Ť Memorial del aventurero reúne entrevistas de Cristina Pacheco con el creador
De la Cabada, escritor envuelto en halo de misterio
Ť Suelo demorarme en cualquier visión; así es como surgen las historias, decía el prosista
CESAR GÜEMES
Muy escasos periodistas tuvieron la fortuna de mantener un contacto prolongado con Juan de la Cabada, aunque muchos lo conocieron y otros, los menos, pasaron sin verlo. Cristina Pacheco pertenece a la primera lista y desde luego no por casualidad. Ella se propuso realizar una serie de entrevistas con el escritor a fin de que contara todo aquello que quizá no escribiría. El plan, originalmente pensado para 13 emisiones, se prolongó a lo largo de dos años y medio que duró De todos modos Juan te llamas.
Gustavo Fierros, por su parte, cuenta con el testimonio invaluable de las 180 emisiones del programa Recuento vivo de mis décadas, transmitido por Radio UNAM, en donde la figura central era justamente Juan de la Cabada.
Producto de esa vida platicada por el prosista es el libro Memorial del aventurero, que la noche del miércoles se presentó en la Casa Refugio Citlaltépetl. El volumen pertenece a la serie Memorias mexicanas, publicado por CNCA.
Recuerda en el texto inicial Cristina Pacheco: "Conocí personalmente a Juan después de que el coro a su alrededor había hecho un retrato hablado, al mismo tiempo rompecabezas y acertijo: 'Por los ojos, lo confunden con chino'. 'Es completamente maya y sin embargo es altísimo'. 'Si le miras las manos enormes y muy fuertes piensas que es un atleta'. 'Por el cabello largo y blanco se parece al cura Hidalgo'. Tiempo después, cuando tuve el privilegio de tratarlo y la dicha de sostener durante más de dos años conversaciones públicas con él, supe que ese tipo de referencias le agradaban porque lo envolvían en el misterio y lo dejaban transformarse a su antojo en un mundo de constante invención".
Gustavo Fierros, por su parte, hace un amplio retrato del escritor a partir de la fotografía que aparece en la portada del libro. Dice de ella, por ejemplo, que "muestra a un hombre aún joven en actitud relajada. Es fumador y algo en su apariencia advierte que acaso también sea bebedor. Sus ropas y su postura encajan con cierta idea del bohemio, a medio camino entre un caballero y un libertino. Su sonrisa parece no desmentir esa impresión y hay en su mirada cierto aire de picardía que no es posible relacionar sino con la travesura".
En voz de Juan de la Cabada escuchamos y leemos, entre la multitud de anécdotas que pueblan el texto: "Cuando conocí al poeta Miguel Hernández era un muchacho vestido de pana y alpargatas. Con él sostuve conversaciones interminables. Nos entreteníamos horas hablando sobre cultura árabe y sobre el campo, los regadíos, las huertas y la tierra. Así me hubiera pasado a mí de estar en Campeche. Le habría contado -y de hecho algo le conté- del chicle y del henequén. A él le interesaba todo ese mundo. Guardo de Miguel un manuscrito original que me regaló y que nunca se publicó. Es un poema que se llama 'Los sentados'. Miguel tendría unos 27 años cuando lo escribió".
Memorial del aventurero es un libro necesario para la memoria literaria nacional, contado en la singularísima primera persona de Juan de la Cabada, quien inicia su largo periplo verbal diciendo: "Suelo demorarme en cualquier visión: un rostro por la calle, un hombre subiendo a un autobús o la carga de ladrillos de un camión. Sucede que los recuerdos acuden en tal progresión, que aunque vaya caminando me extravío en alguna historia. Así es como surgen los relatos".