DOMINGO Ť 29 Ť JULIO Ť 2001
Ť Hace cien años nació Harry Bridges, rebelde que hizo temblar a los poderosos
Recuerdan el natalicio del inmigrante que transformó el mundo laboral estadunidense
Ť Líder sindical, fundó el gremio de estibadores del oeste; eregirán una estatua en su honor
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 28 de julio. La ciudad de San Francisco celebra hoy el natalicio, hace cien años, de Harry Bridges, un trabajador inmigrante que transformó el mundo laboral es-tadunidense, un rebelde que hizo temblar a los poderosos, líder de una de las huelgas generales más importantes de este país y fundador del sindicato de estibadores de la costa oeste, uno de los más solidarios internacionalmente y que recientemente participó en las protestas en Seattle.
Por orden del alcalde de San Francisco, Willie Brown, y el gobernador de California, Gray Davis, se designó oficialmente la fecha de hoy como el Día de Harry Bridges, y se anunció que un monumento en su ho-nor será erigido en una plaza del puerto de San Francisco.
Pero no fue tan popular con los políticos y poderosos durante gran parte de su vida; al contrario, fue identificado oficialmente como enemigo de Estados Unidos.
Bridges, quien murió en 1990, cumpliría hoy cien años. Inmigrante australiano, llegó a San Francisco en 1920 y durante los si-guientes 60 años tendría un impacto profundo en el mundo laboral estadunidense.
También aguantaría 21 años de juicios y persecución política. Acusado de ser comunista por el gobierno debido a sus actividades sindicales, Washington intentó durante 14 años deportarlo a su país.
En plena gran depresión, encabezó la campaña para sindicalizar a los estibadores de la costa oeste, lo que provocó batallas sangrientas con muertos y heridos.
Esta campaña culminó en 1934 con lo que algunos historiadores consideran la huelga general más grande en la historia estadunidense, la cual duró 83 días y paralizó a San Francisco, la que terminó con el triunfo de los trabajadores.
En 1937 se conformó el Sindicato Internacional de Estibadores y Trabajadores de Almacenes (ILWU, por sus siglas en in-glés), y Bridges sería su secretario general por los próximos 40 años.
El ILWU fue uno de los primeros sindicatos que abrió incondicionalmente sus filas a trabajadores negros, y construyó una es-tructura plural y democrática, con un principio fundamental de la participación de las bases en toda decisión.
No sólo conquistó garantías sociales y económicas para sus afiliados, incluidos beneficios de salud, seguridad, vacaciones, sino que además ofreció un modelo para un sindicalismo democrático con poderosos vínculos tanto con la comunidad local co-mo a nivel internacional.
De hecho, el ILWU ha sido ejemplar en sus posiciones de solidaridad internacional, desde su oposición al bloqueo económico de Cuba hasta su rechazo al sistema de apartheid en Sudáfrica y su apoyo al movimiento de desarme nuclear. Durante la guerra civil en El Salvador, el gremio rehusó cargar armamento y equipo destinado a los militares centroamericanos.
Después de su muerte, el sindicato ha continuado este legado de Bridges. En las protestas contra la Organización Mundial de Comercio, el ILWU no sólo participó sino que suspendió labores durante un día en todos los puertos desde San Diego a Vancouver, en solidaridad con los manifestantes.
"Tenemos el poder de los trabajadores. Este es el poder real de este país. No son los bancos, no son las empresas, y no son aquéllos con tanta riqueza. Básicamente el poder real y verdadero está con el pueblo trabajador de todos los colores, de todas las religiones, de todos los orígenes nacionales", afirmó Bridges en 1967.
Agregó: "Nuestra tarea, la tarea de este sin-dicato, es revaluar, organizar y dirigir apropiadamente eso que sabemos que tenemos. Ese es el poder del trabajador. Todo lo que hemos logrado ha sido a través del uso apropiado de ese poder particular del trabajador".
En 1945 insistió sobre el uso del poder político del sindicalismo: "El arma de ac-ción política... ésa será el arma principal de lucha para todo lo laboral, internacionalmente como nacionalmente, si habremos de hacer esas cosas que debemos de hacer como sindicato".
Bridges fue reconocido, tanto por sus críticos como por sus simpatizantes, como un hombre completamente honesto. Siempre se mantuvo cerca de sus filas y durante toda su estancia en el sindicato jamás cobró un salario mayor de los 27 mil dólares al año, mucho menos de lo que ganaban en ese entonces muchos estibadores.
Sobrevivió a muchos de sus enemigos, y se convirtió en un ícono del movimiento la-boral estadunidense. Hoy, seguramente por-que está en su tumba, Bridges fue reconocido oficialmente por las autoridades de San Francisco y California. Pero vale imaginarse que este rebelde australiano, seguramente, también sabe que su legado será más que un acto oficial y que hoy otros inmigrantes continuarán su lucha por la dignidad de to-dos los trabajadores de este país.