CLASE POLITICA
Miguel Angel Rivera
TANTO EL GOBIERNO FEDERAL como los gobernadores priístas niegan la existencia de un enfrentamiento, pero los hechos demuestran lo contrario.
Con o sin razón, inducidos o no, varios mandatarios del tricolor han sufrido agresivas campañas informativas. Por eso no fue sorpresa que apareciera un duro desplegado contra el presidente Vicente Fox.
Casi todos los gobernadores surgidos del tricolor se deslindaron, pero por la crudeza del lenguaje, no tanto por su contenido ni por su intención. La prueba es que los puntos medulares se retomaron en otro documento dirigido al primer mandatario, aunque los términos fueron mucho más moderados.
En aparente acto de buena voluntad, los secretarios de la Contraloría, Francisco Barrio, y de Gobernación, Santiago Creel, se reunieron con la directiva nacional del PRI y dieron seguridades de que la lucha contra la corrupción no se utilizaría para campañas de desprestigio.
La tregua no duró mucho. Las declaraciones del presidente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, y sobre todo del presidente municipal de Colima, de origen panista, Enrique Michel Ruiz, reabrieron la contienda contra los mandatarios priístas.
Bravo Mena denunció a funcionarios traidores y el alcalde colimense los señaló claramente: son los delegados de las dependencias federales no militantes del PAN. Es decir, los priístas.
Pero no se trata sólo de la forma. El ataque va al fondo. Uno de los eslabones en la cadena de mando del viejo sistema político mexicano eran los delegados federales.
Era un juego de equilibrios que empezó a romperse cuando se volvieron más frecuentes los triunfos de la oposición en los estados y se desmoronó totalmente con la victoria de Vicente Fox.
Algunos mandatarios priístas con fuerza lograron preservar el derecho a tener "sus" delegados federales. Por lo que se ve, los panistas tratan de conquistar esos espacios para el Ejecutivo federal y para beneficio propio.
La cosecha