DOMINGO Ť 29 Ť JULIO Ť 2001
SEMANA POLITICA EN ESTADOS UNIDOS
Ť Decenas de menores de edad esperan la pena de muerte
Ť Han sido ejecutados 361 jóvenes desde la época colonial
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva york, 28 de julio. La semana concluyo con otro menor de edad condenado a una prisión para adultos, una tendencia que se ha incrementado durante los últimos 20 años en este país, en don-de hay leyes en algunos estados que permiten el encarcelamiento de niños menores de 10 años y decenas de menores de edad es-peran la pena de muerte, en violación de las convenciones internacionales sobre derechos humanos.
El castigo de los menores de edad como adultos ofrece una manifestación más de lo que Amnistía Internacional ha llamado una "guerra contra los niños". Cada día en Estados Unidos son arrestados, en promedio, 4 mil 342 menores de edad: 186 por crímenes violentos y 351 por delitos de droga, según la Children's Defense Fund (CDF).
Con la percepción, promovida y explotada por los políticos, de que los menores de edad representan una ola de violencia y crimen cada día más grave, más niños son juzgados como adultos y condenados a prisiones para adultos. En 1998, más de 8 mil menores estaban encarcelados en instituciones penales para adultos, un incremento de 366 por ciento desde 1983, según la CDF.
Ese será el futuro para Nathaniell Brazill, de 14 años de edad, quien el viernes recibió una condena de 28 años de cárcel al ser juzgado como adulto por el homicidio de su maestro de secundaria, ocurrido el año pa-sado en Florida. Encadenado y con un uniforme anaranjado de reo, el niño no expresó ninguna reacción al escuchar al juez.
Amigos de la victima dijeron estar insatisfechos, ya que no se había aplicado la pena máxima de 25 años a cadena perpetua. Brazill es el segundo caso de un niño de 14 años enjuiciado y condenado como adulto en Florida acusado de homicidio (el otro, Lionel Tate, fue condenado a cadena perpetua por matar a una niña de seis años).
Según el Departamento de Justicia, entre 1992 y 1997, 44 estados y la capital han promulgado leyes que permiten enjuiciar a menores de edad como si fueran adultos. Aunque éstos representan un pequeño porcentaje del millón 700 mil casos de delincuencia juvenil procesados en este país ca-da año, la tendencia representa un revés para las normas mundiales.
No sólo eso, sino que este país aún aplica las penas máximas a su juventud. Desde 1973, cuando se reinstauró la pena de muerte, 196 personas que cometieron sus delitos cuando tenían menos de 18 años de edad han sido condenados a muerte. En 23 de los 38 estados en los que hay pena de muerte se permite la aplicación de ésta para aquéllos que cometieron sus delitos antes de cumplir 18 años de edad.
Desde 1973, 17 personas que cometieron sus crímenes antes de los 18 años han sido ejecutadas; otras 74 esperan su turno hoy día (de éstas, todos son hombres, y la ma-yoría cometió el crimen a los 17 años, y 63 por ciento son de minorías).
El primer menor de edad ejecutado en Estados Unidos fue en tiempos de la colonia, en 1642; desde entonces las autoridades de este país han ejecutado a 361 personas que cometieron delitos cuando eran menores de edad.
La aplicación de la pena de muerte o de cadena perpetua (otra condena más frecuentemente aplicada a menores) violan tanto la Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos de la ONU como artículos de la Convención sobre los Derechos de los Niños. Cuando Estados Unidos firmó la primera, en 1977, se reservó el derecho de ignorar el artículo pertinente; cuando el presidente Bill Clinton firmó la segunda, en 1995, también se reservó el derecho de ignorar el artículo referente a los niños juzgados como adultos.
En 1999, según estadísticas oficiales, hu-bo aproximadamente 2.5 millones de arrestos de menores de edad. Según el FBI, los menores de 18 años representaron 17 por ciento de los arrestos totales en Estados Unidos, y 16 por ciento de los arrestos por crímenes violentos. Sin embargo, también reporta que el crimen violento cometido por menores de edad se ha desplomado en 36 por ciento entre 1994 y 1999, llegando a su nivel más bajo en una década.
Esto, claro, ha nutrido a ambos lados del debate sobre cómo enfrentar la violencia y el crimen de los menores de edad. Un lado señala que las políticas "duras", incluyendo el procesamiento de niños como adultos, están funcionando; el otro sostiene que otros factores, especialmente el económico, han cambiado la tendencia.
Sin embargo, sólo el hecho de que el país más poderoso y rico del mundo siga sosteniendo un debate de si debe aplicar y cómo penas de muerte, y castigar a niños como si fueran adultos en el sistema penal, demuestra poco avance desde los tiempos de la colonia. Tal vez sea por esto que no resulta sorprendente que sólo Estados Unidos y Somalia, de todos los países miembros de la ONU, aún no han ratificado la Convención sobre los Derechos de los Niños.