Ť Lo escribió cuando tenía ocho años; ''informa sobre sus concepciones de infancia''
Hallan el primer poema de Sor Juana Inés de la Cruz
Ť El investigador Augusto Vallejo de Villa explica que se trata de una loa de 360 versos escritos en náhuatl y español Ť El martes por la tarde difundirá el descubrimiento por Radio Educación
ANGEL VARGAS
El investigador Augusto Vallejo hizo un descubrimiento de trascendencia histórica: encontró y recuperó el primer poema de Sor Juana Inés de la Cruz, escrito cuando tenía ocho años, que permaneció perdido durante tres siglos y medio.
Se trata, según el historiador, de una "loa al Santísimo Sacramento, representada en el atrio del convento dominico de Nuestra Señora de Asunción de Amecameca, el jueves 31 de mayo de 1657, en la festividad de Corpus Cristi".
Está integrado por 360 versos mixtos o mestizos, en náhuatl y español, aunque algunos de éstos se perdieron durante los dos traslados que se hicieron de la obra, en el mismo siglo XVII, por parte de quien los copió, agrega.
La existencia de este poema se conocía sólo por un texto del jesuita Diego Calleja, confidente de Sor Juana y quien a la postre resultó ser también su primer biógrafo.
Reflejo de su infancia
Abogado de profesión e integrante del Consejo de la Crónica de la ciudad de México, Vallejo asegura que este escrito revela una Sor Juana diferente:
"La que tiene las primeras impresiones de su infancia, de lo que ve y de lo que vive. Es una etapa totalmente desconocida, porque siempre se le aborda como el personaje que vivió en la Corte y luego como monja".
También sirve para confirmar el año de nacimiento de la jerónima, 1648, así como que desde muy temprana edad aprendió a leer y escribir y a hablar náhuatl.
Subraya que esta última situación no resulta extraordinaria si se considera que la poeta nació y creció en Neplanta, en medio de una población predominantemente indígena, con la cual tuvo contacto directo.
Incluso en ese primer poema, abunda, censura los abusos e injusticias de los que son objeto los indios por parte de los criollos y los penínsulares, reproche que continuará haciendo más adelante, por ejemplo, en un par de villancicos y en la Loa al Divino Narciso.
El historiador asume que si nadie logró antes este hallazgo "fue por la sencilla razón de que todos pensaban que el poema era en español; nadie se pudo imaginar que era en náhuatl, algo coherente si se toma en cuenta que fue pensado para la gente de Amecameca, un pueblo de indios.
"De allí partió mi línea de investigación, comencé a buscar documentos principalmente en esa lengua y consulté información en un sinfín de archivos y lugares tanto nacionales como del extranjero, entre ellos la Biblioteca Nacional y la Universidad de Austin, Texas".
Vallejo garantiza la autenticidad de su descubrimiento. Afirma que cuenta con el sustento histórico documental incuestionable, y aclara que aún hace algunos estudios y clasificaciones con la intención de publicarlos.
Comenta que, de forma paralela a su trabajo, el investigador Salvador Díaz Cíntora, secretario de la Academia Mexicana de la Lengua, se encarga de los estudios filológico y literario del poema, así como de la traducción del mismo, con la finalidad de integrarlos a aquella publicación.
Vallejo se muestra renuente a proporcionar la información específica de cómo y dónde encontró el poema, sólo precisa que fue hace mes y medio y que el documento está "en un depositario cuya historia es también muy interesante".
Justifica su silencio en el hecho de que se comprometió a hacer pública esa información en un programa de Radio Educación (1060 AM), cuya emisión será el martes próximo a las 13 horas.
Sin embargo, adelanta que el documento del poema tiene una inscripción en náhuatl que no es de Sor Juana, sino de la persona que en el siglo XVII copió los versos y quien manifestó así su admiración por ellos:
"Los jades y las turquesas no salen por ninguna lado/ apenas los extraemos/ como coyotes gritamos".
Para el estudioso, quien se asume como el descubridor de la verdadera identidad del padre de Sor Juana (1996) y de que el origen de ésta era canario-genovés (1999), "es indudable que existe una enorme deuda" con la Décima Musa.
A su criterio, son pocos los historiadores que se han encargado de estudiarla y han delegado esa tarea-responsabilidad a los literatos. Cita entre las excepciones, al ingeniero Enrique Cervantes, quien a finales de los cuarenta descubrió, con otros documentos, el testamento de la poeta, así como a Guillermo Ramírez España, quien también por esos años halló el acta de nacimiento de aquélla.
"Después de ellos quedó un enorme vacío, hasta que Octavio Paz, con su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, volvió a poner en el reflector al personaje", apunta.
Augusto Vallejo rememora que su acercamiento con la monja jerónima ocurrió en los primeros años de los ochenta, merced a su amistad con el ya mencionado Ramírez España.
Desde entonces, dice, sus indagaciones le han permitido refutar la autenticidad de supuestos descubrimientos trascendentales en torno a Sor Juana. Entre ellos menciona el documento de Autodefensa espiritual de Sor Juana, que dio a conocer el padre Aureliano Tapia Méndez y que utilizó Paz en su mencionado libro, así como la carta de Serafina de Cristo, hecha pública por Elías Trabulse.
Cautela de sorjuanistas
La reacción que dos de los más connotados sorjuanistas manifestaron al ser consultados acerca de la noticia fue mesurada y cautelosa.
La escritora Margo Glantz enfatizó que, "en caso de ser fidedigno me parece un descubrimiento importantísimo que aclararía lagunas de la vida de la monja y, al mismo tiempo, subrayaría el dato de su genialidad, que en su época era ya proverbial.
"Comprobaría la precocidad poética de Sor Juana; que desde muy niña escribir en verso era algo normal para ella. Me encantaría que fuera un documento fidedigno; espero con ansias las pruebas que lo demostrarán".
Y Antonio Alatorre manifestó su escepticismo: "mientras no tenga los pelos de la burra en la mano, prefiero mantenerme sin opinar. Aunque dudo que una cosa así (como el poema) se haya conservado. Pero si es verdad, lo primero que necesito es tener el documento y una historia muy convincente del hallazgo. Hasta ese momento podré decir algo".
"En caso de ser verdadero, será un documento curioso. Ya sabemos que Sor Juana hablaba náhuatl y que defendía los indios, por los villancicos tardíos. No habrá sorpresa. Naturalmente no hay que esperar una obra relevante".