VIERNES Ť 10 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť El problema del campo mexicano no se resolverá en el modelo neoliberal, según estudio
Creció 50% la dependencia alimentaria, en 10 años
Ť Se ha desplazado a productores nacionales en aras de importaciones indiscriminadas: experta
KARINA AVILES
El problema alimentario en México, surgido a partir del modelo neoliberal, y que se caracteriza por sustituir la producción nacional por la extranjera, trayendo consigo la "descampesinización", entre otros efectos, ha ocasionado tal dependencia del país que en menos de 10 años se pasó de 40 a 80 productos importados.
Actualmente, la dependencia alimentaria es de 95 por ciento en oleaginosas, 50 en arroz, 40 en carne roja y, "en algunos casos, de 30 por ciento en maíz". Se calcula que 86 por ciento del total de carne deshuesada que se consume en el país proviene del exterior. "Las compras de carne a Estados Unidos crecieron 60 por ciento en volumen y 36 por ciento en valor a partir de 1996", advierte el texto titulado El neoliberalismo en el sector agropecuario en México, publicado recientemente por la Facultad de Economía de la UNAM.
En el capítulo El modelo económico neoliberal y el problema alimentario en México, realizado por la doctora en economía Blanca Rubio Vega, se advierte que la política agropecuaria solamente podrá transformarse de manera integral cuando se modifique el esquema de desarrollo. "Por ello, el problema alimentario no tiene solución en el modelo neoliberal".
En el estudio, la también investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales explica en principio que el problema alimentario se identifica por la exclusión de los agricultores nacionales de la producción de básicos para el consumo del país, la profundización de los procesos de pauperización rural, desnutrición, descampesinización, migración e incorporación de las mujeres y los niños al mercado de trabajo, así como el encarecimiento para el consumidor de los bienes alimenticios y la dependencia creciente de Estados Unidos en la materia, entre otros factores.
Señala que desde la óptica oficial, las importaciones son necesarias porque el campo mexicano no es capaz de producir los bienes necesarios para la alimentación, por lo que se requiere complementar la oferta nacional. Sin embargo, afirma la especialista, el problema no es productivo.
Violación a lineamientos del TLC
Para ello expone una serie de datos. En el caso del frijol -pese a que en el TLC se negoció que hasta después de 15 años se permitiría la entrada sin impuestos a la importación de esta leguminosa, y en tanto se dejaría que una cuota equivalente a 56 mil toneladas quedara libre de arancel-, desde 1996 se abrió la "puerta libre a la importación". En 1998 se adquirieron en el exterior 171 mil toneladas sin arancel de 111.2 por ciento, apunta.
Durante 1999 había 10 mil toneladas de frijol sin comprador en Durango, 40 mil en Sinaloa, 30 mil en Zacateca y 100 mil en Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Campeche. No obstante, añade, se importaron 60 mil toneladas de Argentina, lo cual hizo caer el precio de 8 a 3.50 pesos el kilo. En el caso del maíz, tan sólo en Sinaloa había 780 mil toneladas sin comprador. Y sin embargo, se compraron 6 millones de toneladas de maíz amarillo de baja calidad, indica.
Establece que otra de las dimensiones del problema alimentario es el aumento del precio de los básicos y la disminución del consumo. Indica que "las ventas de Maseca y Minsa, las dos principales industrias de harina de tortilla, retrocedieron 13.2 y 20.4 por ciento, respectivamente, en el primer semestre de 1999. Tal situación ocurre debido a que de 1998 a 1999 el precio de la tortilla subió 84.2 por ciento, al pasar de 1.90 a 3.50 pesos el kilo".
En sus conclusiones, la investigadora universitaria afirma que el problema alimentario no se trata de un fenómeno producido por políticas económicas equivocadas o fallidas. "La política impulsada desde 1982 en el campo mexicano responde a una forma particular de funcionamiento de las empresas de vanguardia, y es cabalmente coherente con el modelo de desarrollo. El retiro de la gestión oficial, la caída de la inversión pública en el campo, la apertura comercial, la fijación de precios decrecientes en términos reales y la dependencia alimentaria tienen como propósito fundamental abaratar los insumos agrícolas para beneficiar a las industrias nacionales y trasnacionales, apuntalar a las grandes empresas exportadoras de granos y semillas de Estados Unidos y reducir el gasto público orientado al sector rural para liberar ingresos destinados a los grandes banqueros nacionales".
La investigadora Blanca Rubio destaca que los únicos que pueden garantizar una producción alimentaria sana, barata y abundante son los productores nacionales, si cuentan con una política a su favor, de tal manera que reconstruir la producción agropecuaria nacional constituye el primer paso para resolver el problema alimentario.