VIERNES Ť 3 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť "El ordenó que me torturaran en una cárcel clandestina", acusa Arturo Gallegos
Desde 92 señalaron a Acosta Chaparro como verdugo
Ť Los informes de la CNDH demuestran que "no sabe lo que tiene en sus archivos", dice
VICTOR BALLINAS
Arturo Gallegos Nájera, ex militante de las FRAP detenido en Acapulco, Guerrero, quien pasó ocho años en prisión y fue amnistiado en la administración del presidente José López Portillo en septiembre de 1982, asegura que desde 1992 denunció en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que "Arturo Acosta Chaparro ordenaba la tortura a los detenidos-desaparecidos. El ordenó que me torturaran en una cárcel clandestina que estuvo ubicada en la comunidad de Pie de la Cuesta".
De ese episodio de su vida relata: "después de mi detención -el 20 de septiembre de 1974- me tuvieron en calidad de desaparecido sólo cuatro días. Todo ese tiempo fue de golpizas, de supuestas investigaciones que no eran tales, sino más bien interrogatorios forzados en donde uno tiene que aceptar lo que hizo y hasta lo que no hizo. Me tuvieron en una cárcel clandestina que estaba ubicada en Pie de la Cuesta, en Acapulco. Ahí, al llegar yo, tenían a 30 personas detenidas. Sólo pude reconocer al hermanito de Lucio Cabañas y a Teresa Estrada Ramírez.
"Ella -asegura Gallegos- todavía está desaparecida; fue detenida en la ciudad de México el 1Ɔ de septiembre del 74. Cuando a mí me llevaron a esa prisión, ella ya tenía 20 días. Ahí yo la vi con vida. Días después tuve oportunidad de ver a otro compañero de mi organización, Moisés Perea Cipriano, al que conocimos como Lorenzo. A este muchacho lo sacaron y lo asesinaron, cuando a nosotros nos llevaron a declarar. Al día siguiente de que se lo llevaron, en los periódicos apareció que fue muerto en un enfrentamiento en El Ocotito, sobre la carretera Acapulco-Chilpancingo. A ese compañero lo habían detenido el 12 de septiembre.
"En esa cárcel había gente que aún hoy pudiera permanecer con vida, porque eran jóvenes", señala.
Gallegos Nájera recuerda aquella pesadilla que vivió: "me aplicaban, como a todos, toques eléctricos en los testículos, y de ahí me colgaron, con la amenaza de ser castrado. Sentía el filo de la navaja en la piel. Era tortura física y psicológica. Yo sabía que si me castraban no me iban a presentar, que me matarían para que no quedara evidencia de la tortura".
El ex guerrillero extrae de su memoria recuerdos que, dice, no se pueden olvidar. "recibía golpes a cada rato en los riñones, en la boca del estómago. Descalzo, me paraban y recibía descargas eléctricas. El chicharrazo me aventaba contra la pared. Me tenían vendado y amarrado".
-ƑSi estaba vendado en las sesiones de tortura, cómo vio a Acosta Chaparro?
-En ocasiones, cuando yo decía que sí quería hablar, me quitaban la venda y se presentaba Acosta Chaparro. Si no le gustaba lo que yo decía, ordenaba más tortura. Decía "ahí te lo dejo otra vez, luego regreso".
"Este es, éste es"
En ese entonces, reconoce Gallegos Nájera, "yo no sabía que quien me interrogaba era Acosta Chaparro. Pero seis meses después de mi detención llegó a ser funcionario y salió su fotografía en los periódicos. Ahí lo ubiqué: éste es, éste es, les dije a mis compañeros. A él, a Acosta Chaparro, lo puedo señalar como mi verdugo".
Gallegos, uno de los ex guerrilleros que participaron con la CNDH -entre 1990 y 92- en la investigación sobre desaparecidos en el estado de Guerrero, demanda: "queremos la verdad, nada más que la verdad. Queremos saber quiénes detuvieron a nuestros familiares y dónde los tienen, y en todo caso el castigo para los responsables sería parte de esa investigación".
Molesto e indignado señala: "quiero aclararle al presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, que sus declaraciones de junio pasado, esas en las que dijo que van a presentar un informe para dar tranquilidad a las familias y para que éstas puedan llorar a sus muertos, son desafortunadas. Con esas declaraciones todo indica que no quieren llegar al fondo. Eso es un trabajo sucio".
Abunda: "yo, como parte interesada en que se aclare el destino de mis familiares, he aportado todos los datos. Los informes del 29 de junio de este año que difundió la CNDH sólo demuestran que no sabe lo que tiene en sus archivos. No están mis familiares en esa lista publicada, y yo desde 92 di testimonios en la investigación, esa que tiene nueve años guardada".
Gallegos presentó además, el 15 de noviembre del 2000, denuncias en la Procuraduría General de la República (PGR), por la detención-desaparición de varios de sus familiares. Una denuncia por su cuñado Guadalupe Castro Molina y su suegro, Petronilo Castro Hernández, quienes fueron detenidos el 23 y 25 de abril de 1972, respectivamente. En su captura participaron "policías judiciales al mando de Wilfrido Castro Contreras, comandante de la Policía Judicial de Acapulco en ese entonces".