¿LA FIESTA EN PAZ?
Ť Leonardo Páez
Desfile de irresponsables
PARA LA SEGUNDA novillada de la Plaza México el ganadero de Campo Real, Juan Ignacio García Gómez, mandó seis astados decorosamente presentados, para en seguida, eufórico, caer en la irresponsabilidad de obsequiar un animal sin presencia, inadmisible en una plaza de primera, según esto "porque le tenía mucha fe", en esa frívola fe profesada por el nuevorriquismo del campo bravo mexicano.
OTRO GESTO IRRESPONSABLE fue el cometido por quien dentro de la empresa de la Plaza México haya pagado por tan esmirriado burel, como si fuese un novillo con edad y trapío, aunque cabe también la posibilidad de que el triunfalista ganadero lo haya mandado de pilón.
IRRESPONSABILIDAD COLECTIVA GRAVÍ-SIMA y sin ninguna justificación, fue en la que incurrieron no sólo el juez de plaza Heriberto Lanfranchi, sino igualmente su jefe José Espina, titular de la delegación Benito Juárez, y los veterinarios adscritos a la plazota, Benjamín Calva y Santiago Aja, quienes ni pío dijeron antes y después de la pifia de don Heriberto al haber aprobado tan indecente ejemplar, ya que aquél buen cuidado tuvo de no ordenar el examen post mortem del novillo en cuestión.
AL SALIR DE la plaza algunos aficionados pensantes se preguntaban si esta pobre fiesta brava de México merecía la indiferencia de tanto funcionario metido a aprendiz de autoridad y que, además de cobrar un sueldo, qué otra cosa hacían los señores Espina, Lanfranchi, Calva y Aja en favor del espectáculo de toros.
SEGÚN EL IGNORADO Reglamento Taurino para el Distrito Federal ?que ninguna autoridad ha modificado y que por lo tanto debería, como el resto de las normativas, ser acatado en elemental principio de gobernabilidad? "Corresponde al juez de plaza (artículo 6 inciso IV) aprobar, con la opinión de los veterinarios de la plaza, las reses que deban lidiarse y asentar tal circunstancia en el acta respectiva."
LOS OTRORA RIGORISTAS veterinarios Calva y Aja, ¿le señalaron siquiera a Lanfranchi lo improcedente de aprobar el impresentable bovino, asentándolo en el acta respectiva-, ¿hubo otra autoridad que ordenara la aprobación del mismo?, ¿veterinarios y jueces tienen línea de llevar la fiesta en paz por parte del delegado Espina?
LA COMISIÓN TAURINA del DF, ¿por qué no se atrevió a sugerir al juez que ordenara el post mortem del desmedrado novillo, habida cuenta de su evidente falta de trapío? Por último, ¿el jefe delegacional José Espina también ha de plegarse al compromiso seudoecologista del presidente Fox de no ver ni oír nada relacionado con el sanguinolento espectáculo, aunque en su rancho tenga ganado bravo?
AL FINAL DE TAN patético desfile alcanzó a colarse el apoderado, representante, asesor o como se autonombre, del magnífico novillero Víctor Martínez, que por ningún motivo debió haber aceptado tan infame regalo, ofensivo para el ganadero, el público y el propio matador. Pero habrá que ver qué otras ocurrencias de los autorregulados "actores de la fiesta" solapan las autoridades taurinas de la gran capital.