DOMINGO Ť 29 Ť JULIO Ť 2001
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Ť Eduardo Galeano

Travesía

Así ha sido, y sigue siendo.

Desde mucho antes de que hubiera gente en el mundo, las mariposas viajan.

Cuando el otoño anuncia que se viene el frío, ellas abandonan las costas del norte de América y vuelan hacia los bosques de los volcanes en el centro de México. Un luminoso río de mariposas fluye, entonces, a través del cielo. Muy larga es la travesía sobre playas y praderas y ciudades y sobre los grandes lagos y las cadenas montañosas y el desierto de nunca acabar. El suave oleaje, olas de alas, va dejando, a su paso, una estela de color naranja en las alturas.

Mientras dura el viaje, muchas mariposas mueren volteadas por los vientos y las lluvias, y todas las dem·s mueren porque se acaba su breve vida en el mundo. De las que han partido, ninguna llega; pero el viaje sigue, y sigue. Las mariposas van muriendo en el camino, y en el camino van naciendo. Las que aterrizan en los bosques del sur son las tataranietas de las que habÌan iniciado el vuelo en el norte lejano.