diarios en casos exagerados.
"Normalmente somos muy buenos anfitriones: recibimos mejor a los foráneos que a nosotros mismos", lamentó. Insistió en que a México le urge tener oferta para que el turista internacional de primer mundo venga y derrame mucho más dinero.
Comentó el programa del presidente Vicente Fox de atraer inversión extranjera a los litorales y aseguró que al gobierno no le debe costar nada, sino que deberá ser autofinanciable.
Las reservas territoriales históricamente las han manejado los gobiernos estatales y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), organismo que hoy, paradójicamente, está a cargo de un hombre que fuera dirigente de los empresarios del ramo, John McCarthy.
Es ahí donde debe estar enfocada la política oficial, para que el turista de alto nivel gaste en el municipio y los ingresos se apliquen en más escuelas, hospitales e infraestructura básica. "Una de las condicionantes al inversionista es que no nada más abra un club de golf, un hotel o una marina, sino que aporte y ayude en la zona a generar trabajo a la gente de la localidad, para capacitarla y no importarla de otros estados, o que se vaya de mojado a Estados Unidos".
Finkler citó el caso de Acapulco, que, quitando la costera Miguel Alemán, no ofrece nada de servicios fundamentales. "Esperemos nunca enfermarnos allá, porque hay una sola clínica", advirtió.
Insistió en que atraer inversión internacional es lo que está a la mano, porque fuera de México hay créditos mucho más blandos y la banca nacional simplemente no otorga préstamos competitivos. "Quisiera conseguir aquí un crédito a 30 años con tasas muy blandas, fijas, que no sean variables, para poder construir un pequeño hotel, ya no uno grande", expresó con pesar.
A lo mucho, ejemplificó, en el caso de España las tasas llegan a 8 por ciento, contra los más de 20 puntos que cobran los bancos privados y con plazos de 15 años, "a duras penas".
Explicó que la inversión foránea será "en ladrillos". Es decir, el gobierno se dedica a construir carreteras y el sector privado genera el ramal para llegar a esas edificaciones que alguien de fuera levantó. La operación, la derrama económica, será para beneficio de las localidades y de México. "No vendemos la patria ni el terreno. Todo se reduce a un problema financiero."
Llegan los extranjeros y dan viabilidad a los proyectos para jalar la cadena económica, y entonces no hay alternativa, puntualizó.
No obstante, sostuvo el imperativo de cuidar que ese dinero genere beneficios en el país y no se oriente a la especulación.
Casinos, otra gran opción
En la entrevista con La Jornada, Finkler habla también sobre las perspectivas de la posible instalación de casinos en caso de aprobarse las reformas a la Ley de Juegos y Sorteos, y asegura que son favorables para que a lo mucho en un año esté no solamente aprobada la iniciativa en el Congreso, sino también el reglamento.
Reconoció que los principales clientes de ellos serán, sin duda, jugadores compulsivos identificados como prominentes empresarios y políticos que actualmente derrochan sus fortunas en Las Vegas. "Ya no tendrán que ir hasta allá", afirmó. Y no les importará que les tomen una foto jugando. "No hay que ponernos una venda en los ojos", sugirió.
Sostuvo que hoy en día el juego ya no es el tabú de antes. "Es algo que México requiere para estar en la competitividad globalizada. Hemos dicho que el día que Cuba se abra al turismo internacional, sobre todo al de Estados Unidos, ¿qué va a pasar con Cancún, si compartimos el mar, el sol y quizá el espíritu latino?"
Frente a la oposición de la jerarquía eclesiástica, la clase patronal y padres de familia, Finkler aclara que un centro de juegos no traerá más prostitución ni suicidios ni gasto o incapacidad del jefe de familia para atenderla. Un casino no vendrá a transformar ni a apoyar al núcleo familiar, remarcó.
"No digo que un casino vaya a ser un lugar de reunión familiar. Es un valor agregado y no hay que cerrar los ojos. Hoy en México el jugador compulsivo juega y juega a diario. Es más, a las once de la mañana debe estar jugando, pero en un lugar que no está pagando impuestos, que sí lleva riesgos, porque no está jurídicamente amparado".
Negó que los empresarios o políticos prominentes que apuestan en Las Vegas tengan predilección por un lugar. "Lo hacen aquí, en Acapulco, en Vallarta, en Tlalnepantla o en Chiapas", repuso.
Observó que actualmente todo mundo está hablando de que en sus entidades quiere un casino, pero auguró que a la hora de la realidad "estamos ciertos de que no será así". Por ello el proyecto empezará en lugares netamente turísticos.
Es sabido que unos 300 mil mexicanos de altos ingresos acuden anualmente a Las Vegas para jugar en sus casinos. Pero si se crean en México, no tendrán que gastar para irse hasta allá, dice el empresario. "No hay duda de que se quedarán aquí si las instalaciones son de primera y si la organización del juego es del mismo nivel", asentó.
Y por eso, aquí también, los mexicanos tendrán que asociarse con inversionistas de Estados Unidos o de Europa. "El capital ya no reconoce fronteras", remachó.