Ť Planean erigir una estatua en su honor, en Portugal
Convierten en museo la casa de la cantante de fado Amalia Rodríguez
DPA
Lisboa/Madrid, 4 de agosto. Sobre la cama se ven sus gafas de lectura y un libro de poesía, y sobre la mesa y el armario están aquellas flores de papel que le enviaron sus numerosos fans. Casi se puede imaginar uno que Amalia Rodríguez nunca dejó su casa en Lisboa, pero la cantante portuguesa de fado hace ya casi dos años que murió, y su casa, en la que la intérprete mundialmente famosa vivió 50 años, está abierta ahora a los visitantes.
Amalia, como la llamaban, es adorada casi como una santa dos años después de su muerte (el 6 de octubre de 1999). Es la primera mujer de la historia de Portugal que es enterrada en el panteón junto a los héroes nacionales del país; ahora se erigirá una estatua en su honor, y el musical sobre su vida ha sido visto ya por más de 400 mil portugueses.
La cantante, que en vida fue celebrada como la voz de Portugal, dio a conocer en todo el mundo esa música entre nostálgica y sensual que entonan en muchas tabernas del barrio de la Alfama (el casco antiguo) de Lisboa.
Su portentosa voz interpretaba a la perfección el fado, cuyas letras hablan de desamor y la nostalgia de la pérdida de lo que fue la grandeza de Portugal.
Cuando sus restos mortales fueron trasladados el mes pasado al panteón, las televisiones nacionales retransmitieron en directo el camino de la comitiva, así como numerosos programas especiales sobre la cantante.
Incluso el Parlamento tuvo que modificar la legislación para que pudiera ser enterrada junto a los héroes de la patria. Hasta la fecha sólo se permitía el traslado a los cinco años de la muerte del personaje, pero Amalia ya descansa junto a los grandes de la cultura portuguesa como el escritor Joao Baptista Almeida Garrett (1799-1854) o el poeta Joao de Deus (1830-1896).
La cantante y actriz, que en sus tiempos fue comparada con Edith Piaf o Bessie Smith, murió el 6 de octubre de 1999 a los 79 años. Se muerte sumió al país en el dolor.
Amalía representaba una de las grandes "F" que, según se dice, marcan la vida de los portugueses: fado, Fátima (catolicismo y veneración por la virgen) y fútbol.
"Quien visite la casa de Amalia se lleva un pedacito de Portugal", escribió uno de los primeros visitantes en el libro de visitas de la recientemente abierta casa museo.
La casa podría convertirse en un lugar de peregrinación para los fans de Amalia de todo el mundo, pero algunos de ellos ya se han quejado de las estrictas normas que rigen las visitas, pues sólo pueden acceder cada vez grupos de seis visitantes y además se ha criticado el elevado precio de la entrada. "Cuando doña Amalia vivía era más fácil visitar su casa", dijo una de las vecinas de la cantante, que tenía fama de ser muy hospitalaria.
Ella era de una familia pobre del barrio portuario de Lisboa y comenzó a los cuatro años a cantar. "A los vecinos les gustaba mi voz y me daban monedas o caramelos cuanto cantaba", relató en cierta ocasión la cantante.