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México, D.F. domingo 5 de agosto de 2001
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Editorial
 

POLITICA DE NO GASTO

SOLLa economía mexicana, lejos de gozar una gran estabilidad -como lo afirma obstinadamente el presidente Vicente Fox-, se encuentra semiparalizada. Muestra de ello es la caída en los ingresos del gobierno federal por más de 10 mil millones de pesos, hecho que, ante el afán de no exceder el tope de 0.65 por ciento del déficit, llevará a un nuevo recorte al gasto público.

No obstante, el gobierno federal concluyó el primer semestre del año con un superávit fiscal superior a los 13 mil millones de pesos, cifra presupuestada que, simplemente, no ha sido ejercida. Sin ambages, el gobierno ni ha logrado hacerse de mayores ingresos ni ha ejercido el gasto programado.

Si el gobierno no gasta, se reduce el dinero circulante, se pierden empleos, los proveedores no pueden cobrar, se aplazan proyectos... en fin, se provoca un freno en la economía que, a su vez, afecta también al gobierno vía una menor recaudación tributaria: un círculo vicioso de desaceleración ocasionado por una supuesta política de ahorro.

La estabilidad que tanto entusiasma al Presidente pareciera tener como único fundamento anunciar bajas artificiales en los índices de inflación o efímeras reducciones en las tasas de interés. La verdad es que el dinero no se está moviendo y el consumo está casi estancado. Esto explica que las proyecciones de crecimiento económico vayan en franca picada, al grado de que el 4.5 por ciento de crecimiento del producto interno bruto estimado a principios de año ya se calcula por debajo del 2 por ciento.

En paralelo, la deuda relacionada con el rescate bancario registró en el primer semestre del año un incremento mayor a los 27 mil millones de pesos y la transferencia de recursos públicos a los bancos supera los 58 mil millones de pesos. ¿Por qué a ellos sí les llegan los recursos?

El gobierno privilegia a los bancos a costa de reducir el gasto público destinado a los programas sociales, principalmente el correspondiente a la creación de infraestructura para la atención y el desarrollo social. Los compromisos con la sociedad están muy por debajo de los pactos económicos con sectores como el bancario.

En realidad, estamos por cumplir un año de desaceleración económica y nadie sabe con certeza qué tan profunda será ésta a nivel nacional e internacional. Y tan cierto es que la economía está semiparalizada, que el sector privado también espera señales confiables del gobierno.

Tienen razón quienes afirman que aún en tiempos de crisis los gobernantes se obstinan en mandar señales positivas y mensajes alentadores a la población, con la sencilla finalidad de no generar desconfianza y evitar una parálisis del gasto. Pero en nuestro caso, tenemos un gobierno que dice que no hay crisis y que además tiene paralizado el gasto. 

No rebasar el límite establecido para el déficit público pareciera ser un dogma inquebrantable -por no llamarle obsesión- del gobierno federal, tal como lo fue durante años para otros gobiernos. ¡Viva la macroeconomía!
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54