viernes Ť 10 Ť agosto Ť 2001

Horacio Labastida

López Obrador habla claro

Tan importante fue que el pasado 4 de agosto el presidente Vicente Fox se reuniera en León, Guanajuato, con los gobernadores del país, incluido el jefe del Distrito Federal, cuanto que este último tomara la palabra después de que el oaxaqueño José Murat desconcertara al hidrocálido, al preguntarle con énfasis a qué consensos se refería: el interrogado invitó a los asistentes a trabajar a partir de los consensos establecidos en torno a las ideas vertidas por los secretarios acompañantes del Ejecutivo. Pero el incidente pasó desapercibido en el momento en que López Obrador expuso una doctrina de fondo.

En apretadísimo resumen la presentamos de este modo: el neoliberalismo proclama que el juego de oferta y demanda mercantil absorba al Estado y a la sociedad, transformando los valores humanos en cosas a la venta o a la compra en función de sus atractivos. En tales circunstancias, agregó expresamente López Obrador: "lo privado... se confunde con lo público. El gerente sustituye al gobernante, la administración de empresas eclipsa a la administración pública, el cliente sustituye al ciudadano; el dinero sustituye al poder social -que es el verdadero poder político- y la voluntad electoral se vuelve apariencia, fachada, simulación (dándose) un desplazamiento del poder público al poder económico".

ƑQué significan estas palabras? Que la clásica filosofía empresarial resumida por Benjamin Franklin (1706-1790) en the time is money, se ha cambiado en el nuevo y eminente principio neoliberal, the man is money, que explicita todas y cada una de las categorías fundamentales del capitalismo trasnacional de nuestro tiempo.

Cosificar al hombre en vez de humanizarlo, sacrificar la libertad en aras de la lógica de la ganancia, hacer de la justicia un valor supeditado a los negocios, purgar a la razón de su capacidad crítica, es el objetivo supremo del triunfo de la economía sobre la política. A semejanza de lo que sucede en la Metamorfosis (1915) de Franz Kafka (1883-1924), el Estado vuélvese escarabajo ante la prepotencia de los señores del dinero, y la sociedad con sus individuos se torna fuerza activante de las maquiladoras que los poderosos multiplican en el Tercer Mundo. Ante este espectáculo, López Obrador proclamó "la primacía de la política sobre la economía", es decir, la puesta de la riqueza al servicio de los hombres y no la puesta de éstos al servicio de la riqueza.

La visión del jefe del Distrito Federal en la reunión del pasado sábado 4 tiene profundas raíces en nuestra cultura.

Dos concepciones lucharon entre la celebración del Constituyente de Chilpancingo (1813) y el fusilamiento de Maximiliano (1867) en el Cerro de las Campanas. Por más de medio siglo la idea republicana popular fue contraria al proyecto monárquico o tiránico de las minorías vinculadas al latifundismo y a los débiles burgueses que pretendían aprovechar un mercado interno sustentado en necesidades de las haciendas. Con la república popular estuvieron la insurgencia de Morelos, los ilustrados de 1833 y los liberales que rodearon a Juárez al excluir la Iglesia de la vida civil y liquidar el monopolio de manos muertas clericales; por el contrario, contra la república popular batallaron Santa Anna y los partidos del retroceso simbolizados en la talentosa figura de Lucas Alamán, en Félix Zuloaga y Miguel Miramón y en la caída de Maximiliano de Miramar (1832-1867). Mas el triunfo republicano abriría pronto las puertas a otra radical oposición de los revolucionarios -Ricardo Flores Magón, Emiliano Zapata, Aquiles Serdán, Francisco I. Madero, Belisario Domínguez y Lázaro Cárdenas, ejemplos notables- que defendieron los intereses nacionales frente a Los Científicos de José I. Limantour y Porfirio Díaz, así como ante los gobernantes que hasta ahora traicionan la democracia avanzada del Constituyente de 1917, porque sus decisiones consolidan el subdesarrollo de México en la medida y grado en que estimulan las estructuras políticas y económicas de la dependencia en que nos ha colocado la expansión del actual capitalismo trasnacional.

Hay en esas concepciones dos modos de entender a México. Por una parte se ve un México identificado con un poder político que responde a la voluntad de los más, y por la otra aparece un México al servicio de grandes empresas internacionales y sus socios del interior. Se piensa entonces en un México verdadero, el de los más, y en un México falso, el de los menos. ƑNo es esto hablar claro?